Las ciudades no son calles y ladrillos... Las ciudades son sistemas de actividades humanas y los lugares en que ellas se desarrollan y de los cuales dependen.

Es por ello que hablar de la recuperación de las ciudades implica hablar de la recuperación de esas actividades y de entender el papel que en ese proceso habrán de tener el territorio, y la forma en que éste se organiza por la vía de espacios y activos inmobiliarios, públicos y privados.

Recuperar alguna normalidad tendrá que ver con poder salir a la calle y volver a trabajar, estudiar, comprar, divertirnos y realizar cuanta actividad humana se me pueda estar escapando.

Tendrá que ver con la forma en que regresaremos y ocuparemos cines, restaurantes, oficinas, hoteles, centros comerciales y fábricas.

Con la forma en que estos negocios se adapten para seguir adelante y nosotros a su vez para poderlos seguir usando.

Resiliencia, que le llaman...

Y tendrá que ver también con la recuperación del espacio público y las formas en que éste, junto con todo el sistema de activos inmobiliarios que requieren las actividades humanas, se relacionen con el espacio privado, eliminando algunas de las barreras que limitan lo privado a la vivienda y dejan lo público para todo lo que sencillamente quede fuera de ella.

No, ahora el futuro implica entender nuevas formas para usar esa relación, reconociendo que lo privado no termina en la vivienda y que lo público es parte fundamental del adecuado funcionamiento de lo privado.

-La casa no termina en sus paredes, sino que se complementa con el entorno que la rodea y la vincula a todo tipo de servicios y actividades urbanas-.

Y es este complejo sistema de relaciones el que será puesto a prueba por la pandemia y sus consecuencias.

Es así que la pandemia pondrá bajo fuego al sector educativo nacional, toda vez que la educación pública tendrá el reto inmenso de atender a distancia a millones de niños y jóvenes, que en muchos casos no cuentan con condiciones para ello, en tanto que la educación privada tendrá que hacer frente al impacto de una inminente e inevitable caída en sus matrículas e ingresos.

Sobra decir que millones de familias no cuentan con viviendas que les permitan enfrentar debidamente los retos del trabajo y la educación a distancia y que las escuelas privadas necesitan seguir cobrando colegiaturas para poder mantener empleos, salarios e instalaciones, que por lo pronto no podrán ser usadas.

Es inmenso y terrible el riesgo de ver cerrar un número importante de escuelas privadas.

Qué decir de lo que viven hoteles, bares y restaurantes, que por varios meses han visto caer incluso a cero sus ingresos, y enfrentan un futuro más que incierto, marcado por una dependencia total del consumo nacional, toda vez que se ve muy lejano el regreso del turismo internacional.

Ya hay cadenas hoteleras que registran caídas de más de 97% en sus ingresos, al mismo tiempo que los organismos empresariales que agrupan a bares y restaurantes, ya señalan que del total de establecimientos que había antes del cierre provocado por la pandemia, aproximadamente 30% no volverán a abrir sus puertas.

No es diferente el escenario en los centros comerciales, que aún habiendo dado apoyos muy importantes a sus inquilinos, inevitablemente verán reducidos los índices de ocupación y demanda que tenían al cierre del año pasado.

No es diferentes lo que se vive en oficinas... Que ahora enfrentan el reto inmenso de reinventarse y tendrán que ser el punto de partida en la reconstrucción de las actividades que en ellas se desarrollan, dejando de ser solo el espacio propicio para llegar a hacer horas nalga y arrastrar el lápiz, para convertirse en espacios creativos que dejen la talacha para ser realizada a distancia,y privilegien el encuentro del talento que genere ideas.

Y es que la pandemia demostró que se puede trabajar en cualquier lado... Más aún si hay tiempo y necesidad para crear condiciones propicias para ello, lo que no marca el fin de las oficinas, sino el inicio de una nueva etapa en materia de productividad, en que buena parte de la labor se pueda hacer a distancia.

La ciudad tendría también que responder a ello por la vía de una planeación integral de largo plazo, que, sin embargo, se puede complementar en lo inmediato con medidas que permitan hacer mejores usos del espacio público, privilegiando la micromovilidad y aprovechar el momento de disrupción para dar los primeros pasos de un indispensable proceso de construcción de Cultura Urbana.

El hecho es que debemos entender en una forma diferente la Ciudad y aprender a acomodarnos mejor en ella.

No... Las ciudades no van a desaparecer... Lejos de ello, las vamos a necesitar como nunca... Pero las vamos a necesitar mejor planeadas, mejor gestionadas y con una sociedad que entienda el camino del cambio y se sume al proceso de recorrerlo.

* Horacio Urbano es fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas de desarrollo urbano, sector inmobiliario y vivienda.

@horacio_urbano