Ensenada es uno de los municipios más alejados del centro del país. Esta situación hace que seamos bendecidos y condenados al mismo tiempo. Bendecidos porque la cultura del altiplano tiene pocos efectos acá, esto es, tenemos una óptica diferente a la hora de encarar nuestros problemas. Nuestra condena viene de recibir políticas que tienen poco que ver con nuestras verdaderas necesidades.
Pero eso nos deja también con un margen más amplio para ver lo que es funcional y lo que no. Si a la historia nos referimos, podríamos decir que en cuestiones democráticas siempre hemos ido a la vanguardia. Diecisiete años antes de la alternancia en el poder nosotros ya la ejercíamos. Fue en el 83 con David Ojeda y el desconocido PST (partido socialista de los trabajadores) que por primera vez teníamos alternancia. Quiero aclarar que Ojeda ya en su gobierno se comportó como un priísta más, al grado de sindicalizarle un poco más de 300 empleados de confianza a la entrante administración de Ernesto Ruffo, ahogando las finanzas municipales, lo que hizo que los ciudadanos tuviesen que encargarse de la recolección de la basura por un tiempo.
Pero la semilla de la democracia ya había germinado. Habíamos encontrado una manera de demostrar que votando se podían resolver problemas. Fue de Ensenada que salió el primer gobernador de oposición en la historia del país, teniendo que ser reconocido a fuerza de votos por el entonces presidente, el infame Carlos Salinas.
Traigo esto a colación porque la próxima elección en mi ciudad puede significar un cambio en la manera que se hace política a nivel nacional. Un ciudadano sin ninguna filiación política contiende con muchas posibilidades de ganar. La precepción de una inmensa mayoría de la ciudadanía es que los partidos han dejado de representar las necesidades de la población, convirtiéndose en simples agencias de empleo, o clubes de negocios donde se puede enriquecer con un mínimo esfuerzo.
Esto ha desembocado en una terrible apatía a la hora de ejercer el voto. Menos del 30% del padrón sale a votar, y se podría decir que con cierto grado de razón. Los partidos políticos han desarrollado estrategias para alejar a los votantes, manteniendo su voto duro como seguro de vida. Si vemos a los candidatos, reconocemos rostros familiares que quieren seguir viviendo del presupuesto, o son representantes de las oligarquías locales con intereses especiales.
Hay algo que siempre se pasa por alto, porque las campañas políticas se alimentan de la polarización, una diferenciación de marca que se hace indistinguible una vez que llegan al poder. Esto que se pasa por alto es el hecho que las membresías de los partidos están construidas con personas decentes que en verdad creen que por esos medios se pueden hacer los cambios. Pero el mundo evoluciona, y nuestras comunidades, nuestra ciudad es demasiado importante para seguir dejándola en manos de los políticos. Los movimientos ciudadanos han llegado para quedarse, y esa dinámica es difícil que cambie. Hemos entrado en una ruta que puede llevar al país a un nuevo rumbo.
Si es usted priísta o panista, le recomiendo que por esta ocasión vote por Omar García. Usted que es priísta o panista ya lo ha hecho en otras ocasiones. Se ha enojado porque los candidatos de su partido no lo representan y ha votado en contra. Los ensenadenses de siempre hemos votado por el candidato más que el partido. La muestra más palpable es la última elección. Después de la desastrosa administración del PRI cualquiera hubiese imaginado que el PAN tenía la mesa servida. Pero el PRI lanzó al profesor Gilberto Hirata y ganó con facilidad.
Los ensenadenses probamos este mantra. En el centro del país se nos da menos importancia de la que tenemos a nivel democrático. Por eso es tan importante salir a votar por el cambio. Lo hemos hecho muchas veces. Votar un independiente en el municipio más grande del país mandará un mensaje inequívoco, somos nosotros los ciudadanos los que decidimos el rumbo del país, y seguiremos creando los mecanismos para que así sea.
Por primera vez podemos tener un gobierno cien por ciento ciudadano, que no llega amarrado por los intereses partidistas, podemos hacer la administración municipal trasparente, establecer una nueva base en la cual las decisiones de gobierno sean con base al consenso, a la participación ciudadana.
Que el domingo de las elecciones, usted salga y le diga al gobierno, votar puede ser una fiesta democrática, un triunfo del sentido común sobre las inercias que muchas veces creemos inevitables.
Omar García representa un verdadero cambio. Lo digo porque lo conozco y sé que hará un gran papel. Y recuerde que el país entero estará mirando. Dé el ejemplo.