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Cuando Juan Pablo Graf Noriega, presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, CNBV, quiere lograr que alguna iniciativa suya se convierta en realidad sólo le basta decir que se trata de una “orden del secretario de Hacienda”. Y, como lo saben quienes han tratado con él recientemente, ha usado ese mantra muchas veces como, por ejemplo, para ocultar las verdaderas razones por las que el pasado 9 de octubre colapsó el sistema de la Bolsa Mexicana de Valores, como también, para que todos los actores de ese entuerto no hablen sobre el tema, ni siquiera con el otro supervisor, el Banco de México.
Cualquiera podría pensar que esa actitud proviene de quien no aspira al protagonismo personal para atribuírselo a quien debe su actual puesto de trabajo, como es la SHCP, pero cuando se revisa el Informe Anual de Actividades 2019 de la CNBV aparece un promocional, de corte narcisista, de Graf Noriega, en el que lo más visible es su fotografía y un mensaje que destaca las acciones adoptadas este año 2020 por el Covid, pero en modo alguno —en todo el reporte— se menciona a Adalberto Palma Gómez quien presidio esa institución el año 2019, al que parece dedicado el “Informe”.
El mismo texto omite también mencionar que se trata del primer año de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, así como cualquier cosa que se parezca a las directivas presidenciales en materia financiera emitidas por el presidente en las convenciones bancarias de Acapulco en las que participó. ¿Qué la elaboración de los informes no tienen protocolos establecidos para su construcción?
No deja de ser llamativo que la CNBV sea la única institución pública, en décadas, a la que la Auditoría Superior de la Federación no le ha hecho observación alguna, lo que dice mucho del cambio en la actual administración en lo que se refiere al combate a la corrupción. A nada de eso, tampoco, se refiere el Informe de la CNBV del año 2019.
Más de un observador se ha preguntado si Juan Pablo Graf tiene la urgencia de informar de sus acciones en el poco tiempo que está a cargo del supervisor que, a todas luces, ya no supervisa como cuando recibió la institución. De ser así debió poner también en el documento la quiebra del Banco Famsa que se debió a su decisión personal, sin pasar por la previa acción de la intervención, cuando otras instituciones financieras se habían mostrado interesadas en participar de una oportuna asociación o capitalización de esa institución norteña y en la propia CNBV había un plan de salvataje en proceso.
En el documento se da especial énfasis a los llamados Criterios Contables Especiales, adoptados en marzo pasado, que resultaron de poca ayuda ya que estas medidas sólo derivaron en mayor costo para los deudores y tampoco resultaron positivas para las instituciones de crédito. Por ello, para enmendar, la CNBV implementó un posterior proceso de reestructuras al que ningún banco se ha suscrito por considerar que en su elaboración no se tomó en cuenta el modelo de negocios particular de cada institución.
O al revés, sólo se tomó en cuenta a quienes tienen como negocio el crédito a las entidades federativas con quienes se puede reestructurar sin problema alguno porque las garantías son ilimitadas —o sea el Estado mismo porque se pagan con impuestos federales— y porque al realizar una quita se compensa dentro de los plazos en que se cobrará lo que dejes de percibir en la reestructura. Tal como opera la venta de un producto a plazos en las tiendas Azteca o Coppel. No está difícil adivinar a quién le calza este modelo de negocios.
Pero el programa presumido en el informe de actividades de la CNBV del 2019 no se refiere en absoluto al tratamiento impositivo que los bancos han solicitado directamente a Graf para enfrentar las consecuencias de la pandemia. Tampoco se especifica qué tratamiento tienen que dar a los créditos otorgados con garantías de Nacional Financiera para los créditos otorgados de forma preferencial a pequeñas y medianas empresas. Finalmente está el tratamiento del capital contable futuro al que se aplicarán las reservas de prevención que tendrán que hacer por los créditos riesgosos.
Por lo mismo el plan presenta muchas dudas ya que con los “Criterios Contables Especiales” se ayudó a los bancos para no tener que establecer mayores reservas por los créditos postergados, pero a los deudores sí les cobraron comisiones e intereses por la prórroga. ¿Cuál es ahora el criterio que ha primado en la Comisión para el diseño de las Reestructuras si todos los Bancos obedecen a modelos de negocios diferentes? No es lo mismo un cliente empresarial de BBVA que uno de consumo de Compartamos.
Lo que más llama la atención es la obsesión de Juan Pablo Graf de alardear un programa que no ha sido nada exitoso y plasmarlo en el informe de actividades del 2019 cuando este plan se instrumentó este año y borrar la actuación de quien presidió a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores el año pasado.
Hay que decirlo, Juan Pablo Graf es un funcionario que tiene ingresos muy superiores a los del presidente, Andrés Manuel López Obrador, ya que cuenta con una pensión del Banco de México que le permite un ingreso anual de 9 millones de pesos —según ha publicado la revista Proceso y no ha sido desmentido— además de su sueldo por presidir la CNBV. Quienes lo conocen de cerca aseguran que vive promocionándose a tiempo completo para agarrar chamba en una institución financiera internacional con el apoyo del SHCP y por eso los desatinos de promocionar un programa que se hizo este año, en el informe de actividades del 2019.
Quizás ello explique su interés por acercarse a medios internacionales como Bloomberg que tuvo —por parte de la CNBV— la exclusiva sobre la caída del sistema de la Bolsa de Valores, incluso, antes de que el propio Banxico estuviera informado. ¿También por orden del secretario de Hacienda?