Los mexicanos tenemos una fascinación por las cosas más extrañas, nos sentimos extrañamente atraídos por lo torcido, cosa que no me puedo explicar.

Mucho me llama la atención que un criminal como el Chapo Guzmán tenga un halo de leyenda como si fuese Robin Hood.

Ríos de tinta se han escrito respecto a su forma de vida, a las cientos de toneladas de drogas que maneja al mes, del férreo control que ejerce sobre el Cártel del Golfo, de las matanzas absurdas que ha ordenado, por lo que es, en toda la extensión de la expresión, el enemigo público más deleznable que en México ha existido.

Sin embargo, el pueblo ha hecho de este personaje una especie de Robin Hood ?paisa?(tal como se designó a sí mismo Pablo Escobar en Colombia). Existen canciones que hacen elogio de sus acciones, la gente crea leyendas de cómo ayuda a los pobres, incluso basta ver el pueblo natal de este infame personaje, para darnos cuenta de la infraestructura que con dinero del narcotráfico ha llegado y embellecido el lugar, dotándolo de todos los servicios.

Muchos cuentan de su afición por la buena comida, y como se presenta en diferentes restaurantes de renombre, y que sus esbirros invitan amablemente a la clientela para que entreguen sus celulares, y a no abandonar el lugar, porque va a cenar allí el capo, quien además paga las cuentas de todos los comensales.

Se han forjado toda una serie de cuentos del forajido ?bueno?, mucho en parte por la incapacidad e ineptitud de las autoridades para ponerle un freno a sus actividades delictivas, eso sin contar los tres penosos episodios de su fuga (el más reciente, en el que supuestamente fue herido en el rostro), que han puesto de manifiesto que no existe la capacidad de la autoridad para evitar que este individuo se infiltre y corrompa en todos los estratos del poder.

Es necesario que el Estado asuma verdaderamente su rol, y le dé la justa dimensión a este personaje, que no es otra que la de un vulgar criminal.

Sirva de preámbulo lo anterior para referirme a un ilustre personaje de las letras universales, quien tuvo una familia nada ilustre, toda vez que muchos de sus miembros se encontraron en la cárcel, me refiero a Don Miguel de Cervantes Saavedra, autor de la obra cumbre de la literatura española, ?El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha?, quien incluso él mismo fue privado de la libertad.

Su abuelo, su padre y Miguel de Cervantes pasaron por la misma cárcel, la de Valladolid.

Juan de Cervantes (abuelo de Miguel) eran un abogado que ocupó varios cargos públicos aunque duró poco en dichos cargos, saliendo malparado de alguno de ellos. Se trasladó con su familia a Guadalajara (la que se encuentra en España) bajo la protección del duque del Infantado. Todo iba sobre ruedas hasta que se metió de ?celestino? entre su hija y un hijo bastardo del Infantado. Estos amores prohibidos le llevaron a la cárcel de Valladolid durante una semana.

Rodrigo de Cervantes (padre de Miguel) cirujano de la época, profesión humilde que le obliga a viajar continuamente. Rodrigo también pasó unos meses en la cárcel de Valladolid. Su economía no era muy boyante y pidió un préstamo personal, vencido el plazo no pudo afrontar el pago y, como su padre, fue a parar a la misma prisión.

Miguel de Cervantes estuvo preso en varias ocasiones (Sevilla, Argel) y también en Valladolid. Una noche, en la puerta de su casa, fue herido don Gaspar de Ezpeleta, aventurero navarro, por un hombre vestido de negro. La justicia comenzó sus averiguaciones: el lugar donde se produjo el incidente, el hecho de que en casa de don Miguel encontrasen ropa de Ezpeleta -las hermanas de don Miguel, parece ser que lo ?recibían? en casa- y un juez nuevo en la plaza, presto a encontrar un chivo expiatorio, llevaron a don Miguel, sus hermanas y su hija a la cárcel de Valladolid.

Andrea y Magdalena ?las Cervantas? (hermanas de Miguel) la mayor, Andrea, fue la primera en iniciarse en el noble arte de la prostitución y consiguió ser económicamente independiente, algo que en la época sólo se podía conseguir aprovechándose de los hombres. Magdalena, antes de perder su libertad al amparo de un matrimonio, decidió seguir los pasos de su hermana. Los ingresos de las hermanas sirvieron para aliviar la precaria situación familiar; de hecho, ellas son las que aportan la mayor parte del dinero para liberar a Miguel de la cárcel de Argel. Años más tarde, se unirá al grupo Constanza, la hija de Andrea.

Pero no toda la familia de Don Miguel acabó con los mismos pasos. Luisa (hermana de Miguel), siguiendo el refranero español ?En luengos linajes hay putas, ladrones y frailes?, aquí tenemos a Luisa, en este caso monja. En 1565, toma los votos de monja carmelita con el nombre Sor Luisa Belén, en el convento de la Imagen. Aquí permanecerá el resto de su vida siendo nombrada Superiora y, más tarde, Priora.

Curiosa es la historia de las personas que hoy tenemos en ?altares?.