“Lejos de sugerirse un “deber ser” rígido, el modelo alienta una movilización pedagógica nacional que inyecte vitalidad a las diversas formas de enseñanza y de interacción de los docentes con sus estudiantes en el aula, para instaurar una sólida concreción curricular” (Modelo Educativo 2017. p. 191, ver. digital).

 

Hoy se dio a conocer en Palacio Nacional, el Modelo Educativo para la Educación Obligatoria 2017. El documento editado y difundido por las autoridades educativas federales (SEP), fue presentado en una ceremonia encabezada por el Presidente Peña Nieto, ante la presencia de Gobernadores, integrantes del gabinete del Ejecutivo Federal, autoridades educativas locales, académicos y representantes de distintos sectores sociales. Junto con la Ruta para la implementación del Modelo Educativo y la carta sobre los Fines de la Educación para el Siglo XXI, el nuevo Modelo Educativo, constituye la pieza psicopedagógica central de la Reforma Educativa de la actual administración.

Como lo escribí el año pasado, en ocasión del Modelo Educativo 2016, el documento pedagógico guía (el “corazón”, le llamó Aurelio Nuño), es decir, el Modelo Educativo 2017, que representa el circuito “blando” de la Reforma, llega tarde a su cita, pues sólo restan 18 meses para la conclusión del sexenio. Se prevé su aplicación durante el ciclo escolar 2018-2019.

A reserva de estudiar con más detenimiento el documento en cuestión, me referiré a cuatro aspectos del mismo en este comentario, con la intención de mostrar las luces y sombras que encuentro en una parte del texto, luego de una primera revisión. Los puntos son: 1) Tipo o clase de Humanismo; 2) Los Principios Pedagógicos; 3) La Autonomía de Gestión Educativa y, 4) La formación continua de Docentes, Asesores y Directivos.

Dos luces dos: El posicionamiento desde un cierto tipo de Humanismo y el reordenamiento de los Principios Pedagógicos.

El texto del Modelo Educativo 2017 señala:  “Desde este enfoque humanista, la educación tiene la finalidad de contribuir a desarrollar las facultades y el potencial de todas las personas, en lo cognitivo, físico, social y afectivo, en condiciones de igualdad; para que éstas, a su vez, se realicen plenamente y participen activa, creativa y responsablemente en las tareas que nos conciernen como sociedad, en los planos local y global. Por ello, es indispensable identificar los conocimientos, habilidades, actitudes y valores que niñas, niños y jóvenes requieren para alcanzar su pleno potencial” (p. 59, versión digital).

¿Qué tipo de Humanismo está implícito en el Modelo Educativo establecido por la SEP? ¿Es un humanismo fenomenológico o un humanismo existencialista? ¿Un humanismo teocrático o neoliberal? ¿Un humanismo premoderno, de la modernidad “sólida” o un esquema armado desde la modernidad “líquida”? ¿A qué necesidad responde ese esfuerzo de posicionamiento ideológico y político en un documento con pretensiones pedagógicas?

Al parecer el carácter de “humanismo” que se deja ver, entre líneas, en esa redacción, en ese posicionamiento doctrinario, es el de la tradición jacobina, la tradición liberal, antropocéntrica, no teológica. ¿La SEP, Aurelio Nuño y sus asesores responden a la necesidad de separar o distinguir el humanismo conservador, teocrático, individualista del humanismo liberal, solidario?

Me queda claro que la idea humanista, cualquiera que sea su vertiente específica, centra su proyecto de sociedad en las libertades humanas, en el desarrollo científico y tecnológico, en las cualidades de la persona, y no en la subordinación del ser humano a las creencias o a los sistemas de fe.

Ese es el punto de partida del Modelo Educativo 2017 (M.E. 17). Discutible en sus formas, pero indiscutible en el fondo. Sobre todo para lo que México requiere, desde una Filosofía humanista de la Educación del Siglo XXI.

Con respecto a los Principios Pedagógicos, veo que no hay cambios con respecto al reordenamiento que se presentó hacer un año en este rubro (ver cuadro anexo), es decir, entre el documento denominado el año pasado: Modelo Educativo 2016 y el nuevo Modelo Educativo 2017.

Dos sombras dos: la Autonomía de Gestión Educativa y la Formación continua de Docentes, Asesores y Directivos.

El tema de la autonomía de gestión, junto con el tema de la autonomía curricular, son dos puntos polémicos del nuevo Modelo Educativo 2017, y que no se sostienen ante la menor tormenta de críticas, es decir, cuentan con pocas posibilidades de defensa académica, formal.

¿Cuáles son las fronteras de la autonomía de la gestión educativa y escolar? ¿Un Supervisor o Supervisora puede ejercer su autonomía en la gestión educativa en la contratación de Asesores Técnicos Pedagógicos (ATP)? Y en la misma lógica: ¿Un director o directora de escuela puede aplicar la autonomía en la gestión escolar al contratar o rescindir el contrato de un docente? ¿Cuáles son los alcances de la autonomía de gestión en las escuelas multigrado, y especialmente en las escuelas unitarias (donde un solo docente atiende, en éstas, a una comunidad educativa)?

Acerca de la autonomía curricular, el documento del M.E. 17 dice: “Cada comunidad escolar tendrá la facultad de diseñar parte del currículo, de acuerdo con las necesidades y los intereses de sus estudiantes y su contexto” (p. 54). Sin embargo, se aclara en otra parte (p. 76, en el cuadro sobre la autonomía curricular), que las modificaciones o adaptaciones curriculares pueden alcanzar 2.5 horas lectivas de 50 a 60 min. por semana; o hasta 20 horas a la semana en escuelas de tiempo completo... La flexibilidad termina en el plato del desayuno de la rigidez…

Con relación a la formación continua (aún sin tocar el amplio y difícil asunto de la formación inicial, que compete hoy en día a las Escuelas Normales), existen muchos puntos de incongruencia en el documento que hoy comentamos. Sólo pongo como muestra un botón:  En la página 19 (ver. digital) se indica, entre los aspectos nuevos o a resaltar del M.E. 17, que se dará… “Más énfasis en la necesidad de la formación en administración y gestión para los directivos”, cuando lo que en realidad se necesita (de acuerdo con las tendencias mundiales), es la formación sólida, amplia, permanente y profunda (algunos le llaman profesionalizante) en liderazgo educativo o pedagógico no sólo para directivos, sino también para favorecer la preparación de asesores técnicos y docentes.

En fin. Queda mucho por decir y escribir en torno al M.E. 17. Hay que revisar a fondo, por ejemplo, el tema de la “Calidad” en la Educación, porque cuando de evaluaciones educativas se trata, se termina por medir los rasgos cuantitativos del sistema, del desempeño de docentes, del logro de los alumnos… pero no se consideran los aspectos cualitativos en que se desarrollan o sobreviven.

Por otra parte, el Modelo Educativo 2017 insiste en el tema y en la actitud institucional por preservar la “Meritocracia”: Al respecto, la SEP se pronuncia de esta manera: (se dará pie a la) “Consolidación del Servicio Profesional Docente (SPD) como un sistema en el cual el ingreso, la promoción y los estímulos se asignan exclusivamente con base en el mérito profesional”.

Un grano de congruencia: No se puede solicitar al Magisterio Nacional (al menos no moralmente hablando), que se instale o se someta a la lógica de la “Meritocracia”, (lo cual por sí mismo no es negativo ni reprochable), cuando en este país, para ocupar el cargo de Secretario de Educación Pública, el único mérito que se tiene es ser amigo del Presidente de la República.

Hay que revisar con más detenimiento este tema de los criterios de la “Meritocracia”, sin duda; pues si son criterios rigurosos, éstos deben aplicarse a todos, incluido el gabinete presidencial.