“Estamos curados y vacunados, de no pocos espantos”

Desde que apareció el nuevo coronavirus las noticias han ido de mal en peor, y no me refiero solo a México: el mundo no estaba preparado para una pandemia.

En diciembre del 2019, China notifica tarde, es importante decirlo, a destiempo, la aparición de un brote de una misteriosa infección respiratoria que cobraba varios cientos de muertos en Wuhan; de cientos se fueron a miles y de China se fueron al mundo.

Desde entonces, las teorías “buenas” —se inactiva por el calor, en los trópicos no pasará nada, en México somos resistentes— fueron cayendo una a una. La realidad actual en México es durísima, inimaginable hace un año. Si alguien hubiera pronosticado hace 365 días que en nuestro país iban a existir más de 1,500,000 casos y al menos 140,000 muertes lo hubieran tachado de sociópata.

Desafortunadamente, esto es real, no es una pesadilla, es una cruda verdad a un manejo mezquino, austero y carente de autocrítica. La esperanza ya desde hace meses era el desarrollo de una vacuna que pudiera poner freno a este tsunami. En tiempo récord, lo que nunca se había logrado, se desarrolló no una vacuna, sino varias; pudieran en unas semanas aprobarse siete.

Las vacunas han sido causa de discursos electorales, triunfalistas, heroicos; los países poderosos de nuestro planeta sabían que el tener “la vacuna” iba a incrementar la soberanía sobre los demás; esa es, afortunadamente, una de las razones por las que se produjeron tantas investigaciones que han llevado a la aparición de la esperanza, las vacunas.

La vacuna: ¿En dónde estamos hoy?

Ahora bien, ¿en dónde estamos hoy? Resulta que los países apostaron por diferentes biológicos. Unos en base al descubrimiento de su propia vacuna, otros en base a sus posibilidades económicas y algunos solamente mirando las migajas del resto.

Así, existen tres vacunas en fases avanzadas de las llamadas ARN mensajero (RNAm), Pfizer, Moderna y próximamente Cure-Vac. Una plataforma biotecnológica en donde se inyecta el ácido ribonucleico del virus para que nuestras células produzcan la pretina S del mismo y con ello el desarrollo de una inmunidad prolongada. Los estudios con Pfizer y Moderna incluyeron a más de 30,000 voluntarios cada una, con resultados por demás satisfactorios. 95% de efectividad es algo poco imaginable cuando se compara con la eficacia de la vacuna de la influenza, que varía anualmente pero que difícilmente llega en su mejor año al 65%. La desventaja de esta plataforma es su distribución a través de una cadena de enfriamiento y su precio desde 20 hasta 40 dólares americanos. No es extraño que sean las aplicadas en la mayor parte del mundo desarrollado.

Otra variante de la investigación giró en base al uso de vector viral; se usa a un virus como transportador de las partículas genéticas que desencadenan la respuesta inmune. Este vector en una de ellas, AstraZeneca-Oxford, es un adenovirus del chimpancé; en las otras 3, CanSino, Sputnik y Johnson & Johnson son adenovirus humanos. Estas vacunas son más baratas y parecen destinarse a la población menos pudiente del mundo. CanSino además ha sido probada en México y parecería la vacuna ideal, de no ser porque el estudio 2b publicado en julio del 2020, mostró una baja efectividad en población mayor a 55 años. Falta conocer los resultados finales de la fase 3, ojalá y sean diferentes, pero si no lo son y la exposición previa de personas mayores al adenovirus 5 afecta la producción de anticuerpos, entonces esta vacuna tendrá que usarse única y exclusivamente en gente joven.

También está “Sputnik V”, que apareció tan rápido como su homónimo el satélite especial de la ya extinta URSS. La fase 2 fue tan rápida como un cometa y el lanzamiento de la vacuna fue casi tan intrépido como el cohete que transportaba al famoso artefacto especial. La duda mayor en este particular caso, es la seguridad del descubrimiento ruso.

También existe Novavax, una compañía japonesa-estadounidense que produce una singular vacuna de subunidad proteica. Su predecesor es la vacuna de la hepatitis B, uno de los mayores descubrimientos del siglo XX. Pero la India logró que los estudios fase 3 se realizaran en su país, con una población enorme y que ha llevado a la compra de 1 billón de dosis en tan solo ese país asiático.

Es difícil imaginar el mosaico que se tendrá en el mundo con tantas vacunas, aplicadas incluso en una misma población y con variación en la dosis, como ya se sugerido con las de Pfizer y Moderna, en donde ante la carencia de los viales suficientes se ha argumentado la aplicación de una sola dosis. Será difícil, entonces, saber cuándo me tocara refuerzo si recibí la de “tin marín o la de do pingüe”. En ese afán por controlar la pandemia ya se han producido graves errores, que al menos al presidente de Estados Unidos le costaron la chamba.

Con la llegada a destiempo, con la incertidumbre de qué vacunas estarán disponibles y cuando lo harán, con las renuncias inesperadas pareciera que en México la vacuna del covid nos lleve al intento de curarnos de otro espanto.

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(El autor es médico internista e infectólogo. Profesor de posgrado de medicina interna. Centro Médico ABC)