Amablemente me han preguntado, desde mi punto de vista, ¿qué significaría en lo deportivo, lo económico, lo social  y lo político que México pase o no a la siguiente ronda?

 Mi respuesta es: NADA.

México como país seguirá sufriendo la caída y estancamiento de la economía de los Estados Unidos y la presión de los poderes fácticos que se niegan a asumir cualquier compromiso que les quite un poco de su riqueza.

 Tampoco modificará el debate de las reformas secundarias, porque desde los tres grandes partidos tradicionales y los partidos emergentes, todo está pensando ya en el proceso electoral de 2015.  El momento para una grande politique no existe, así pase la selección a octavos, cuartos e incluso la misma final. Nada pasará, porque lo que priva es la petite politique, ese bajo nivel de la disputa del poder por el poder mismo.

Quizá a algunos aficionados les sirva un pase a la final para desgañitarse en una euforia patriotera momentánea pero no permanente. Nada pasó con la sociedad en la peor época de las dictaduras de Brasil o Argentina y sus mundiales, ni la economía de España se recuperó con su corona mundialista.

 Realmente siendo un gran negocio, el fútbol soccer mundial y sus patrocinadores en México, sólo ellos tendrán los grandes beneficios: jugadores más caros, marcas mejor valuadas, derechos de transmisión de elevados costos, pero al que le pasarán la factura de este encarecimiento será al consumidor leal y cautivo.

 Ah, sí, si esto llegara a pasar, también tendremos héroes temporales quemados en fuegos fatuos.