La violencia en redes sociales se ha propagado con mayor velocidad que todas las violencias en el terreno físico. ¿La razón? El medio para ejercer la violencia es como una gigante bocina ensordecedora. El alcance de Internet, las condiciones de anonimato para el manejo de información y la posibilidad masiva de interacción han proyectado lo mejor y también, lo peor de la humanidad en el ciberespacio. El machismo, racismo, fobias y odios son la regla de Internet.

Es por ello que todos los esfuerzos para contener y sancionar este tipo de violencia deben escapar de los protagonismos partidistas. La legislación en materia de violencia digital, e inclusive, el mismo nombre, surgió desde la perspectiva víctima. Fueron mujeres las que identificaron este tipo de violencia en carne propia, que se negaron a normalizar lo habitual como algo natural y decidieron comenzar a nombrarlo. La primera de ellas fue Olimpia Coral Melo. Cuando enfrentó en 2013 un episodio que, en aquellos tiempos, le cortó la carrera profesional y la vida tranquila en Huauchinango, Puebla.

Cuando un video sexual fue filtrado sin su consentimiento, Olimpia se acercó a denunciar y le negaron el acceso a la justicia diciéndole que no había nada qué perseguir. ¿El autor del crimen? Desconocido. Su ex pareja no fue, contrario a los casos que mencionan como un lugar común constantemente. Alguien de su oficina lo hizo, sin certeza de quién fue.

Olimpia encontró de la peor forma el modus operandi de los machistas en Internet: Desde Facebook, a través de páginas como Rólalas Huauchinango, Putitas Huauchinango o Quémalas por Pendejas Huauchinango, hacían un llamado a trasladar la violencia de las redes sociales hasta la puerta de su casa. Olimpia vivió por varios meses en las cuatro paredes de su cuarto. Suicidio, abandono, odio, dolor, tristeza, impotencia, coraje y mil cosas indescriptibles pudieron pasar por su mente -de hecho, pasaron-. Pero hubo una que fue detonante para que hoy, la violencia digital sea reconocida en 11 entidades de México con una perspectiva de género. Esa razón fue la conciencia de que no sólo era ella la que estaba sufriendo el flagelo de la doble moralidad poblana. Eran miles de niñas y mujeres, en muchos lugares del país. Ahí comenzó la lucha: Lo virtual es real, y hace daño lo que sucede en Internet tanto como lo que sucede fuera de las redes.

La “Ley Olimpia” es toda legislación que reconoce al machismo y al heteropatriarcado como el motor de la misoginia digital. El machismo porque basado en la idea de que las mujeres son “objetos de consumo sexual” de los hombres, permiten que se mantengan estos contenidos como opciones rentables para hacer “negocios” en páginas pornográficas y redes sociales. Heteropatriarcado porque basados en la idea de que en la heterosexualidad, las mujeres que se dejan grabar o fotografiar desnudas son las culpables de lo que les pueda suceder, criminalizan el intercambio y justifican que la condena social y la idea punitiva se vierta toda en contra de la mujer.

La Ciudad fue uno de los primeros lugares en los que se propuso construir legislación al respecto. En aquel entonces, Víctor Hugo Romo y Beatriz Olivares, legisladores locales de la todavía Asamblea Legislativa del Distrito Federal, encabezaron la propuesta.

Olimpia Coral Melo, la que escribe este texto y muchas compañeras más conformamos el Frente Nacional para la Sororidad hace más de 4 años, logrando reunir un equipo interdisciplinario que con el único incentivo del activismo feminista, impulsando el reconocimiento de esta violencia. Ingenieras, activistas, abogadas, periodistas y otras especialistas, desde el feminismo, alzamos la voz y construimos reflexiones sobre la dignidad en Internet, los tipos de violencias digitales (violentómetro), los canales de seguridad virtual, la atención a las víctimas, la capacitación para reconocer estas conductas y atenderlas, así como las rutas legislativas para hablar de violencia digital y hasta el mismo concepto.

Al día de hoy, en el Congreso de la Ciudad de México hay 12 iniciativas de Ley Olimpia, siendo la del vicecoordinador de Morena, José Luis Díaz de León al Código Penal de la Ciudad de México y la de Alessandra de la Vega a la Ley de Acceso de Mujeres a una Vida Libre de Violencia las más completas y protectoras. El PT, PRI, PAN y otras propuestas de Morena han retomado también la “Ley Olimpia” de otras entidades para convertirlo en realidad. Reconocer la violencia digital es tan sólo un paso para cristalizar el acceso a la justicia, pero a nivel simbólico, es una causa que arropa a todas las Olimpias que han enfrentado esto y a las que no pudieron mirar estas reformas concretadas porque los violentadores en redes sociales las asesinaron con cada vista, cada compartir y cada “like” que dieron a esos contenidos. Reconocer a quienes impulsaron los grandes cambios también es hacer justicia por todas las puertas que les cerraron a causa de la ineficacia del Estado y la Sociedad para darles, en su momento, la justicia que merecían. Reconocer también implica mirar los esfuerzos intelectuales, reflexivos, sociales y jurídicos que construyen nuestros conceptos y nuestro lenguaje.

Habrá esperanza y justicia en cuanto la Ciudad, además de Ley Olimpia, tenga una Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Digitales contra la Dignidad. ¿Cómo se explican que haya legislación y fiscalías contra delitos financieros cometidos en Internet, pero no exista nada que proteja la dignidad e intimidad ? Se llama misoginia legislativa y consumo patriarcal de la ley. A ellos les roban dinero y para el sistema, su dinero vale más que nuestros cuerpos. Por eso, queremos estar seguras también en Internet y que los cambios sean llamados por su nombre: Ley Olimpia y el combate a la violencia digital como una causa generacional.