Ya en una primera réplica a las ideas expuestas por Eduardo Backhoff, (ver "La CNTE y el malestar de Backhoff", SDP Noticias, 4 de junio, 2018), presenté algunos argumentos en contra y señalé, de manera crítica, las características del esquema "lineal" que el doctor emplea para analizar la realidad educativa mexicana. Sin embargo, encerrado en su arrogancia y manifiesto elitismo, Backhoff no contesta.
En esta oportunidad, pongo a consideración una segunda réplica y algunas preguntas para el doctor Eduardo Backhoff, ex consejero del INEE, (espero que responda) quien ha escrito recientemente sobre la Reforma Educativa 2012-2018, del presidente Peña Nieto.
Por una parte, el investigador educativo afirma, contra sus críticos, que "El argumento repetido hasta el cansancio es que dicha reforma no fue consultada con todos los docentes de México y que, además, la evaluación docente lesiona los derechos laborales de los profesores del país.", ("En la Reforma Educativa, los niños son primero", SDP Noticias, 8 de julio, 2018). Pregunto con asombro: Ah caray ¿Acaso no es así?
Luego, en el mismo texto, Backhoff agrega lo siguiente: "Me parece curioso que se vaya a realizar una consulta popular para conocer el sentir de estos grupos, cuando la premisa es derogar la reforma educativa por ilegítima y punitiva."
Considero que una vez más se equivoca Backhoff, ya que éste no es un asunto de falta de legitimidad, y yo agregaría, ni de legalidad. La legitimidad de la Reforma Educativa que operó el gobierno de Peña Nieto, se obtuvo, parcial y pírricamente, no a través de la participación de los maestros y las maestras de México, sino mediante lo que se considera la primera "acción de política educativa" del sexenio, y que en realidad fue una medida de carácter penal: Llevar a la cárcel a la Profesora Elba Esther Gordillo, ex lideresa real del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y adversaria política del presidente Peña. Ese fue el camino elegido por el poder público para abastecerse de legitimidad. Esa fue la calidad de la legitimidad procesada por el Estado mexicano en 2012. De tal manera que legitimidad no le faltó.
Mientras tanto, la legalidad de la "Reforma Educativa" 2012-2018 se procesó por otro rumbo institucional: a través del Congreso de la Unión, esto es, por medio de una operación política: la concertación del "Pacto por México", con las dirigencias del PRI, PAN y PRD. Ambos, tanto el sustento de legitimidad como el fundamento legal dejaron del lado a un actor central de la Reforma Educativa: el magisterio nacional, es decir, a cientos de miles de maestros y maestras de la educación (obligatoria) pública, además de marginar a otras figuras educativas claves (directores, asesores y especialistas), así como a las familias y a los estudiantes involucrados en estas importantes decisiones.
Pero el problema de la Reforma Educativa del peñismo va más allá de un asunto de "legitimidad" o de "legalidad". Es un problema de origen que tiene que ver con el concepto, el método y la estrategia. En realidad, lo primero que se habrá de procesar, con el cambio de gobierno, es la recuperación de las experiencias de cambio, es decir, realizar una evaluación inicial, completa, sobre las recientes reformas educativas o curriculares puestas en práctica (me refiero a la del 2011, cuyo diagnóstico, al asumir el poder el gobierno de Peña Nieto, no realizó; y sobre la actual, 2013-2017). En esta parte podrá jugar un papel importante el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). Y, en segundo lugar, pienso que es conveniente realizar una amplia consulta no sólo con los docentes, sino también con las familias, los estudiantes, los asesores técnicos, directivos y personal de apoyo a la educación, entre otros sectores comprometidos con el cambio verdadero, radical, de la educación.
Por otra parte, es falso lo que señala Backhoff, en el sentido de que "nunca se ha tomado en cuanta a los niños ni a los jóvenes en el centro de las propuestas alternativas de Reforma". Así lo afirma, específicamente en el citado artículo de opinión, Eduardo Backhoff, con un tono claramente sarcástico: "Para ello, se ha cantado a todos los aires que consultarán a las bases magisteriales, a los padres de familia y a las agrupaciones de la sociedad civil. Nunca se habla de solicitar la opinión de los alumnos, al menos los que han terminado la educación obligatoria."
Para evidencia en contra de lo dicho por Backhoff, reproduzco un párrafo de una columna donde afirmo que es necesario escuchar a todas las voces:
"Por sus contenidos, pero sobre todo por su enfoque de "imposición sutil", tanto los cambios legislativos como los de corte técnicos pedagógicos que trajo consigo esta Reforma Educativa peñista, concluyo que se trata de cambios simulados. No son cambios profundos, porque vienen "desde arriba" y en forma "vertical", es decir, no están arraigados. Están sobrepuestos y se dirigen a imaginarios actores pasivos de la "innovación" educativa. En otras palabras, son modificaciones educativas gubernamentales, centralizadas, que no están enraizados en el sentir, el actuar ni en el pensar del magisterio ni de las comunidades educativas ya que tampoco consideran a los padres y madres de familia y menos aún, a los estudiantes." (ver "El significado del cambio verdadero en Educación", SDP Noticias, 4 de julio, 2018)
Es evidente que Backhoff no lee y, si lo hace, parece que no entiende o no quiere entender que el problema de la Reforma Educativa es un conflicto complejo, multifactorial, de origen, que no solo se reduce al tema de la legitimidad ni a algo que esté simplificado en el conflicto de la evaluación del desempeño de docentes y directivos escolares. No, sino más bien es un asunto de fondo, que tiene que ver con la concepción de Reforma Educativa que está implícita, así como con el método y la estrategia que han decidido seguir los gobiernos mexicanos, desde 2010 (con Felipe Calderón) y que continuó durante el gobierno actual 2012-2018 (de Peña Nieto), en el sentido de llevar a cabo cambios educativos alineados, principalmente, al Modelo Educativo diseñado por organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
El concepto implícito y la estrategia seguida, por cierto, están ampliamente documentadas, porque estas Reformas han sido impuestas y excluyentes (becas sí, pero solo a la cima de la "meritocracia"; y los demás, ¿qué?), a través de términos y procedimientos que injustamente no incluyen de la deliberación y la discusión correspondientes sobre el futuro de la educación, a los docentes, directivos, familias y estudiantes.
Por lo tanto, que no nos venga a decir, a estas alturas, el "meritocrático" doctor Backhoff, que está en defensa de la educación de los niños y los jóvenes, porque ese ha sido, sobre todo, el discurso empleado por la crítica a la Reforma. Hay que recordar que la crítica a esta Reforma no solo se ha limitado a señalar sus formas "excluyentes", sino también se ha centrado en su concepción "supuestamente liberal", pero enmarcada en el "reformismo conservador".
Pienso que, por las palabras que emplea el especialista en evaluación, parece que éste más bien reproduce el discurso interesado de organizaciones de la "sociedad civil" como Mexicanos Primero, al afirmar que, en esta Reforma Educativa "los niños son primero". (¿Ya estarán trabajando en proyectos educativos conjuntos y en afilar navajas en contra del gobierno entrante? Lo cual no estaría mal, lo que no se ve bien es que lo hagan desde una supuesta "neutralidad ideológica")
Finalmente, le digo: No, doctor Backhoff, no espere "…que AMLO y Esteban Moctezuma Barragán compartan la premisa del derecho superior de la niñez mexicana" a la educación, porque eso no está a discusión ni ellos ponen ese principio en entredicho, ya que ello está claramente definido, como un derecho fundamental, en la Constitución Política Mexicana.
*Profesor de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Querétaro.