El viernes 6 de marzo tuvimos la oportunidad de presenciar la conferencia del Dr. Manuel Gil Antón, en el marco del 2o. Coloquio Internacional de Invierno sobre Educación 2020, efectuado en la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Querétaro. La participación del Dr. Gil Antón llevó por título: “El Científico y el Político: Su relación con la Educación” (para retomar la obra de Max Weber).

A continuación, compartiré algunas notas sobre lo que interpreto del discurso del Dr. Gil Antón (COLMEX, Centro de Estudios Sociológicos), e incorporaré, así mismo, la reseña que elaboró nuestro colega Martín Camacho Marines, a quien le pedí que nos apoyara con un texto breve acerca de esta interesante conferencia. Espero que el mismo Dr. Gil Antón pueda enmendar la plana a nuestros textos, en caso de que existiera alguna imprecisión involuntaria o algún sesgo en torno a sus ideas.

Luego de la espléndida presentación que hiciera el Mtro. Víctor Torres Leal (UPN, Unidad Querétaro), como moderador de la sesión, la narrativa de Manuel Gil Antón comienza con una alusión al poder comunicativo de las redes sociales, específicamente al hacer referencia al impacto que tuvo, en 2013, un video grabado y subido a YouTube por parte del Colmex, donde Gil Antón hablaba sobre la coyuntura de la Reforma Educativa promovida por el gobierno de Enrique Peña Nieto.

En ese contexto, se refirió a las anécdotas que rodearon a la mencionada publicación digital que contenía la metáfora “del camión”, utilizada de manera creativa para caracterizar al sistema educativo mexicano, y dentro de ello, al papel que el gobierno de la República le asignó, en su propia narrativa, al magisterio nacional (“el nuevo docente como un operador con corbatín o la maestra con falta plisada...”); situaciones que resultaron de especial utilidad para introducirnos al tema central: Cómo se vinculan las racionalidades del político y del científico (Max Weber) en la disputa por la hegemonía de los discursos y las acciones inherentes a la Reforma Educativa en cuestión.

En esta parte es donde aparecen, justamente, las aportaciones “gramscianas”, pues de lo que se trata en este diálogo, es interpretar las tensiones que surgen como producto de los intereses y valores implícitos entre ambas racionalidades, de tal modo que estamos en presencia de una lucha por la hegemonía ideológica y cultural, política. Entonces entramos a un escenario de vaivenes: desde la hegemonía aspiracional del político, y de los medios de comunicación a modo, para imponer decisiones basadas en reduccionismos o simplificaciones: “...las y los docentes son los responsables del desastre educativo nacional...”; o de consignas como: “sólo podrán trabajar en el sistema educativo las y los docentes que reúnan los requisitos o cumplan con el perfil definido...”; hasta la contra hegemonía, es decir, la lógica del científico social que dice, basado en la investigación educativa: “...la responsabilidad del desastre educativo nacional no es de un solo actor... éste es un fenómeno más complejo...”

Esto escribió Martín Camacho: “En la parte introductoria de su presentación, Gil Antón narró las implicaciones que tuvo el reduccionismo educativo ante los medios durante las modificaciones hechas a la Constitución Política y el impulso reformista de Peña Nieto, donde personajes como Carlos Loret de Mola (Televisa) y los Secretarios de Educación Pública en turno, Emilio Chuayffet, primero, y Aurelio Nuño, después, influyeron en las descalificaciones hechas al magisterio nacional, entre 2012 y 2017.”

“También destacó su formación política ideológica en el trabajo con comunidades indígenas chiapanecas y lo formativo que resulta converger con la diversidad de posturas ideológicas... Para lograr un seguimiento del vínculo entre “lo político y lo científico”, Gil Antón hace un análisis y fija su postura a través del libro de Max Weber: “El político y el científico”, con el argumento siguiente: el poder público utiliza al saber para sus fines y viceversa.” ... “Se evidenció la (falta de) discusión que representó la evaluación magisterial en el sexenio de Peña Nieto y la importancia que representa el saber cómo emisión de conocimiento, que genera opinión pública crítica, y los debates que se generaron entre “lo político y lo científico” representados por los actores sociales en turno.”

“De esa manera, las discusiones que se llevaron a cabo durante la Reforma Educativa analizada (2013) pusieron en juego y en jaque la hegemonía del Sistema Educativo Mexicano por quienes la discutieron en ese momento.” Al respecto, Manuel Gil Antón, en esta parte, narra las fuertes tensiones que se vivieron durante los años 2013 al 2015 entre los miembros mismos de la comunidad académica que estudia los fenómenos educativos.

“Max Weber destaca la importancia de poseer lo que se denomina “Ética de la responsabilidad” y “Ética de la convicción” cómo requisitos indispensables en el quehacer político; mientras que el científico se dedica a observar desde la racionalidad y el cálculo en la concreción de los medios y los fines por aquel ejercido.”

“Si bien políticos y científicos, se presume, poseen ciertas características comunes, en el ejercicio de sus respectivos ámbitos de responsabilidad, es determinante que quien quiera reformar a la educación, deba tener factibilidad del cambio, los medios, los límites y valores profundos que den coherencia a la sociedad, para la que trabajan; y donde a manera de propuesta se generan las siguientes preguntas: Esto dicho al final de la conferencia por Manuel Gil, que a partir de su experiencia sugiere, pues existe una brecha insalvable entre el político y el científico: ¿Ambos se necesitan?”

Así concluye la reseña de Martín Camacho: “Que sea desde la construcción de la política pública la construcción de narrativas acompañadas de una gran fuerza social que impulse cambios, y que se logre incidir en aquella premisa de que “El poder corrompe absolutamente”, en donde los políticos no sólo piensen en la próxima elección, sino en la próxima generación, y que si bien ambos actores se necesitan invariablemente apelen a criterios Éticos, que hasta ahora han sido muy complicados ejercerlos, en un sistema económico (y político) que ha privilegiado el poder y la vanidad.”

La descripción que nos ofrece Gil Antón, se refiere a una lucha discursiva, sin duda, desigual. El peso del Estado mexicano para imponer, por todos sus medios, una Reforma Educativa desde la simplificación (con su propia narrativa), frente a una racionalidad crítica y cuestionadora de las trivializaciones, y empática con las bases magisteriales (con una narrativa alternativa).

Los hechos, hoy, dan sin embargo la razón a los que no permitieron que se legitimara la “imposición irracional”, o que, al menos, cuestionaron a esa racionalidad, la del poder y sus medios-fines en el campo de la educación.

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