Bien a bien nadie sabe el color en el que estamos desde ayer lunes, respecto de la medidas de prevención del Covid-19. Por una lado se nos dijo que la cuarentena se prolongaba durante dos semanas más; y por otra que ayer se reanudaban algunas actividades, las prioritarias; se pedía solamente seguir los protocolos de la sana distancia.

Sin embargo, el dato duro, el que es recogido por el grueso de la población, el que impacta en el ánimo de la gente de la calle, es que el presidente Andrés Manuel López Obrador rompió el confinamiento y se fue al sureste, en plan de trabajo, a desarrollar lo que más le gusta y tal vez lo que mejor le sale. Atender la plaza llena. Para enojo de muchos, en las imágenes se le ve rebosante en el centro de la opinión pública.

En Puebla, desde donde se escriben estos apresurados apuntes, la información tiene un carácter mucho más estable. Primero se explicó que las actividades industriales se abrirían a partir de ayer primero (por aquello de los acuerdos internacionales), pero a la vista de los datos oficiales, la curva no cedió. Se mantiene enhiesta. Entonces se corrigió y se alargó la fecha para el 15 de junio, en congruencia con la determinación tomada en la ciudad de México.

El gobernador de la entidad, Miguel Barbosa Huerta, quien por estos días es severamente cuestionado en medios nacionales por unas declaraciones desenfadadas, y para sorpresa de sus adversarios, antepuso la vida de los obreros a la exigencia de las cadenas productivas internacionales. Preferir la vida al mercado es un rasgo de humanidad digno de reconocer, venga del color que venga y de la persona que sea.

Hasta aquí todo parece marchar bien. Incluso se trató de una decisión celebrada. Sin embargo, en la capital poblana las cosas se mueven por la acera contraria. No por razones sanitarias y de empleo, sino políticas. Sí, la política puesta por encima de la vida de mujeres y hombres.

La alcaldesa capitalina, la señora Rivera Vivanco, ha hecho de contrariar públicamente las decisiones del gobernador la mejor estrategia publicitaria para subir en la aprobación popular. Cuando la emergencia demanda acciones de salud armonizadas con el gobierno estatal y federal, la señora saca el cuchillo y se regodea en habladas en contra de Barbosa Huerta. La finalidad, arrástralo al pozo de las inmundicias.

Para nadie es un secreto que la gobernante del partido Morena tiene la peor evaluación de los alcaldes del país, y la peor opinión de los poblanos que gobernante alguno haya concentrado en su contra en su paso por ese mismo puesto. Por mucho ha superado a Gabriel Hinojosa, el primer alcalde del PAN.

Pero, como digo, de un tiempo a esta parte ha encontrado que salir a desafiar las decisiones del ejecutivo estatal le reditúa simpatías en el sector conservador, en su mayoría militantes de Acción Nacional. Todo en el marco de las promesas que le habría hecho el finado Moreno Valle, en Nueva York, semanas después de que, en mala hora, y en un acto de confusión generalizado, fue electa presidenta.

CHAYO NEWS. Ahora que el gobierno federal ha determinado dejar en manos de los gobiernos estatales la gestión del Covid-19, Miguel Barbosa tiene la gran oportunidad política para relanzar su gobierno, con base en un nuevo diagnóstico y la rehechura del Plan Estatal de Desarrollo, que pongan énfasis en el impacto social y económico de la pandemia. Un nuevo PED demanda también la integración de un nuevo gabinete, en base a criterios y perfiles de eficiencia y eficacia. De no atenderlo, nos habremos jodido todos.