No dejan lugar a dudas los números de la encuesta AMLOVEmetrics publicada en SDP Noticias.
Un 22.1% de la población considera que no es tan serio el problema del desabasto de medicinas, sino que es una situación derivada de una intensa campaña mediática contra el gobierno de la 4T.
Casi la mitad de los entrevistados (45.4%) prensa que el desabasto es real, o ha sido real, pero generado por una especie de boicot de proveedores de medicamentos molestos porque con las nuevas políticas de combate a la corrupción ya no tienen las ganancias excesivas del pasado. Con el desabasto propiciado por ellos mismos —se demostró que así ocurrió con el cierre de instalaciones para distribuir metotrexato de la farmacéutica Pisa— las compañías han buscado presionar al gobierno para volver a las situaciones del pasado.
En efecto, un 32.2% ve el desabasto como consecuencia de mala administración gubernamental, y quizá la habido, agudizada en mi opinión por la campaña mediática y por la presión de las farmacéuticas.
Por lo demás, y aunque no se midió —ni se comentó en los medios: estos callaron el tema durante años— el problema de la escasez de medicamentos en los hospitales públicos siempre ha existido. Por otras razones o por las mismas que en la actualidad, pero esa situación no es nueva. ¿Por qué no había hecho crisis? Tal vez porque sobran columnistas y directores de medios a los que apapachan las compañías farmacéuticas. Quienes hemos dirigido periódicos sabemos que tales empresas gastan bastante en relaciones públicas. Contratan empresas muy caras para difundir lo que hacen e inclusive invitan periodistas a congresos internacionales; sí, tal como hacen con los médicos, muchos de los cuales no solo agradecen que se les pague viáticos para hacer turismo de salud, sino que hasta reciben otros beneficios más directos.
En más de 20 años que tengo de luchar contra la enfermedad compleja en mi familia —periodo que ha coincidido con mi trabajo de administración de medios—, he conocido muchas de tales historias. Demasiadas. No las he comentado porque las he sabido por pláticas privadas en hospitales.
Por lo demás, el columnista Héctor de Mauleón de El Universal vuelve a mentir al narrar la historia de una niña enferma de leucemia que, según sus familiares —comprensiblemente desesperados— se agravó porque en un hospital del ISSSTE la aplicaron un “medicamento que procedía de un medicamento de mala calidad”. Vaya redacción tan clara y profesional la del columnista.
Se entiende que los padres de una niña enferma a la que le genera reacción alérgica una medicina culpen a la institución que la atendía. Pero, carajo, eso es algo tristemente de lo más normal; lo sé por experiencia: mi hija ha abandonado al menos cinco medicamentos biológicos por esa razón. Se ha puesto muy mal cuando la alergia le llega. Y cada vez que cambia de tratamiento debe dejar pasar meses antes de recibir el nuevo, siempre más caro y en ocasiones difícil de conseguir en México, inclusive en los hospitales privados. Mi peor pesadilla es que eso ocurra con las medicinas que ahora tienen a mi nieto bastante bien de su propio problema genético.
Cualquier médico sabe que tales cosas ocurren con medicamentos en perfectas condiciones. De Mauleón debió haberse asesorado un poco antes de dar por buena una versión seguramente falsa motivada por el enorme de dolor de ver a una hija enferma.
En lugar de eso, el columnista de El Universal difundió la historia de una niña que, según él, se puso muy mal por un “medicamento que procedía de un medicamento de mala calidad”. En fin, ni escribir con claridad sabe el periodista heroico que cada seis meses denuncia un atentado en su contra.