Cuando vemos a Andrés Manuel López Obrador como un político que hace política y nada más, nos quedamos bastante cortos, ya que su situación es tan compleja que para entender un poco más profundamente su pensamiento es necesario analizarlo desde diferentes perspectivas.
Como político se ha caracterizado por practicar un humanismo a toda costa, las personas y no las estadísticas han guiado su actuar desde que se desempeñó como responsable del instituto nacional indigenista en Tabasco. Su pasado de lucha al lado de las comunidades afectadas por PEMEX demuestra que las causas y no los puestos políticos son los verdaderos impulsores de su persistencia en la política.
En lo personal, esa faceta de AMLO es la que más respeto porque es congruente y excepcional.
Sin embargo hay otros aspectos que se derivan de la aspiración por llegar a la presidencia, aspectos que no tienen que ver con la validez de las causas, sino con la pertinencia de las estrategias.
Estas estrategias han generados una serie de opiniones encontradas en donde unos aceptan las indicaciones que vienen de “arriba” y otros, consideran que dichas estrategias tienen que ser modificadas por su escasa efectividad. En lo personal me ubico del lado de estos últimos.
El principal comentario que escucho de AMLO es que si bien representa una muy buena opción de gobierno, la estrategia no está siendo entendida y no esta siendo percibido como tal por amplios sectores sociales, en especial los que menos recursos formativos tienen. Mientras que la clase media, los grupos más o menos concientizados con mayor nivel educativo y hasta algunos empresarios son los activos promotores de la candidatura Lópezobradorista.
A diferencia de hace seis años, no se ve el entusiasmo masivo que se generó entre los jóvenes, ni las estrategias de comunicación como lo fue los videos de Mandoki, el pejecito de caricatura no pinta las ventanas de casas ni automóviles, ni las convocatorias a los festivales culturales pro-AMLO están circulando en las redes sociales e Internet con tanto ahínco, y así podría seguirle, pero el principal es que a 45 días de la elección la diferencia que indican las encuestas todavía son muy grandes.
En este sentido retomo lo que mencionó un punto que Federico Arreola hace unos días: “AMLO, para poder competir seriamente con EPN, debe dejar con toda claridad a JVM en tercer lugar”.
Si Peña Nieto no bajó lo suficiente desde el arranque de campaña ni con el “debate”, quiere decir que por ahí no es el camino. Si alrededor del 40% siguen a EPN y el 60% no lo siguen, entonces hay que ver la composición y comportamiento de ese 60% restante. No se trata de declinaciones de candidatos, sino de estrategias electorales lo suficientemente atractivas y enfocadas a los votantes anti-peñanietistas.
El gobierno de Calderón ya pactó con el PRI y lo que le pase a Josefina como candidata los tiene sin cuidado, por lo que la propia Josefina involuntariamente esta terminando por hacer la labor que en los hechos realiza Quadri.
En la ceremonia oficial del día del Maestro, Calderón fue particularmente tibio con la Maestra Elba Esther, cuando lo que pudiera estar haciendo es (que al fin y al cabo ya se va) una profunda revisión del sector educativo. Si Calderón acometiera a la Maestra frontalmente desbarataría la campaña de Quadri y de refilón pasaría a traer a Peña Nieto con lo que haría subir a Vázquez Mota. Lo cual no sucederá por obvias razones.
Es pues que lo que se requiere para que Andrés Manuel suba es que Josefina se desplome. ¿Como? Pues arremetiendo contra las políticas del PAN –Gobierno –Vázquez Mota.
Dirán por ahí que es puro debraye mental el mío, pero a este paso las encuestas se pondrán parejeras por ahí de octubre y las elecciones tendrían que ser en Noviembre.
La creación MORENA de cara a esta elección fue un acierto, pero no está siendo el factor decisivo. Solo falta mes y medio para la jornada electoral y la decisión de seguir como va o hacer cambios en la estrategia, está en Andrés Manuel y su equipo más cercano. Después tal vez sea demasiado tarde