La indiferencia es abulia, parasitismo y cobardía, no es vida. Por eso odio a los indiferentes.”<br><br> <br><br><br><br><br><br>

Antonio Gramsci

Más de 70 mil familias están pasando un momento doloroso en México, ya sea por la pérdida de uno o más miembros de su clan consanguíneo o por haber perdido empleos, pequeñas empresas y estar inmersas en problemas económicos.

Seguramente la cifra es más grande, pero pensemos en el número de decesos oficiales por Covid-19.

De aquellos más de 70 mil, según las cifras de la Secretaría de Salud, el 83 por ciento de las personas fallecidas nunca llegó a ser conectada al soporte respiratorio de incubación mediante ventiladores.

Ya sabemos que quienes se fueron, dejaron deficiencias en el sistema de salud; ya sabemos que hubo corrupción y nadie niega el cinismo de los que anunciaron entregas hospitalarias en obra negra como un logro ni de los que compraron ventiladores a sobreprecio pensando que nadie lo notaría.

¿Pero saben qué es francamente doloroso a diario?

Mirar el tiempo, recursos, estrategias paralelas y el espacio destinado a la campaña para la venta del equivalente del avión presidencia.

En enero, cuando el presidente anunció la rifa simbólica, el ejercicio tenía cierto sentido: avión faraónico que es símbolo máximo de la corrupción, el pacto Calderón-Peña, los excesos y la corrupción. Para marzo, la crisis de salud era inminente y tanto gobierno como población mundial la enfrentamos a ciegas.

La rifa del equivalente al avión continuó pero a marcha forzada: pocos pueden disponer, en estos tiempos, de dinero para comprar los boletos de 500 pesos cada uno. El 12 de febrero el presidente convocó a 100 empresarios a una cena en Palacio Nacional, para comprometer a que cada uno compre por lo menos 40 mil billetes de la rifa del avión presidencial.

La motivación no podía ser mejor: “tu compra ayudará a equipar mejor hospitales y médicos”… ¿pero qué no eso es ya de por sí, un derecho universal? ¿Acaso no los ciudadanos tienen derecho al acceso hospitalario en condiciones mínimamente dignas y suficientes para funcionar? ¿Y que no el equipo de salud tiene el mismo derecho de tener todas las herramientas necesarias para su mejor desempeño? ¿Acaso no tenían ya derecho de enfrentar una pandemia equipados?

El afán de popularizar todas las decisiones dejando a las masas decidir y aportar, por encima del gobierno, sobre los derechos y necesidades más básicas está creando una masa de funcionarios indolentes que lanzan videos invitando a la rifa como si no atravesara una crisis de empleo, otra económica y la principal: una de salud.

Sonríen, muestran su billete, invitan al que esté viendo a formar parte de la gran rifa de la no venta del equivalente del avión presidencial.

Destinan su presupuesto, el de salud ¡en plena pandemia! a comprar más boletos y repartirlos entre sus trabajadores. Otros más, como funcionarios reciben la invitación-exhorto de participar en el sorteo. Lo hacen a regañadientes.

En el México feliz al que no le pasa nada, hay fiesta y júbilo porque dicen que el avión ¡Ahora sí ya se va!

En el otro México parece surrealista la indolencia y la indiferencia. Ni hablar de las formas: ¿Cómo una dependencia compra boletos a otra para una rifa que tiene altas probabilidades de ser ganada por el propio gobierno?

El Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) inició la distribución de billetes para el “Gran” Sorteo Especial número 235, equivalente al valor del avión presidencial, a 951 hospitales públicos de todo el país que participan en la atención de la pandemia por Covid-19.

Hubo un gasto extraordinario pero ahora no les dieron presupuesto, hasta aprobarse en Cámara de Diputados el del 2021… Ahora el director general, Juan Antonio Ferrer Aguilar, recorre los estados para entregar los billetes a los hospitales con gobernadores y titulares de las secretarías de Salud estatales, para dar a cada hospital mil 51 billetes o cachitos, un equivalente en dinero a 515 mil 500.

¿Es moralmente justificable que en plena pandemia, los hospitales tengan que distribuir cachitos de una rifa en vez de enfocarse única y exclusivamente a la atención de la Covid-19?

Para no creerse que en México, los hospitales no tengan la tranquilidad de la asignación presupuestal necesaria. Increíble que tengan que guardar la esperanza para ganarse un Lotería equivalente con la que, si alguno resulta ganador, tendrá un premio de 20 millones de pesos por cachito que deberá utilizarse para complementar necesidades de infraestructura, equipamiento o insumos médicos, independientemente de los recursos que se destinen al fortalecimiento del sector Salud, como resultado de lo que se obtenga por la venta de boletos.

Son 951 hospitales que forman parte de la Comisión Coordinadora de los Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad (CCINSHAE), el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el IMSS-Bienestar, distribuidos a lo largo y ancho del país, los que podrán beneficiarse de la bonanza del azar para resolver todas sus carencias.

POR CIERTO. Queda claro que el total de boletos serán imposible de venderse hasta agotarse. La "rifa" será el martes 15 de septiembre de 2020 a las 16:00 horas, aunque sea muy útil para no hablar de la posible red de corrupción sobre negocios de aduanas y seguridad en la que posiblemente se vio involucrado el recién cesado por "austeridad", Ricardo Peralta, no servirá para darle ni felicidad ni tranquilidad a los que se han visto directamente afectados por la COVID19.