Ratifican a Esteban Moctezuma como embajador de México en Estados Unidos

El presidente Andrés Manuel López Obrador, fiel a su tradición mañanera, se refirió ayer a un personaje controversial de la historia de México. En este caso se trató de su odiado Porfirio Díaz, a quien busca constantemente denostar. El lector recordará el término, acuñado por el propio AMLO, de “neoporfiristas” para descalificar a sus enemigos políticos.

AMLO recordó la frase adjudicada a Díaz de “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. Sin embargo, el presidente compuso la propia para que rezase como sigue: “Bendito México, tan cerca de Dios y no tan lejos de los Estados Unidos”. Con ello, más allá de sus constantes propósitos de pasar a la historia, AMLO buscó enfatizar la importancia de unas buenas relaciones con nuestro vecino del norte. Así lo expresó momentos después al calificar la relación bilateral como fundamental para los intereses de nuestro país.

Esteban Moctezuma, embajador de México ante Estados Unidos (ayer por la noche fue anunciada su ratificación por unaminidad por parte de las Comisiones Unidas de Relaciones Exteriores y de América del Norte) tendrá ante sí la tarea que un día estuvo a cargo de personajes destacadísimos de la diplomacia mexicana tales como Matías Romero, Bernardo Sepúlveda, Jesús Silva-Herzog, entre otros, en el marco de una relación marcada inicialmente por la decisión de AMLO de reservarse su reconocimiento al presidente Joe Biden.

En esta tesitura, bien vale destacar que, en lo general, la figura de los embajadores ante gobiernos extranjeros ha sido disminuida como consecuencia de las relaciones interministeriales entre los gobiernos. A manera de ejemplo, un proyecto o acción bilateral entre los gobiernos de México y Francia en materia educativa será impulsado y coordinado por los respectivos ministerios de educación, y en todo caso, informando a las respectivas representaciones diplomáticas.

Sin embargo, la representación pública del embajador de México en Washington goza de una relevancia política inusual. En este sentido, nuestro representante debe coadyuvar a la buena coordinación de las acciones conjuntas de ambos gobiernos. Debe no abstenerse de intervenir, sino al contrario, construir canales institucionales con todos los ministerios de ambos gobiernos, con el propósito de cooperar y de informar al Canciller y al presidente López Obrador, sobre los asuntos en cuestión.

Como consecuencia del amplio abanico de materias que involucran la relación bilateral, como migración, combate al crimen organizado, entre otros, el Secretario de Relaciones Exteriores y el propio jefe del Estado pueden quedar al margen de sucesos acaecidos, y que a su vez, pueden perderse en la burocracia informativa de los gobiernos. Esa debe ser, a mi juicio, la principal misión del embajador en Washington: informar a sus superiores jerárquicos y, en su caso, apoyar en la coordinación de las acciones bilaterales en concierto con los ministerios.