Surgida de las festividades relativas a los “misterios órficos” en las que resultaba estruendosa la “tragodis” o bramido de las cabras sacrificadas, la representación escénica habría reconocido como primer expositor a Frínico de cuya obra se conservan apenas meros fragmentos, ya señalaría Alfonso Reyes, que galardonar a Esquilo con el sonoro título de “padre de la Tragedia” habría obedecido a un dictamen pronunciado por Quintiliano varios siglos después del surgimiento de los festivales teatrales en Atenas , por parte de un hombre cuya lengua madre era el latín y que no hablaba ni el jónico con sus matices culteranos ni ninguna otra de las vertientes del griego clásico, y que, por lo demás, lanzaba su asertos en las antípodas geográficas de la Hélade domiciliado en la costa española en los extremos occidentales del Mediterráneo.
Esquilo y Sófocles trazan las tramas de sus obras desde las perspectivas del lado oscuro de la conciencia humana, no en balde sirven de guía a Freud en sus estudios sobre el subconsciente tal y como él mismo lo refiere en “La Interpretación de los Sueños”, en tanto que, Eurípides por su parte, representaría la entrada en escena el racionalismo surgido en Atenas como consecuencia de las deliberaciones públicas entronizadas por la democracia antigua, ocasionado el acre reproche que por tal motivo le endilgaría siglos después Friedrich Nietzsche en “El Origen de la Tragedia”; o bien, en la máxima expresión cultural del helenismo mediterráneo al decir de Theodor Mommsen en su formidable “Historia de Roma”, no en balde , obras como “Hipólito” habrían sido motivo de las disquisiciones de los Padres de la Iglesia desde los tiempos del “Concilio de Nicea”.
Entre nosotros, resulta por demás digno de significarse el hecho de que tanto don Pablo de Ballesteros como el Padre Ángel María Garibay , al menos dos de nuestros más grandes helenistas hayan resultado al unísono formidables nahuatlatos, no en balde, los tramas conocidos de la tragedia griega conllevan en su conjunto la manifestación filosófica del paso, del lado oscuro y cavernoso de la conciencia hasta la luminosidad de la razón que, precisamente, en Eurípides, encontraría su mejor y más acabada expresión dados los antecedentes referidos; transitar que, por lo demás, comenzaba a manifestarse en nuestros pueblos , tanto en figuras emblemáticas como Netzahualcóyotl , Príncipe de Texcoco y el Señor Tecayehuatzin de Huejitzingo , como con las respectivas disquisiciones de los “tlamantinimes” referentes al “tloque nahuaque”, “ Señor del cerca y el junto”.
En la Biblioteca del Patriarcado ortodoxo de la Ciudad de Jerusalén fue descubierto a principios del pasado mes de julio el manuscrito de la tragedia “Palamedes” que se erigiría en consecuencia en la vigésima obra de Eurípides.
Palamedes, descubrió y denunció que Odiseo habría fingido su locura para no ir a la guerra, en venganza, y dada la ocasión, el Rey de Ítaca falsificaría una carta entre Palmedes y Príamo Rey de Troya que configuraba la traición del héroe que habría inventado el ajedrez, los dados y la forma del alfabeto griego, en consecuencia, Palamedes fue lapidado hasta su muerte por las huestes integrantes del ejército “aqueo”.
El Palamedes pudiera erigirse en emblema de esperanza futura de los hombres, tal y como lo fuera el “Prometeo Encadenado” de Esquilo al decir de los “Padres de la Iglesia” en los albores de la “Edad Media”, por lo demás, nunca más necesario el ejercicio de la reflexión racional ponderada por los dramas de Eurípides como en los días que corren. ¿Qué mayor sentido de la tragedia para el estadio actual de la civilización que al supresión de la razón en aras del impacto propagandístico en boga que conduce a lapidaciones colectivas?
La gran Ópera de Antonio Vivaldi: “Moctezuma”, cuya trama recuerda sobremanera la de “Corazón de Piedra Verde” de Salvador de Madariaga, y que reconoce como fuente a un cronista de Indias llamado Antonio de Solís y Rivadeneyra fue encontrada en los archivos en fechas tan recientes como el año 2000 y ya ha sido puesta en escena, con tal antecedente sería de esperarse que pronto pudiéramos ver en las carteleras teatrales al “ Palamedes” , obra que habría vuelto a ver la luz del día hace tan sólo unas cuantas semanas.
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