El campeonato mundial de fútbol Brasil 2014, cuya final se disputó ayer 13 de julio, encontró a los dos mejores equipos del torneo: Argentina contra Alemania. Los primeros hicieron un mundial redondo, con 5 victorias y un empate antes de llegar a la final. Los alemanes también consiguieron la misma racha, pero ellos lo hicieron desplegando un mejor fútbol y en algunas ocasiones haciendo pedazos a sus rivales, como fue el caso de la aplastante derrota que hicieron pasar al anfitrión Brasil.

Dicha sea la verdad, Alemania fue campeón merecidamente. Fue el mejor equipo en el torneo y tuvo más propuesta ofensiva en el partido final.

Algunas enseñanzas, tanto en el terreno deportivo como en el político —ya que la política siempre mete su cuchara en todos lados— que dejó el mundial para nuestro querido país México, son las siguientes:

 

 

 

 

Resulta que estos dos parásitos fueron detenidos en Brasil por manosear las pompas de una mujer brasileña y aporrear hasta el ensangrentamiento al esposo de ésta. Ambos inútiles merecen pasar 8 años en la cárcel brasileña, ya que en México nadie los quiere de vuelta. 

Urge cambiar la mentalidad pusilánime del mexicano promedio, quien se conforma con el ya merito.

A pesar de todo, en México se vivieron 30 días maravillosos de fútbol. El deporte más popular del mundo y que, además de deporte, es un fenómeno social, que mueve masas, pasiones, emociones y es capaz de hermanar a toda la humanidad. Festejemos que no estamos en la segunda o primera guerra mundial, que no vivimos en la China del siglo XIX, que no vivimos bajo el yugo de la colonización, que no existe una Santa inquisición que nos prive de la libertad de culto, que no estamos en guerra. Festejemos que gran parte del planeta vive en paz y armonía, y que gracias a ésta pueden desarrollarse torneos deportivos como el de Brasil 2014, un evento que por ser tan fenomenal, recordaremos toda nuestra vida.