El programa La maroma estelar

Este programa recientemente llevó a cabo ¿un reportaje?, ¿un guión?, ¿una burla? sobre el Instituto Tecnológico Autónomo de México y los alumnos que ahí estudian.

Los comentarios de quien llevaba el micrófono rondaron cuestiones banales y de toda suerte amarillistas: que si los estudiantes son “blancos”, que si van a clases trajeados, que si tienen mayordomo trabajando en sus casas, que si la escuela cuenta con hamacas…

Tal vez a eso nos hemos rebajado y acostumbrado como nación. Nos burlamos de todo y de todos, sin concientizar que ya es momento de olvidar el sarcasmo hacia nuestros semejantes y que sería mejor tratar de reírnos de otras formas que no sean a costa del prójimo y, de preferencia, del erario.

La polarización social

No caeré en analizar si existe o no el racismo inverso. Se vuelve una discusión sin retorno entre quienes consideran que sí ocurre y los que no. La que sí considero innecesaria y achacosa es la manía que tenemos de fortalecer las barreras sociales que de por sí ya existen y han estado presentes por tanto tiempo en el país. Dividir una nación fracturada y cultivar el odio hacia jóvenes por el “pecado” de estudiar en una universidad de paga no es adecuado.

Llegar a estigmatizar a quienes ahí estudian, determinando que no deben pertenecer o trabajar en el gobierno es un error. Equivale a descalificar a Zoé Robledo —director general del IMSS—, quien estudió en el ITAM o a aceptar lo que fue el desempeño y gestión de Carlos Salinas de Gortari simplemente porque es egresado de la Universidad Nacional. 

¡#AsíNo!

El programa La maroma tiene muchas aristas protestables que hemos soslayado. Veamos:

* Uso de dinero público para financiar dicho programa y burlarse de los estudiantes de una universidad. De por sí erróneo es burlarse de unos y otros, peor si se paga con dinero del gobierno. 

*La imitación dolosa y torva de una columnista crítica. Ha criticado al régimen actual al igual que, durante ya varios años, ha señalado errores, corruptelas y pifias de gobiernos federales y locales pasados. 

* Las falsas etiquetas. El ITAM sin lugar a dudas es una universidad cara, pero a sus aulas asisten muchos estudiantes que van becados o que a base de enormes sacrificios pagan las colegiaturas esperando así salir bien preparados.

Silencio del dueño

Ni el dueño ni nadie de la dirección en su nombre ha salido a defender al ITAM. Antes, el patriarca Baillères escribió una carta apoyando al presidente López Obrador en sus recientes gestiones ante el mandatario Donald Trump que intentar hablar con justicia, seriedad y objetividad de la universidad. 

Ni una palabra sobre — entre otras cosas— el número de estudiantes inscritos que están becados (uno de cada tres estudiantes cuenta con algún porcentaje de beca; el apoyo va del 10 al 100% de la colegiatura, además de haber becas de manutención) o en relación al trabajo realizado con y en la comunidad donde se asienta (desde clases de regularización o de inglés a los niños de Tizapán, San Angel; iluminación de calles; préstamo de sus instalaciones para eventos de las escuelas primarias; apoyo a gente de escasos recursos a través de abogados que lo requieren, y un largo etcétera). 

Obviamente, a la institución le falta mucho, pero algo de responsabilidad social existe y la misma es un agente de cambio que va sumando. 

Recordatorios

* Ningún presidente de nuestro país ha estudiado su licenciatura en el ITAM. Salinas se graduó en la UNAM. Ernesto Zedillo es egresado del Politécnico Nacional. Fox de la Ibero (se tituló cuando ya era presidente electo). Calderón de la Libre de Derecho. Enrique Peña Nieto de la Universidad Panamericana. AMLO de la UNAM.

Si bien muchos funcionarios son/fueron egresados del ITAM, eso no es motivo para denostarlos, como tampoco lo sería para quienes se integraron a laborar en la iniciativa privada.

Es sano y recomendable hacer sátiras políticas. En Inglaterra por más de 20 años Spitting Image (la viva imagen; aunque la traducción literal es imagen que escupe) se burló de todos sus políticos, su sucesor es el programa Newzoid y ambos muestran las pifias de los políticos de cualquier color o afiliación. Pero estos no se realizan con dinero público y la mofa recae en los políticos, jamás en los educandos o en las instituciones de educación.

En México también han existido programas de sátira política. Algunos recientes: Los hechos de peluche (TV Azteca) y El privilegio de mandar (Televisa), donde todos los políticos eran objeto de burla. Desde Fox –ok, era casi “la viva imagen”- y “Martita” Sahagún, pasando por Calderón y Peña Nieto, e incluso el mismo Andrés Manuel López Obrador.

La diferencia con la producción de La maroma radica en dos grandes contrastes:

a.- Eran realizados con dinero privado.

b.- La mofa era hacia los políticos y nunca enfocada a ciertos individuos u organismos supuestamente críticos del sistema.

Gastar dinero público en un programa donde lo único que se sacó claro es ahondar en las diferencias sociales, económicas, culturales, religiosas o políticas, en lugar de procurar disminuirlas, ciertamente no es lo que se espera de un gobierno. Menos aún cuando las necesidades más apremiantes —dicho en voz del propio gobierno federal— se han agudizado. 

Es vergonzoso que el dinero público se utilice en los medios estatales con fines ideológicos y de forma facciosa. Otra vez se utiliza el lenguaje para menospreciar a quienes piensan diferente al sistema.

Conflicto de interés

Soy egresada del ITAM. Tuve la oportunidad —sí, finalmente en México todo se reduce a eso— de poder estudiar una carrera y de escoger dónde hacerlo. La decisión no fue difícil; hice mi selección con base en cuestiones absolutamente prácticas: reputación de la institución, cercanía a mi hogar y un pase automático que mi promedio escolar aseguró.

No me equivoqué. Una vez dentro, y luego del primer semestre y lo largo de la carrera siempre estuve parcialmente becada. Eso sin mencionar que con mi generación se inauguró la carrera de ciencia política y la institución siempre tomó en cuenta la opinión de sus alumnos en lo que se refería a diseñar el plan de estudios.

Como ex alumna puedo reconocer (y lo he hecho) errores de la institución; los tiene, como muchas otras universidades en México y en el mundo. Sin embargo, el rigor en el estudio y el nivel de exigencia hacia los alumnos ciertamente no es uno de ellos. Los maestros siempre nos fomentaron a mí y a mis compañeros la participación instruida, balanceada y basada en conocimientos; el debate con discernimiento objetivo, así como la necesidad de involucrarnos y trabajar honestamente por nuestro país.

Por ello condeno la satanización de los institutos de educación superior serios con los que contamos en México, sean estos el ITAM, la UNAM, el Tecnológico de MOnterrey, el IPN o cualquier otro de carácter público o privado. 

Las buenas universidades constituyen baluartes del conocimiento humano. Por ello se deben defender, nunca denostar así sea en un programa televisivo gubernamental.