Parece una trama política de una película de Netflix de una nación del tercer mundo.

Cuando México ya tiene dos minas que le pueden estallar: el coronavirus con su amenazante letalidad y la economía con una grave recesión tocando las puertas, que pueden detonar la inseguridad y brotes de inestabilidad social, aparece otro.

Más bien, abren por una pifia otra mina, un nuevo frente, en PEMEX, contra la OPEP.

Como dice, Juan Pueblo, ¿pero qué necesidad?

El tropezón, que le dio la vuelta al mundo, de la secretaria de Energía Rocío Nahle, con el pleno de los representantes de los países petroleros del mundo tratando de concretar un plan de recorte coordinado de producción de petróleo, congregados en una videollamada - para lo cual invitaron a México sin ser miembro de la OPEP- ensombrece más al panorama de nuestro país.

La trama es simple.

Orquestadamente, la plenaria de las naciones de la OPEP y no OPEP, le piden a México un recorte de su producción en 400 mil barriles diarios de petróleo, desde su nivel de 1.7 millones de barriles diarios, buscando contener la escalada bajista de precios del petróleo. Tras nueve horas de reunión en una videoconferencia con los hombres clave del mundo del mercado petrolero, México se niega, y ofrece sólo un corte de 100 mil barriles, según confirmó Nahle en un Twitter

La ministra de energía de México, luego de que según dicen las informaciones de prensa llegó tarde, se retiró de la reunión, manteniéndose en su postura, “yéndose va por la libre”.

El resultado es que se abortó el acuerdo por la renuencia de México, y según las informaciones, se seguirá negociando hoy.

¿Un triunfo nacionalista de México frente a la OPEP?

¿No nos afecta porque no formamos parte del cartel petrolero?

Ambas son falacias.

Es una estrategia perder/ perder que evocó, demostrando que la historia -y los errores- si se repiten, el sexenio de López Portillo, en 1981, cuando éste se negó a bajar el precio del petróleo, lo que provocó la renuncia del director de PEMEX de entonces Jorge Díaz Serrano, con la consecuencia de que México perdió clientes, profundizando la crisis.

Casi 40 años después México comete un error parecido: negarse a bajar producción, en un entorno bajista de precios, en una crisis mucho más grave que la de entonces, con un mercado petrolero desplomado por la repentina crisis mundial que ha colapsado la demanda del hidrocarburo, tras el estallido de la emergencia sanitaria del coronavirus.

Hoy, como hace casi 40 años, tendrá repercusiones negativas para Pemex, y para el país.

PEMEX puede perder clientes. Peor aún, México se negó a un acuerdo que, según dicen algunas informaciones, estuvo tejido en parte por Donald Trump con el aval de Putin, interesados en enderezar en lo posible el mercado petrolero, de modo que se abre otro frente político en la relación ya accidentada con Estados Unidos. Hay versiones que señalan que Trump estuvo enlazado telefónicamente. ¿Tomará represalias si México no corrige, que serían mortíferas en el momento actual del país?

¿Por qué obstinarse en producir más petróleo en un entorno bajista, que, finalmente, por las posibles consecuencias, terminaría vendiendo más barato?

¿Pero qué necesidad?

Aún hay tiempo de corregir. Ojalá. Los errores se acumulan cada día y están elevando el costo.