Anoche tuve el gusto de entrevistar a Pedro Miguel, @Navegaciones, quien formó parte de la comitiva encargada de redactar la Guía Ética para la Transformación de México, ese documento presentado ayer por el Presidente y criticado hasta hoy por la prensa y las redes.

Desde el primer momento en que la leí, anticipé algunos valores universales como el respeto a la diferencia y la gratitud, la memoria, el amor, la dignidad, entre otras. Pero me escandalicé al leer el número completo del perdón. Y es que no precisamente debemos ser promotores del resentimiento, pero hay varios problemas con la sugerencia del “perdón” cuando nace desde el Gobierno.

Deberíamos empezar con categorizar el perdón y definirlo. Durante la plática de anoche, Pedro Miguel respondió a esta pregunta que el sentido del “perdón” no se expresaba en su categoría jurídica en el que, reconoció, podía impactar negativamente para las víctimas de violencia de género. Tampoco iba encaminada como una categoría política que pudiese desatar la impunidad o el olvido de los atropellos que se practicaron por tantos años desde el Estado. Entre la distinción de lo legal y la moral, Pedro Miguel afirmó que “una cosa es la ética y otra cosa es la legalidad”

“El saldo de dolor, destrucción y muerte que hereda el país no se va a resolver con ética.. Pero tampoco se puede resolver sin ética. Voy a que se requiere de instrumentos legales, políticas de Estado que se está desarrollando de manera muy activa, Alejandro Encinas ha estado trabajando con una intensidad asombrosa y muy agradecible en este océano de dolor que dejó la guerra de Calderón y que siguió Peña Nieto y esto implica mecanismos de justicia transicional, para empezar. ¿Qué quiere decir la justicia transicional? Que es una justicia que tiene que ponerle fin a un conflicto en el entendido de que ese final no se puede basar en una procuración e impartición de JUSTICIA ABSOLUTA porque 250 o 300 mil muertos y 600 mil desaparecidos no pueden ser esclarecidos por ningún Estado del mundo en su totalidad, ni por todos los Estados juntos con auxilio de la ONU. No encontramos suficientes criminólogos, peritos, ministerios públicos, tribunales, cárceles en el mundo para procesar este horror. Se tiene que hacer – como dice Alejandro Encinas – justicia hasta donde sea humanamente posible y se tiene que hacer justicia ejemplar en casos emblemáticos Ayotzinapa, Guardería ABC y entonces tiene que haber esclarecimiento, tiene que haber impartición de justicia, tiene que haber resarcimiento del daño, tiene que haber garantía de no repetición, tiene que haber arrepentimiento y sobre todo eso tiene que haber perdón, porque si no hay perdón todo lo demás que hiciste no te sirve porque ya sabes que el agraviado o el familiar del agraviado al final del proceso lo que quiere es meterle un balazo al asesino de su pariente o al torturados, o al violador o etcétera y entonces seguimos inmersos en la ley de la jungla”, fue su respuesta.

Todas las "religiones monoteístas", principalmente las emanadas de Jerusalén como el catolicismo/cristianismo y judaísmo recomiendan: Perdonar a los demás, pedir perdón por las ofensas hechas, solicitar el perdón divino de los pecados y esperar a que la divinidad haga la justicia de lo que sucede en la tierra.

Sin embargo, el perdón es uno de los principales factores del feminicidio porque las ideas tradicionalistas que mandan a las mujeres el perdonar una y otra vez las agresiones de sus parejas, muchas veces poniendo de frente y manipulando las ideas dela “estabilidad familiar” sobre la integridad física, tiene como resultado a mujeres secuestradas en espirales de violencia de las que no pueden librarse. Un vicioso ciclo de tensión, agresiones, arrepentimientos y flores para de nuevo llevar a la tensión, ambiciones, arrepentimientos y perdones que se acaban hasta que las mujeres no respiran más.

Los cementerios y panteones se encuentran llenos de perdones otorgados por víctimas de feminicidio que, a veces, no lograron parar la violencia en su contra hasta que les alcanzó para arrebatar a sus madres, como el caso de Marisela Escobedo. La venganza no es una política, el perdón no es sinónimo de impunidad pero poner un alto al hábito de perdonar es URGENTE para sobrevivir. Al agresor, ni perdón, ni olvido.

Lo que no fue para las caídas, que sea para las que aún están vivas: Justicia.