Existen experiencias diversas de gobiernos metropolitanos en el mundo. Uno muy exitoso fue el de Londres. No sólo administró componentes diversos de la administración pública desde un enfoque metropolitano, sino que fue electo democráticamente.
En opinión de uno de los estudiosos del tema urbano y metropolitano, ese nivel de gobierno en Londres fue muy exitoso, tanto así que su gobernador se hizo muy popular y la entonces dama de hierro que gobernaba la isla desapareció de un plumazo ese nivel de gobierno.
Lo cierto es que la ciencia, el conocimiento de la administración y planeación urbana y territorial han demostrado que, cuando es el caso, la ciudad tiene que ser pensada en términos metropolitanos, y en ese sentido, se vislumbra, al final de cuentas, la creación de ese nivel de gobierno, y me atrevo a decir, sea o no sea democráticamente electo.
Una visión y acción metropolitana de administración pública se centra en varios componentes que tienen que ver con asuntos de la planeación urbana o metropolitana, pero también con otros aspectos de la administración pública que consideran pertinente ese enfoque, estamos hablando de asuntos de seguridad pública, por ejemplo.
Los temas propiamente urbanos que exigen un enfoque metropolitano tanto por razones técnicas como legales, tienen que ver con asuntos de redes, principalmente la energía eléctrica, el agua potable, el drenaje, la vialidad y el transporte. Tiene que ver con la infraestructura urbana, pero también con los equipamientos colectivos, como lo son la salud y la educación. Muchos de ellos con áreas de influencia regional. Así mismo, la contaminación ambiental, el fenómeno mismo, su dispersión indiscriminada, exige de acciones que van más allá del ámbito metropolitano. Su monitoreo y acciones para combatir y aminorar los efectos de la producción de CO2, partículas suspendidas y otros contaminantes, se realizan o deben realizarse en un ámbito regional o por lo menos en el nivel de cuenca hidrológica, como lo proponen algunos.
En México todos los intentos por crear instrumentos para la planeación metropolitana a nivel de gobierno han sido un fracaso, se han quedado en el papel, las comisiones no funcionan, no trasciende en nada. No recuerdo que se haya hecho un Plan de Desarrollo Metropolitano con la participación de todos las autoridades y niveles de gobierno. Los distintos niveles de gobierno que ?administran? la ciudad de México gastan sus presupuestos sin coordinación metropolitana. Eso se refleja en la construcción de infraestructura, como el metro, trenes o metrobuses. En los transportes colectivos públicos y privados, en las vialidades y carreteras (obras públicas todas ellas que van dejando huellas de larga duración en la ciudad). El absurdo de esta división jurisdiccional se muestra en los cobros de los taxis si se salen del territorio, cruzar la frontera tiene un costo mayor. O bien, la construcción de un puente que debiera significar la unión y comunicación en el territorio de pueblos, colonias y comunidades, más bien ha sido motivo para la discordia entre autoridades. Recordemos el puente de Huayatlaco en las Lomas de Chapultepec.
La pulverización administrativa de la ciudad es cada vez más insostenible, no se va lograr la planeación metropolitana si no se crean instancias administrativas que realicen sus acciones a nivel metropolitano. No es posible que continúe la ausencia de este enfoque y acciones metropolitanas para múltiples problemas que afronta la Ciudad de México y su área metropolitana. La política no puede seguir frenando la atención que se merece esta ciudad, incluyendo pues, su zona metropolitana.
Ahora bien, los expertos también señalan que cuando ha sido posible crear este nivel de gobierno en algunos lugares del mundo, ha sido porque se lo ha propuesto el gobierno federal, es lógico, por más que el jefe de gobierno, el gobernador o gobernadores, presidentes municipales o delegados, del DF y los estados conurbados se lo propongan, ellos no pueden decidir. La propuesta tiene que venir del gobierno federal, quizá del mismo ejecutivo, quizá del legislativo.