No cabe duda que el episodio “Cállate-Que-estés-bien” de López Obrador en Nueva York es un ejemplo claro del fenómeno de la post-verdad. Es decir, de un hecho confirmado como falso, incluso desde el punto de vista técnico, que continúa siendo utilizado como verdad ya sea por interés político, ignorancia o fanatismo. O como la ha definido el Diccionario Oxford al nombrarla palabra del año 2016: La post-verdad es un fenómeno “Relativo o referido a circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes en la opinión pública que las emociones y las creencias personales”.
Para mí fue muy claro desde la primera audición que López Obrador jamás le ordenó “¡Cállate!” al señor Antonio Tizapa, padre de un estudiante de Ayotzinapa víctima de desaparición forzada, sino que, para terminar el intercambio de palabras, le deseó “¡Que te vaya bien!”. Por eso me sorprendió que, ya propagada la nota y vuelta escándalo, ningún medio hubiera verificado el audio. De inmediato, escribí un texto en el que atribuí el fenómeno a la sordera nacional y/o a la mala intención política. Envié mensaje y texto a Federico Arreola, quien lo subió la mañana del 16 de marzo. Solicité auxilio técnico a SDP y a otros medios vía twitter para convalidar mis oídos. Y algo absolutamente inusual, envié mi columna a varios periodistas. Julio Hernández escribió un generoso tuit que ha recibido cientos de retuits.
El periodista Arturo Rodríguez, de la Revista Proceso, escribió poco después en twitter que había recibido señalamientos sobre el asunto y hacía referencia al texto de SDP sobre ello. Le escribí que yo era autor del texto aludido. Nos saludamos y todo quedó claro. Posteriormente, Rodríguez realizó el procedimiento técnico de ralentizar el audio y aislarlo concluyendo que, en efecto, López Obrador jamás había dicho “¡Cállate!” sino “¡Que te vaya bien!”, como yo había precisado. Publicó el resultado en su cuenta de Facebook haciendo referencia a mi texto como fuente original aunque no se hizo así en la nota de Proceso en que se aclara el tema del cual este medio fue parte, pues había difundido profusamente la post-verdad en cuestión. Julio Hernández también hizo mención en su columna del jueves 16 de marzo de la prueba técnica de Rodríguez, mas sin mencionar mi texto, y Álvaro Delgado –periodista que difundió la nota de Nueva York, junto con muchos medios que al parecer sólo la repitieron sin verificar- retuiteó mi texto y escribió que él no tendría problema alguno en rectificar el error; lo que habla bien de Delgado.
Lo importante es que el tema se ha aclarado. Y a pesar de que sigue siendo utilizado por periodistas mal intencionados y fanáticos anti-AMLO que creen lo que quieren creer, lo que les fue ofrecido como una verdad inicial pues representa al político como a un ser intolerante, lo importante es, digo, que una manera de enfrentar el dañino fenómeno de la post-verdad, es decir, de la mentira, la ignorancia, la manipulación y el utilitarismo político, es con algo que quizá pueda llamarse Ante-Verdad. Esto es, ante todo la verdad y/o la veracidad. Porque no se trata de “defender” a un político sino de establecer los hechos como son. En este caso, con el uso de un procedimiento técnico en auxilio del sentido de la audición que revierte una nota tan escandalosa como mentirosa.
Pues que les vaya bien y hasta la próxima. Héctor Palacio SDPnoticias.com.