Centro Histórico,  cayó en una espiral de deterioro durante la segunda mitad del siglo XX

No estoy hablando de algo que nunca se haya visto en una ciudad mexicana o de otro lugar del mundo... Cuando hablamos de la transformación urbana nada es definitivo y la única constante tendría que ser la capacidad de adaptación.

Tendría que ser lo mas normal asumir que con el paso del tiempo va cambiando la vocación “natural” del suelo y los inmuebles.

Tendría que ser lo mas normal entender que las canijas circunstancias van marcado el camino de la transformación urbana, jugando con aquella vieja leyenda inmobiliaria en que lo único que valía era la “ubicación, ubicación, ubicación”, que por supuesto que sigue mandando, pero que para ello se va ajustando a los cambiantes criterios que definen los valores, económico y de uso, de esa bendita “ubicación”.

Porque a lo largo del tiempo eso le ha pasado al centro de toda ciudad... Más aun cuando se trata de centros historicos de ciudades centenarias, que han visto que lo que en su momento fueron las zonas de mayor lujo, en algun momento se convirtieron en centros de comercio o gobierno, y segun lo que han marcado sus historias, han caido y resurgido una o varias veces.

Veamos el ejemplo de la Ciudad de México, cuyo Centro Histórico, que fue alguna vez lugar de palacios, cayó en una espiral de deterioro durante la segunda mitad del siglo XX, que lo llevó a convertirse en una inmensa y desordenada zona comercial y sede de dependencias publicas de todo tipo, en que muchos de sus inmuebles de enorme valor histórico, acabaron siendo ocupados en forma precaria como talleres y bodegas, en una dinámica que expulsaba a sus habitantes y dejaba para los que quedaban solo la pobre opción de viviendas igualmente precarias.

Una historia de deterioro que culminó con el sismo de 1985, que aceleró la migración de sus habitantes locales y la precarización del uso de sus inmuebles y espacios públicos, convirtiendo el corazón del país en una palpitante masa decadente que vivía al extremo durante el día, para quedar vacía , en silencio y a obscuras durante las noches.

Fueron tiempos en que habia que decir que el corazón del país estaba muy lejos de ser el lugar en que uno quisiera estar al llegar la noche.

Ya desde antes de la pandemia era evidente que los ciclos urbanos hacían necesaria una reconfiguración de muchas ciudades mexicanas.

La pandemia y la necesidad de vivienda

Ciudades de todos tipos y tamaños... Lo mismo las que acumulan siglos de existencia, que aquellas cuya juventud tampoco basta pare evitar la necesidad de hacer ajustes muy importantes a sus modelos de planeacion urbana.

Ajustes que reconozcan el cambio en la vocación de suelo e inmuebles y hagan los ajustes regulatorios que permitan hacer uso de ellos en forma mucho más eficiente.

Porque el hecho es que la pandemia hace evidente la necesidad de vivienda y que también la pandemia ha puesto en jaque los conceptos de uso de lo que hasta hace un año habían sido los modelos convencionales de trabajo y comercio.

Porque qué sentido tiene que una real y contundente falta de vivienda conviva con la inmensa realidad de la inmensa cantidad de metros cuadrados desocupados en oficinas, hoteles y centros comerciales.

Oficinas vacías se convierten en viviendas

Es evidente que sería muy bueno reconvertir a viviendas los más de 450,000 m2 de oficinas que se desocuparon el año pasado en la Ciudad de México y que cuentan con buenas ubicaciones y abasto de todos los servicios.

Es algo que ya está pasando en otros países; las oficinas vacías se están convirtiendo en viviendas y muchos hoteles están haciendo lo mismo apostando por los hospedajes de larga estancia.

Hay que hacerlo... O al menos hay que explorarlo...

Y hacerlo, aunque deseable, no es fácil porque hoy no es una posibilidad que haya sido explorada por la política pública, la regulación no lo permite y no hay esquemas crediticios adecuados para realizar esas reconversiones, ni desarrolladores especializados o inversionistas con el apetito al punto.

Pero el caso está en que la reconversión urbana tendría que ser un instrumento fundamental en la construcción acelerada de una necesaria resiliencia urbana que permita, por principio, atender el enorme rezago de vivienda y contar para ello con el activo que representan los inmuebles que hoy están sub utilizados y el suelo que para poder ser utilizado requiere ajustes a la normatividad urbana.

Es simple, para poder hacer uso eficiente de suelo e inmuebles hacen falta ajustes a los instrumentos de planeacion y normatividad urbana... Y hacen falta también instrumentos financieros que permitan reconvertir esos espacios y atraer el interés de propietarios de inmuebles e inversionistas.

Hay que hacerlo porque se necesita crear salidas para que la falta de uso de esos inmuebles no sea parte del problema, sino parte esencial de la solución.

Que no se nos olvide... Vivimos tiempos de Ciudades... En ellas están los problemas, pero también los caminos de solución.

* Horacio Urbano es fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas de desarrollo urbano, sector inmobiliario y vivienda.

@horacio_urbano