Con más bajas que las guerras más sangrientas de la historia, así parecen presentarse los últimos días de febrero y el mes de marzo de este año, me refiero a las competencias internas de las dos tercias de partidos más importantes de nuestro país: PRI-PVEM-PANAL de un lado y PAN-PRD-MC del otro lado.
Los dos partidos más importantes, PRI y PAN por su padrón y nomenclatura; por su permanencia en la historia y su conducción del país en los últimos 70 años; por los efectos –debatibles- que han dejado en sus gobiernos locales y nacionales, por la herencia de sus expresidentes, hoy se enfrentan de cara a la crisis que ellos generaron.
Primero, para poder llegar a ser medianamente competitivos (ambos se disputan el segundo lugar) tuvieron que hacer alianzas contra su propia naturaleza y esencia, se tuvo que traicionar y asesinar políticamente a importantes personajes de su linaje, todo para poder tener un precandidato-candidato medianamente aceptable, pasable, consumible; en el caso del PRI se detuvo la fuerza de su vieja militancia y de sus líderes históricos, un reducido grupo de una decena de amigos confiables del Presidente de México tomó todos los mandos para imponer a un candidato insuperable, el mejor de los mejores, cuyo gran mérito es no ser priista, sino solo ciudadano. No hubo otro aspirante medianamente decente en el interior del PRI. Hoy esa decena de amigos postulantes de José Antonio Meade, su dirigente nacional y sus sombríos perfiles no pueden delimitar las candidaturas a Gobernador, Senadores, Diputados, y autoridades locales. Aquí es donde viene la cena de negros.
En la segunda tercia de partidos PAN-PRD-MC el caso es muy parecido, el o los parricidio(s) que cometió Ricardo Anaya están al momento oportuno de cobrarle la factura. En ambos casos el reparto de los huesos nunca será suficiente para los tres partidos, tres dirigencias, tres intereses muchas veces contrapuestos.
En ambos casos la ambición es el primer motivador, las dos tercias ven muy altas posibilidades de triunfar, si no en lo nacional sí en lo regional o local, las componendas de las cúpulas promete crear un efecto indirecto hacia las bases de candidaturas para alzarse con el triunfo, el sueño es lo primero. Si ya han triunfado antes ¿por qué ahora no?
Las contradicciones en el reparto de las candidaturas van a desgajar, desmembrar la fuerza sempiterna del PRI, del PAN y de lo que queda del PRD.
Muy al otro extremo el partido más joven MORENA, el partido del liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, consolidado con un registro de julio de 2014, con tres años cuenta con una muy peculiar forma de selección de candidatos, a la suerte; del desprendimiento de inconformes en PRI, PAN y PRD se fortalece aún más el movimiento de López Obrador.
La implosión de los partidos históricos solo tiene un beneficiario directo.