Desde hace tiempo, cada vez que escribo algún texto sobre Enrique Krauze tratando de rebatir sus planteamientos con argumentos, Federico Arreola sale en automática defensa del historiador y me acusa de “odiarlo”.
Ha sido el caso de mi argumentación “La ‘generación de la discordia’ y el voto de Enrique Krauze”, publicada en el periódico del señor Arreola el 11-05-16 (que es una respuesta a un ensayo y un artículo recientes del historiador), y a la cual el periodista ha respondido con “El odio a @EnriqueKrauze”.
En el apartado I de su columna, “La vida fracasada”, Arreola fantasea el perfil de una “biografía [en que] todo es mierda”. Aunque escrito con aparente mala leche o con “odio” (en lo personal no recurro a esta práctica gringa de los “haters” para descalificar; en México, al revés de Estados Unidos, el odio y la intolerancia parece venir de quienes utilizan el término), más bien remite a una vaga referencia -no diré que al estilo epistolar de Alazraki-, al eterno estudiante chejoviano o a la Biografía de un joven (no tan joven) de la clase media en México, de Gabriel Careaga. Y la verdad que esto no es lo importante del embrollo, porque a final de cuentas todo humano tiene un perfil, el que sea. Y el mejor, hoy día, no se asoma a ningún clásico. Porque, en realidad, después de Joyce y Borges, casi todo es mierda (exageremos un poco).
En el apartado II, “El odio a Enrique Krauze”, recurre al viejo truco o a la “dialéctica” de confrontar a López Obrador con sus adversarios para descalificar, a través del elogio, al político. Y por otro lado, se lanza contra los “odiadores”, los “resentidos”, los que cuestionan al “sistema”, a Krauze o a Peña, da igual (argumento similar al utilizado por gente como Salinas o “El Jefe” Diego). Y los acusa de estar al servicio de López Obrador, como si se tratara de seres no pensantes, incapaces de esbozar una crítica autónoma. Lo cierto es que, independientemente de López Obrador, la realidad mexicana está muy lejos de ser lo que creen imaginar los defensores del oficialismo. La evidencia se encuentra en las encuestas, en las cifras oficiales y aun en la crítica de Krauze al sistema que favorece.
Lo único que puedo añadir es que el señor Federico Arreola se equivoca conmigo cuando afirma que con mi escrito he creado un arma “para que todos los demás se lancen a la caza de Krauze” (demasiado valor le otorga al negarle el simple papel de una crítica a dos de los más recientes textos del ingeniero): 1. No “odio” a Enrique Krauze; lejos estoy de esos ánimos en relación a cualquier ser humano o animal. 2. Pareciera que Arreola preferiría que me autocensurara en relación a Krauze, Peña, el “sistema, o cualquier otro tema caro a su interés. 3. Arreola, como veremos, se equivoca, ha leído mal mi texto:
Él dice:
“Pero como Krauze es odiado por tanto resentido que quiso ser intelectual y no llegó a nada, entonces cada vez que a Andrés se le pega la gana lanza alguna crítica contra el director de Letras Libres y lo ubica, con falsedades, entre los partidarios del fraude electoral.
“López Obrador da la señal arranque y los mejores entre sus seguidores fabrican las armas para que todos los demás se lancen a la caza de Krauze.
“Es lo que ha hecho Hector Palacio en su artículo “La ‘generación de la discordia’ y el voto de Enrique Krauze”, al que llama injustamente “intelectual orgánico, beneficiario del fraude”.
“El texto de Palacio servirá para avivar el odio a Krauze entre los resentidos que son el motor de Morena.
“Pero ni ese artículo ni las críticas de AMLO le quitan nada de su grandeza como historiador a Enrique Krauze.”.
Esto es lo que he escrito:
“Enrique Krauze se reunió en privado, al menos en una ocasión, con el beneficiario del fraude de 1988, a quien, exaltado, muchos años después calificaría como ‘intelectual orgánico’ del partido fundado por Elías Calles: Carlos Salinas de Gortari (“Nuevo intelectual orgánico del PRI”; Letras Libres, diciembre 20, 2010). Él mismo revela el importante encuentro:
“En octubre de 1993, el presidente me citó —…— para sondear mi opinión sobre el proceso sucesorio… Enseguida me pidió que le diera una opinión franca sobre tres precandidatos: Pedro Aspe, Luis Donaldo Colosio y Manuel Camacho. Se la di, con una inclinación en favor de Camacho. (“Los idus de marzo”; Letras Libres, marzo, 1999).
“Intelectual orgánico beneficiario del fraude de 1988, según ha suscrito en varias ocasiones, las más recientes, en ‘Desaliento de México’: ‘En 1988, el repertorio se enriqueció con la manipulación electrónica de resultados, que permitió al pri robar la elección presidencial’ (Letras Libres; 09-05-16), y en “La Generación de la discordia’: ‘el fraude del 88’” (Reforma; 08-05-16).”.
Es decir, el “intelectual orgánico beneficiario del fraude de 1988” no es otro que Carlos Salinas de Gortari y quien lo ha puesto en estos términos (que por otro lado, son correctos) es Enrique Krauze Kleinbort.
Lamento que el director de SDPNoticias.com, Federico Arreola Castillo, haya leído mal mi frase y mi texto, lo cual le ha llevado a escribir una columna-respuesta ruda e intolerante (¿de “odio”?), sobre una premisa equivocada, falsa. Me ha leído mal y no sé si esté de malas porque considere intocable al historiador o porque las encuestas continúan marcando como favorito para el 2018 al opositor del sistema que tanto él como Krauze defienden. Mas no recurriré al lugar común y a la vulgaridad de solicitar una disculpa de su parte. Como bien ha sugerido en twitter, “mejor sigamos debatiendo”. Sí, pero que sea distante del discurso del “odio” (esa gringadera) y en la consideración de que cada opinión, cada texto es de una responsabilidad absolutamente personal.