El magnate Trump, hace 4 años, en 2016, con el apoyo de empresarios y millones de votos, ganó la partida a la "burocracia dorada"; hoy esa burocracia o "establishment" estadounidense toma revancha, con apoyo popular. Pero no hay a quien irle. Ambos proyectos causan dudas. Aun cuando la votación latina se dividió de manera sorprendente (en Florida una cantidad importante de latinoamericanos, hombres y mujeres, apoyaron en las urnas a Trump tanto en 2016 como en 2020; mientras que la mayoría de hispanos en California hizo lo propio a favor de los candidatos demócratas), ante tales circunstancias, cabe preguntarse ¿Cuál será la actitud política del nuevo gobierno de Biden hacia los pueblos de América Latina y el Caribe (ALyC) una vez que se den a conocer las cifras definitivas?

Mientras tanto, con el arribo a la presidencia de los Estados Unidos del político y ex vicepresidente Joe Biden, a partir de enero próximo, todo indica que las relaciones diplomáticas entre México y Washington iniciarán una nueva etapa no ajena de dificultades y situaciones adversas. Así sucedió hace cuatro años con la llegada del empresario neoyorkino Donald Trump, a la Casa Blanca. En particular, la agenda migrante, energética, comercial, cultural, educativa, científica y social entrará en un compás de espera e incertidumbre, pues aún no se conocen los términos ni los contenidos del programa de gobierno que asumirá la burocracia dorada, que regresa en este 2021 al poder del país vecino. ¿Cuáles serán ahora los contenidos de la agenda bilateral o multilateral con todos los países de ALyC?

Lo que se percibe en México, al menos, es incertidumbre. Dado que aún no contamos con elementos claros acerca de las políticas que asumirá el nuevo gobierno de Washington a partir de enero de 2021, tanto para nuestro país como para todos los integrantes, pueblos y gobiernos, de la región Latinoamericana y del Caribe.

Podríamos tener dos opciones para interpretar los hechos: Una pesimista que diría, como lo comentó de manera genial un “monito” de un cartón de Hernández, en La Jornada: “Terminó la aventura fascista; sigamos con la normalidad colonialista”, (con voz caricaturizada de Biden). La versión optimista sería pensar en una actitud diferente hacia ALyC por parte del gobierno de Washington, en un sentido de mayor cooperación para el crecimiento y el desarrollo de la región. Cosa que se ve difícil, debido a la vocación intervencionista o proteccionista de los gobiernos de EU (¿Cómo continuará la política de levantamiento de “muros” a lo largo de la frontera sur de EU?).

Como quiera que sucedan los acontecimientos y los procesos políticos, es indispensable mantener abiertas las puertas del diálogo y la negociación, así como tender puentes de amistad y entendimiento entre los pueblos y los gobiernos, en beneficio de los diferentes sectores de la sociedad.

Los cambios de gobierno, en cualquier nación democrática, demandan institucionalidad, respeto y congruencia con ciertos principios de cooperación y apoyo humanitario, y requieren ponderar como prioritarias las políticas públicas sobre migración, comercio, sector energético, cultura, educación, salud y desarrollo social. Si los gobiernos de EU y México son conscientes de eso, deberán actuar en consecuencia. En el marco de estas crisis sanitaria y económica que enfrenta el mundo, y de acuerdo con la profundidad que toman dichas crisis en cada país de la región, de ahora en adelante, el entendimiento y la colaboración políticos serán privilegiados.

Alguien ha dicho que la más importante política exterior es aquella que se enfoca o se apoya en la política interior (idea que ha retomado el presidente López Obrador y que la ha convertido en línea de su gobierno); eso es cierto, por ello planteo: ¿Cuáles son las diferencias entre el programa de gobierno 2021-2024 de los conservadores-republicanos y los liberales-demócratas? Más allá de los procedimientos electorales, esa pregunta es la que habrá de contestarse.

El oportunismo político sale de paseo, a pesar de la pandemia

La experiencia de las sociedades y de los gobiernos llegan a tocarse: México tuvo a su empresario-Presidente con Vicente Fox; EU tuvo a su empresario-Presidente con Donald Trump... ¿Qué hemos aprendido de los tiempos en que los empresarios se vuelven políticos? ¿Y cuando los políticos se convierten en empresarios? Para empezar, profundas decepciones.

Sin embargo, los empresarios (sobre todos los representantes del gran capital), que tienen de su lado el poder económico, no quitan la mirada en el poder público. Con la noticia sobre el triunfo de Biden, entra a escena el oportunismo político. El interés (por el poder político) tiene pies. Veamos: Durante la campaña, Trump y el trumpismo decían que Biden y los demócratas "representaban al socialismo o al comunismo". Tras el anuncio del triunfo de Biden, la derecha mexicana (así como cierta “comentocracia”) le aplaude a Biden. ¿Cómo? ¿Quién podría explicar este cambio de chaquetas? Nuevamente me pregunto: ¿Es una derecha "pro-comunista" u oportunista?

jcmqro3@yahoo.com