El pasado miércoles 5 de marzo fue publicada la lista de aspirantes para integrar el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE), el cual quedará integrado por un consejero/a Presidente y diez consejeros/as electorales. En total se registraron 307 candidatos y candidatas pero lo que me llamó la atención fue el reducido número de mujeres que participaron en dicha convocatoria. ¡Apenas 74! Dicha cifra representa solo el 24.1% del total de la lista. Es decir, ni siquiera una cuarta parte de los aspirantes al INE son del sexo femenino.
Muchas voces nos hemos manifestado en el sentido de que, ante la omisión constitucional de prever una cuota, la integración del Consejo General del INE debe realizarse con una perspectiva de género y que lo ideal sería que de los 11 consejeros, 6 fueran de un género y 5 del otro. Sin embargo, tras la publicación de la lista reflexioné en primer lugar si el INE debería quedar conformado en una proporción 5-6 y en segundo lugar reflexioné sobre el porqué hubo tan poca afluencia femenina a dicha convocatoria. A continuación, el razonamiento y las conclusiones a las que llegué.
Supongamos que el Comité Técnico de Evaluación, encargado del nombramiento de candidatos/as finalistas, decide que lo justo sería que como solo 24.1% de los aspirantes son mujeres, que solo el 24.1% del Consejo General estuviera integrado por ellas. Si eso sucediera, de las 11 vacantes apenas 2.64 corresponderían al sexo femenino. Redondeémoslo en 3. ¿Serían suficientes plazas para las mujeres o sería necesario hacer uso de una acción afirmativa para otorgarles más espacios? En caso de que la respuesta a la pregunta anterior fuera afirmativa, ¿hasta qué punto sería justificable una acción afirmativa para que no fuera injusta para los aspirantes varones?
Desde mi punto de vista sí debe concederse una acción afirmativa en este caso a las mujeres para que tuvieran más de tres puestos en el Consejo General del INE. Más aún si consideramos que el padrón electoral del que se hará cargo el nuevo órgano está integrado en un 51.6% de mujeres, lo que implica que éstas querrán estar representadas debidamente en el INE.
Adicionalmente, tengamos en cuenta que los objetivos de las acciones afirmativas a favor de las mujeres son:
Es importante entender que una distinción de este tipo entre hombres y mujeres no sería discriminatoria pues se ajustaría a los criterios que ha sostenido tanto la Corte Interamericana de Derechos Humanos como la Corte Europea de Derechos Humanos en el sentido de que sólo es discriminatoria una distinción cuando "carece de justificación objetiva y razonable". En este sentido, existen ciertas desigualdades de hecho que legítimamente pueden traducirse en desigualdades de tratamiento jurídico, sin que tales situaciones contraríen la justicia, ya que por el contrario, pueden ser un vehículo para realizarla o para proteger a quienes aparezcan como jurídicamente débiles.[1]
Los detractores de las acciones afirmativas señalan que podría verse vulnerado el principio de meritocracia y que con ello podría dejar de elegirse a los mejores candidatos. A pesar de no estar de acuerdo con tal punto, no podemos dejar de debatirlo y debemos señalar que desde mi punto de vista las acciones afirmativas deben tener solo un carácter temporal hasta en tanto las desigualdades entre hombres y mujeres hayan desaparecido.
Tengo la esperanza de que en un futuro no muy lejano se elijan a las y los candidatos sin tener que reparar en el género. Sin embargo, hoy considero que la integración del INE debe realizarse con una perspectiva de género pues la poca participación de las mujeres a la convocatoria se debe, desde mi punto de vista, a que aún nos falta eliminar las brechas de género y las desigualdades en las que están inmersas las mujeres. Los avances en materia de empoderamiento de la mujer son innegables y quizá hace diez años esa tasa de participación de 24.1% habría sido mucho menor, sin embargo, nuestra tarea en ese rubro aún no está completa.
Cada 8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, fecha que sirve para reflexionar sobre los avances logrados por el género femenino. En ese sentido, me dio mucho gusto ver los perfiles de las 74 candidatas al INE, pues su trayectoria, experiencia e inteligencia las acreditan a todas para formar parte del Consejo General del INE.
Aprovecho estas líneas para hacer una invitación a todas las mujeres a que nos involucremos más en los asuntos públicos de nuestro país para que en las siguientes convocatorias representemos más del 24% de aspirantes.
[1] Caso Castañeda Gutman vs. México