Uno de los hallazgos particularmente notables de la reforma educativa ha sido alentar una discusión, en muy diversos foros, acerca de sus complejidades y, por tanto, de los retos y desafíos en su instrumentación. El fenómeno, en sí mismo, es muy saludable porque va construyendo una conversación colectiva sobre los temas de fondo y ese es el caso, por ejemplo, de un detallado texto que el maestro Juan Carlos Miranda Arroyo publicó aquí mismo (https://www.sdpnoticias.com/nacional/2017/12/20/otto-granados-y-el-escritorio-de-la-sep) hace unos días y que pone el acento en tres aspectos medulares: las tutorías, la tasa de cobertura en preescolar y media superior, y el problema del rezago educativo. Por ello mismo, conviene comentarlos.

En primer lugar, los insumos considerados por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) para el análisis de los avances en la estrategia de tutorías a docentes de nuevo ingreso en educación básica, corresponden a encuestas aplicadas al término del ciclo escolar 2015-2016 y a entrevistas realizadas en diciembre de 2015 a la primera generación de docentes que ingresaron en el ciclo escolar 2014-2015. Además, la cifra de 59.1% de asignación de tutores al finalizar el ciclo escolar 2014-2015, es una estimación de acuerdo con la Encuesta Nacional de Tutoría en Educación Básica y Media Superior, como lo cita el propio INEE. 

Al respecto, la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente (CNSPD) identificó que, al finalizar el ciclo 2014-2015, en realidad se brindó tutoría al 78% de los 21,887 docentes de educación básica, lo que quiere decir que poco más de 17 mil docentes recibieron tutoría presencial, tal como lo establece el marco normativo emitido por la propia CNSPD, y supone que el tutor suba las evidencias de su trabajo en una plataforma para ser validadas y, con ello, reciba el incentivo correspondiente, que hasta el ciclo escolar 2016-2017, se efectuó en una sola emisión, al finalizar los 10 meses. Es decir, recibieron el incentivo quienes cumplieron con los requisitos y están registrados en las nóminas de la SEP o en las de las autoridades educativas estatales, según el caso.  Por lo tanto, si sólo 36.1% de los encuestados reportó haber recibido el incentivo, es posible que el resto no tenía el perfil (algunos eran directores o supervisores y no docentes frente a grupo), o estaban ubicados en centros de trabajo diferentes a sus tutorados, o no subieron las evidencias. Cabe añadir que, entre los datos arrojados por la encuesta levantada por el INEE, entre los tutorados que contaron con tutor asignado y tuvieron sesiones de tutoría, 71.4% se mostró satisfecho o muy satisfecho en lo general, y en aspectos específicos dicha satisfacción observó niveles de entre 86% y 91%.

Ahora bien, como lo menciona atinadamente el maestro Miranda Arroyo, hace falta más. Por ello, la CNSPD, con el propósito de ampliar la cobertura, sobre todo a zonas rurales, fortalecer académicamente los contenidos e institucionalizar a largo plazo la Tutoría a docentes de nuevo ingreso, está a ya actuando en otros frentes. Por ejemplo, a partir del ciclo escolar 2016-2017 se ofrece la modalidad de Tutoría en Línea a través de una plataforma virtual-Moodle, cuyos contenidos están basados en los parámetros e indicadores del perfil docente, y cada tutor atiende entre 8 a 10 docentes, lo que permitió que la cobertura en ese ciclo escolar se ampliara al 80%, atendiendo a 28,455 docentes de los 35,564 de nuevo ingreso. Además, a partir del actual ciclo escolar se desarrolla una modalidad adicional, la Tutoría de Concentración, dirigida especialmente a docentes de zonas rurales e indígenas, escuelas multigrado y telesecundarias, lo cual permitirá atender a la totalidad de la población sujeta a este beneficio.

Por otra parte, el incentivo al tutor, a partir del 15 de agosto de 2017, se incrementó de $3,261 a $4,000 y se cubre mensualmente, en lugar de liquidarlo en una sola exhibición al concluir el ciclo escolar. La meta para este ciclo escolar, para alcanzar la cobertura del 100%, es contar con al menos 24,000 tutores para atender a 36,000 docentes de nuevo ingreso en 2018. En este punto hay que reconocer que necesitamos una labor de promoción e información más intensa para lograr el objetivo, como por cierto sucede también en otros de los componentes de la reforma.

El segundo aspecto tiene que ver con la cuestión de la cobertura educativa en preescolar y educación media superior, y este es un tema de intensa discusión en muchos países. Para el caso de México, durante la presente administración, entre los ciclos escolares 2012-2013 y 2017-2018, la matrícula de educación preescolar se ha incrementado en cerca de 250 mil alumnos, superando por primera ocasión los 5 millones. En este periodo, la tasa de cobertura para el grupo de edad de tres a cinco años pasó de 70.7% a un estimado de 75.5%, es decir, 4.8 puntos porcentuales adicionales. Por edad específica, para los niños de tres, cuatro y cinco años que son atendidos únicamente en preescolar, los valores del indicador son 49.9%, 92.3% y 84.3%, respectivamente. En todos los casos, estos niveles de atención son superiores a los observados hace cinco años (40.1%, 88.5% y 83.4% respectivamente), destacando el fuerte crecimiento −de casi 10 puntos porcentuales− en la atención de los niños de tres años.

En relación con los niños de cinco años cabe recordar que un porcentaje importante de ellos se encuentra cursando ya el primer grado de educación primaria, por lo cual la atención educativa que recibe este grupo de edad se considera universal. Para los niños de tres, e incluso cuatro años, que acuden a estancias infantiles o guarderías de distintas dependencias federales y que por su edad podrían estar matriculados en preescolar, recientemente se promovió la suscripción de convenios que permitirán, cumpliéndose ciertas condiciones, acreditarles el primer grado de este nivel de estudios, con lo cual se reconocerá formalmente la atención educativa que efectivamente recibe esta población y que hoy día no se ve reflejada en las estadísticas nacionales. Evidentemente, este avance mejorará el indicador.

Por lo que respecta a la educación media superior, para el ciclo escolar 2017-2018 se estima se atienden 5.3 millones de alumnos en la modalidad escolarizada, con lo que se alcanza una tasa de cobertura de 79.6% en el grupo de edad de 15 a 17 años, que significa prácticamente haber alcanzado ya la meta de 80% establecida para el final de la administración (ciclo 2018-2019). En los últimos cinco ciclos escolares el indicador de cobertura se ha incrementado 13.7 puntos porcentuales (en el periodo 2012-2013 era 65.9%), lo que constituye, más que un pendiente, uno de los principales logros en materia educativa de este gobierno. Si bien ese dato es alentador, hay que decir que al considerar también el sistema no escolarizado, una modalidad que está creciendo a una enorme velocidad en todo el  mundo, la cobertura total supera el 85%; de hecho, días atrás se lanzó la nueva convocatoria de “Prepa en línea” (http://www.prepaenlinea.sep.gob.mx/) que fortalecerá la inserción en este nivel y en poco tiempo podría llegarse a su universalización. Un ingrediente relevante en este renglón ha sido el otorgamiento de becas. Durante el ciclo escolar 2016-2017 se asignaron 2.1 millones de becas −50% más en comparación al ciclo 2012-2013−, en beneficio de uno de cada dos estudiantes inscritos en instituciones públicas de educación media superior (50.7%).  En suma, la expansión de la matrícula de educación media superior ha sido posible gracias al incremento de la inversión en infraestructura y equipamiento, así como a la diversificación y flexibilidad de opciones educativas y al impulso del movimiento contra el abandono escolar.

En tercer lugar, en cuanto al rezago educativo, es importante señalar que en la actual administración (2013- 2017) se ha alfabetizado casi al doble de mexicanos, comparado con los primeros cinco años de gobierno del sexenio anterior; cerca del 80 por ciento más han concluido la primaria; y 50 por ciento más  han logrado terminar la secundaria en comparación con la pasada administración.  Todo ello permitió que el analfabetismo disminuyera del 6.1% (5.1 millones de personas) que se tenía en el 2012, a 4.4% al de 2017, lo que representa menos de 4 millones de personas, de 15 años o más, analfabetas. De continuar la tendencia, es posible que al final de este gobierno ese indicador termine por abajo del 4% lo que, de acuerdo con los estándares internacionales (ver por ejemplo el documento “Education for all: literacy for life” de la UNESCO) podría significar que México alcance la plena alfabetización. Desde luego que, no obstante esas cifras, ahora el reto se encuentra no solo en llevarlas al mínimo posible, de allí la necesidad de continuar la reforma educativa con gran disciplina, sino en avanzar en el desarrollo de competencias a lo largo de la vida que permitan a las personas mejorar su desempeño como ciudadanos, en su familia, en su trabajo y en la sociedad y aprovechar las ventajas de las TIC´s para que esos adultos participen mejor en la sociedad digital, y esa será una de las tareas centrales en una nueva visión que el INEA está diseñando respecto de su funcionalidad a mediano plazo.  En cuanto a primaria, el rezago se redujo de 11.8% a 9.9%, y el de secundaria de 19.5% a 17.7%, con lo que el rezago educativo total se redujo de 37.4% (31.4 millones de personas) a 32.0% (29 millones de personas) en 2017.

Cabe preguntarse si todo está hecho. La respuesta desde luego es que no pero los progresos alcanzados hasta ahora en una reforma ciertamente compleja ofrecen una perspectiva muy esperanzadora. Su éxito dependerá naturalmente de que no solo los maestros, los padres de familia y los alumnos la asuman como propia, sino también de que la sociedad sepa que es una reforma que va única y exclusivamente en beneficio del país en su conjunto y de que contribuyamos, como lo hace el texto del profesor Miranda Arroyo, una conversación colectiva, informada e inteligente, que permita valorar sus alcances.