La noticia anunciada ayer por el primer ministro británico Boris Johnson sobre una posible mayor mortalidad provocada por la nueva cepa del Coronavirus ha sacudido a toda la prensa internacional. Por este y otros motivos, el presidente Joe Biden ha decretado la restricción de las fronteras exteriores de los Estados Unidos a reserva de que los visitantes demuestran una prueba negativa del SARS-CoV- 2 y un aislamiento temporal.

En México las autoridades sanitarias parecen no haber tomado seriamente el anuncio de Johnson, mismo ante el caso reportado hace unos días en Tampico, Tamaulipas. El subsecretario Hugo López-Gatell, por su parte, no ha confirmado la presencia de la nueva cepa en nuestro país. Por el contrario, lo ha dejado abierto a la especulación, pues -según asegura el funcionario- no hay evidencia para ello.

¿Qué piensa hacer México ante la nueva cepa? ¿Cometerá el gobierno mexicano los mismos errores de marzo de 2020 ante la falta de evidencia en torno al recientemente descubierto virus? ¿Esperará la evidencia para endurecer las medidas de control sanitario? ¿Debería adoptar medidas semejantes a las anunciadas por el presidente Joe Biden? Estas interrogantes invaden a los mexicanos, a la vez que exigimos el anuncio y puesta en marcha de disposiciones más estrictas que nos alejen del peligro de la nueva cepa.

En este contexto, si algo nos ha enseñado el maldito virus es cúan impredecible es, y cómo se ha aprovechado de la globalización, del intenso intercambio comercial y de personas alrededor del mundo. Por este motivo, la presencia de la nueva variante del virus en nuestro país es inminente, en el mejor de los casos, si efectivamente no ha alcanzado a los mexicanos.

La nueva cepa ha recrudecido la batalla contra el coronavirus. El presidente López Obrador, no obstante, ha escatimado en advertir a la población de las potencialidades de la cepa importada en términos de mortalidad y contagiosidad.

A la luz del número de contagios y muertes reportados diariamente, la estrategia del gobierno federal no ha funcionado. Por lo anterior, debemos exigir a nuestras autoridades, y muy en particular, a López-Gatell, que consulte con expertos internacionales en aras de limitar los estragos que la nueva cepa ha puesto en nuestra antesala.

En este tenor, quizá la nueva administración federal en Estados Unidos, así como la experiencia del Dr. Anthony Fauci, principal asesor del presidente Biden en materia sanitaria, podrían servir de apoyo a nuestros disfuncionales esfuerzos contra la pandemia.