De antemano quiero aclarar que no me entusiasma mucho la creación de nuevas leyes, porque en mi opinión las leyes no sirven de nada si campea la impunidad por todos lados, si uno de nuestros grandes problemas sigue siendo la falta de respeto a eso que llaman el Estado de Derecho, principalmente por nuestros gobernantes.

Lo cierto es que en materia de democracia directa nuestra clase política no quiere saber nada, nuestros legisladores están más interesados en prohibir los circos con animales y las corridas de toros, así como otras lindezas por el estilo, que aparte de lo ajeno que están a los grandes problemas nacionales, revelan la preferencia por un Estado autoritario, punitivo y represor, y no precisamente por la ampliación de las libertades y los derechos humanos. En esta tendencia habría que incluir a la izquierda realmente existente, totalmente confundida y ajena a las luchas libertarias y por la justicia social que le dieron origen.

Si bien algunas entidades federativas han dado pasos importantes en esta materia, en el ámbito federal reina un silencio ensordecedor. Recientemente leí que la nueva ley de participación ciudadana del estado de Morelos, contempla los tres mecanismos característicos de esta democracia: plebiscito, referéndum y revocación de mandato. Sin embargo, también trascendió que el gobernador del estado se echó para atrás, como lo había prometido, para someterse a una consulta de estas características al cumplir tres años de gobierno. Queda claro entonces lo que decía al principio, aunque suene a Perogrullo, pero las leyes no sirven para nada si no se cumplen, o peor tantito, si las violan sistemáticamente nuestros gobernantes.

En la última revisión que se hizo de este tipo de democracia sólo se habló o discutió del mecanismo de la consulta, brillaron por su ausencia en la discusión los mecanismos antes comentados. Quizá incluso esta omisión se haga de forma deliberada: nuestros políticos no quieren abrir la discusión en esa materia porque mucho miedo le tienen a enfrentarse al pueblo, quieren continuar con sus prerrogativas y discrecionalidad. Pero llama mucho más la atención que ni los intelectuales de cajón, esos que aparecen siempre en ?primer plano?, ni los destacados miembros de la sociedad civil, ni los eternos abajo firmantes, ni los que promueven causas en las redes sociales, levanten demandas para que estos mecanismos adquieran el carácter de ley y sean obligatorios para nuestras autoridades.

Entiendo que el asunto de la revocación del mandato es el más aludido en los medios y las redes sociales, pero las autoridades pueden hacerse fácilmente de la vista gorda si existe ese enorme vacío legal en la materia. La verdad es que la ausencia de estos mecanismos en el país son realmente vergonzosos cuando el mismísimo dictador Augusto Pinochet se sometió a ellos para impulsar el regreso de la democracia en su país.

Para concluir, he de decir que la ausencia de democracia directa no se limita a los mecanismos antes aludidos, si bien es cierto que son los más característicos, existe la certidumbre de que van mucho más allá, tiene que ver con una más amplia participación ciudadana en las acciones de gobierno, tiene que ver también con eso que llaman democracia participativa. Más aún, es posible afirmar que en la ausencia de este tipo de democracia están las causas de la severa crisis de la democracia representativa, de la corrupción y de la enorme impunidad existente en el país.