"Gastamos dinero que no tenemos, en cosas que no necesitamos, para impresionar a gente a la que no le importamos"<br>— Will Smith<br>

 

Un par de los bienes “públicos” más llamativos que ha subastado la presente administración federal han sido adquiridos por regiomontanos.

En febrero pasado, Enrique Herrera se llevó el Audi A8 W12, con un nivel 6 de blindaje, conocido como “la bestia mexicana”, y apenas ayer, el financiero Carlos Bremer, director de la casa de valores Value, sin conocer la ex casa de Zhenli Ye Gon, ofreció 102 millones de pesos por la propiedad, que según esto dijo formará parte de la Fundación Buraca Enlace dedicada a apoyar deportistas mexicanos.

¿Qué pretenden los regios con tales compras? Me parece de lo más fantoche lo dicho por Herrera, quien derrochó más de 2 millones de pesos: “vine directo por el coche; lo voy a coleccionar y será para uso personal. Estaba muy caro, pero valió la pena.” Poco tiempo después de decir que compró un objeto para su colección, lo puso a disposición del presidente López Obrador, que afortunadamente ni caso le hizo.

La pregunta es entonces si lo compró para darse un gustito o para tratar de quedar bien con el primer mandatario. Ciertamente, en Monterrey —donde los hombres de negocios tienen fama (y bien ganada) de codos— nadie entiende el derroche de este señor.

Por cierto, lo mismo se piensa de Bremer, quien a participado en el programa de TV Shark, de supuesto apoyo a emprendedores mexicanos.

Creer que una casa de mal gusto, mal habida y mal construida, vale esa cantidad de dinero es absurdo. Si es porque el empresario es amigo cercano al Ing. Slim Helú y es este el que quiere quedar bien con Andrés Manuel, pujando con dinero ajeno por una propiedad tan polémica, también es cuestionable y más en el esquema ético de los negocios en la Sultana del Norte.

En fin, ni uno ni otro van con la cultura empresarial más austera de México y tampoco, por cierto, con el sentido de austeridad que busca imprimirle AMLO a su gestión.