El anglicismo de “nudes” viene de la palabra “nude” que significa desnudo. En la era digital, significa fotografías con desnudos.

El cuerpo de las mujeres ha sido interpretado por las guerras y el sistema económico capitalista como un territorio de conquista. En cada invasión, de cada lugar en el mundo me atrevería a decir, las mujeres de los pueblos han sido tomadas como botín, como una especie de activo que guarda un valor reproductivo, sexual y de honor en la vida de otros hombres a los que les “pertenecen”. Sendos relatos de violaciones colectivas en contra de mujeres de las comunidades conquistadas sobran como ejemplo.

El cuerpo de las mujeres en la era digital sigue siendo territorio de conquista. La autonomía de los cuerpos también se encuentra en la conquista de una nueva estética natural y sublimada libre de estereotipo, en la que nuestras cicatrices, estrías, curvas y formas tomen el primer plano como símbolo de las memorias que traemos marcadas. Esas que simbolizan la lucha superada.

Fotografiarnos desnudas o en poca ropa es un derecho que va anclado al amor propio, narcisista y sanador. Aceptar y amar cada una de nuestras curvas es un desafío contra el sistema estético que nos ha enseñado a odiarnos y a no aceptar la naturalidad de nuestros cuerpos. Dentro de la amplitud de los derechos sexuales y reproductivos, se encuentra el derecho a la satisfacción sexual y a la corporalidad autónoma. Determinar cómo y cuando relacionarnos en las corporalidades tiene una dimensión digital cuando tomamos conciencia de que las mujeres establecemos lazos profundos en la comunicación con otras personas, sin necesidad de la interacción física. 

Para entendernos en el mismo lenguaje: las “nudes” son fotografías tomadas con un dispositivo inteligente a nuestros cuerpos en poca o nula ropa. Los “packs” son grupos de fotografías o videos que contienen imágenes que muestran desnudos totales o parciales.

 Lo virtual es real porque en cualquier imagen, audio, video, animación o producto digitalizado que contenga una evocación a nuestro rostro, cuerpo, nombre, o datos personales, hay una extensión de nuestra dignidad. El cuerpo no se agota con su materialidad y la dignidad no depende solamente de nuestra persona, sino de cualquier idea sobre nuestra persona.

Frida Angélica Gómez

Fotografiarnos desde la libertad emancipadora de asumirnos totalmente dueñas de nuestros cuerpos implica una obligación hacia los terceros: la del respeto. Nuestras fotografías no hacen público nuestros cuerpos, porque nuestros cuerpos son solamente nuestros. Respetar nuestros cuerpos y descolonizar los ánimos patriarcales que inundan el ideario colectivo implica: Abstenerse de violentarnos simbólicamente con estereotipos estéticos; abstenerse de asumir que nuestras fotografías son para consumo erótico masculino; abstenerse de pensar que nuestras “nudes” nos hacen menos dignas; abstenerse de pensar que por tomarnos “nudes” estamos buscando relaciones sexuales o validaciones masculinas; abstenerse de asumir que nuestras “nudes” brindan algún derecho a quien las recibe (en sí mismas, son nuestro derecho) y lo más importante: abstenerse de pensar que nuestras “nudes” son para el consumo colectivo o para su difusión no consentida.