No es lo mismo un Reglamento de Tránsito que un Programa de Movilidad, como tampoco es lo mismo un área operativa que una normativa. El Reglamento de Tránsito es o debería ser una mínima parte del Programa de Movilidad, y sin embargo, la alharaca generada por el Reglamento contrasta con la invisible aprobación y publicación el 15 de octubre de 2014 en la Gaceta Oficial del Distrito Federal del Programa Integral de Movilidad 2013-2018 del Distrito Federal.
El Programa Integral de Movilidad es un documento de planeación en tanto el Reglamento es un instrumento operativo que regula el tránsito de personas y vehículos, no más. El reglamento no propone estrategias ni políticas de movilidad que hayan resultado de un diagnóstico, de un estudio de origen y destino, de unos objetivos generales y particulares. No contiene instrumentos legales y administrativos para llevar a cabo programas y acciones. No es, en suma, un instrumento de planeación.
No esperemos entonces que el Reglamento de Tránsito resuelva los problemas de movilidad. Lo preocupante es que hace más de un año se aprobó y publicó el Programa Integral de Movilidad y el silencio es ensordecedor. Más preocupante todavía es que los problemas de movilidad se sigan complicando y no se observen cambios importantes ni políticas orientadas a resolver estos graves problemas que afectan a los capitalinos y que desangra la economía de la ciudad con miles de horas/hombre perdidas en tansporte y miles y millones de pesos que pudieron haberse ahorrado.
Por el contrario, la suspensión del programa Hoy no circula para vehículos anteriores al 2007 introduciendo de golpe a la circulación entre 300 y 600 mil vehículos diarios (según fuente) tienen ya en un visible colapso a la ciudad capital. Con esta decisión tal parece que el jefe de gobierno pretende desgastar al partido que lo llevó al poder, porque a diferencia de otras acciones muy cuestionables, el problema de movilidad afecta a la gran mayoría de los habitantes de esta ciudad.
No es posible distinguir un programa o acción que haya resultado del mencionado Programa de Movilidad, más bien se observa el inmovilismo (sic) y la falta de politicas orientadas a resolver estos problemas. Sólo basta observar el caos y la arbitrariedad que caracteriza el sistema de transporte de pasajeros de camiones y microbuses. No hay quien los meta en orden porque la rectoría estatal es inexistente, no existe un ejercicio de autoridad.
En la zona donde vivo el desorden de transporte de pasajeros de micros y autobuses es aberrante y a veces rayan en el absurdo, un auténtico desastre que complica sobremanera los problemas de movilidad. Es notorio que la autoridad competente no hace nada para organizar y diseñar las rutas de transporte, todo indica que son los permisionarios quienes deciden todo. Pongo dos ejemplos. En la esquina de Félix Cuevas y Universidad, dos muy importantes vialidades primarias, existen varias rutas de camiones y microbuses que hacen base o esquina en la acera derecha de la primera avenida para luego girar a la izquierda sobre Universidad, atravesando completamente Félix Cuevas (Eje 7) de norte a sur obstruyendo el enorme aforo de ambas avenidas. Esa vuelta a la izquierda es completamente ilegal pero así están “diseñadas” las rutas.
El otro ejemplo del absurdo se da en avenida Universidad, frente a los viveros de Coyoacán. Los camiones que ahí hacen su base, inician su ruta dando una vuelta en U que igualmente obstruye el tránsito vehicular en ambos sentidos. No creo que el diseño de estas rutas hayan sido producto del Programa o de un estudio de movilidad, más bien hacen evidente que los permisionarios hacen lo que quieren.
Los problemas aquí señalados son una muestra más de la ausencia de planeación en la ciudad, de la falta de operación de los planes y programas, en este caso el de movilidad, y de la ausencia de un ejercicio de autoridad que arrastran al caos y a la destrucción a las ciudades del país, ya que, en efecto, no es un problema privativo del Distrito Federal.