En un precedente histórico de nuestra vida contemporánea del país, el Congreso federal aprobó por mayoría la desaparición del fueron presidencial. Eso, evidentemente, constituye uno de los avances más significativos de justicia ante hechos que han sido tan lamentables y gravísimos de deshonestidad y traición a la patria. Hay que recordar que existe actualmente una serie de acusaciones a ex presidentes a expensas de una operación de Estado. Asimismo, fuimos testigos del dispendio grotesco en medio de las profundas limitantes que padeció la nación.
Por ello se requieren acciones de este calibre que puedan dar certeza a las prácticas antisociales. Hay que recordar que, de hecho, el proyecto que se aprobó en el recinto de San Lázaro sostiene dos ejes fundamentales que radican en imputaciones por traición a la patria y delitos graves; no obstante, el coordinador y vicecoordinador de los senadores de Morena han puesto énfasis que la iniciativa es analizada con detenimiento para que la ley contemple la corrupción, los delitos electorales, así como cualquier culpa que altera el Estado de Derecho. Un desafío enorme que, seguramente, no tendrá contratiempo alguno.
Recordemos que las iniciativas y propuestas como la Ley de Indulto, los programas sociales, la reforma educativa y, por supuesto, la desaparición del fuero presidencial son prioridades inherentes al programa de campaña del ahora presidente López Obrador. Por ello, los artículos 108 y 111 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos darán un giro preponderante como tema prioritario de la cuarta transformación; entonces se prevé que a la brevedad posible se acelere el trabajo con las fuerzas políticas y sea la propia bancada mayoritaria de Morena quien sea la punta de lanza de un ejercicio que verdaderamente marcará un antes y un después.
Por años estuvimos esperando una igualdad de condiciones sin privilegios. Muchas de esas acciones, en su momento, llevaron al gobierno a cometer actos peyorativos que incluso lastimaron la soberanía del territorio. Ante ello, el mismo presidente insistió en poner en práctica dicha acción. No si antes, analizar cuidadosamente que la modificación someta a posteriori a todos aquellos actores políticos que, a expensas del poder, desquebrajaron en varias ocasiones no solo la economía del país, sino la dignidad de muchas personas que fueron atropelladas en sus derechos frente al dominio omnipotente de aquella época. Se acabó. Por fin. La 4T ha ido a la vanguardia de las demandas del colectivo, sobre todo en un aliado sumamente clave como es el Senado de la República, que es comandado por Ricardo Monreal, un hombre de todas las confianzas del mandatario federal.
Es cuestión de tiempo. Ya el Senado aceleró los puentes con las distintas comisiones para sacar lo más pronto posible un acto de justicia.
Bien, la 4T avanzó a pasos agigantados.
Dos años de grandes logros. Dos años de una democracia plural, sin prejuicios ni simulaciones.
¡Sigue siendo un honor estar con Obrador!