En el contexto actual de emergencia sanitaria y económica (febrero-agosto, 2020), en el análisis habrá que incorporar a una probable crisis educativa, tanto a nivel global como local. En México, ante la imposibilidad de retornar a las clases presenciales, debido a la pandemia que no cede, el gobierno del presidente AMLO optó por acordar y cerrar filas (3 de agosto) con las televisoras y radiodifusoras privadas (los medios públicos no requerían de ese tipo de acuerdos porque pertenecen al Estado mexicano); esto, a efecto de iniciar el ciclo escolar 2020-2021 a como diera lugar y al filo de la navaja.

Esta decisión de política pública educativa (que califiqué hace unos días de “pragmática”) se tomó sin considerar las experiencias y conocimientos del magisterio, nacional y local, acerca de cuáles elementos se deben incluir, desde la diversidad de perspectivas técnico-pedagógicas, en una estrategia de educación a distancia (sana) con estas características y dimensiones. Por ello, me parece que la estrategia definida tiene un valor político para el gobierno del presidente López Obrador y un valor monetario y de legitimación para las corporaciones privadas de TV (450 MDP); sin embargo, tendría que verificarse, en el futuro, es si esa estrategia tiene un valor educativo y cultural a favor del derecho de la sociedad a la educación. Ya veremos.

Sin planificación educativa ni pedagógica para llevar a cabo este tipo de educación mediada a más de 25 millones de estudiantes (pienso específicamente en la matrícula registrada hace un año en Educación Básica), la Secretaría de Educación Pública (SEP), dirigida hoy por un ex empleado de la Fundación Azteca, se consagró a la noble tarea de organizar las clases por televisión (más que por la radio), a tres semanas del inminente ciclo escolar próximo, que habrá de iniciar el 24 de agosto.

Como era de esperarse, la estrategia improvisada, es decir, armada sobre las rodillas, ha generado varios resbalones por parte de la autoridad educativa federal: 1) Se establecieron conferencias diarias vespertinas, desde Palacio Nacional, no desde las televisoras y medios privados firmantes del acuerdo, sino solamente desde los canales oficiales; 2) Con una duración de 26 minutos, dichas conferencias resultan ser más propagandísticas que informativas (en una emisión el secretario Moctezuma Barragán utilizó más de 7 minutos para presentar los productos musicales de la Nueva Escuela Mexicana, a través de un video pregrabado); 3) Hace unos días, el titular de la SEP declaró que conductores de TV y docentes harán el dueto más importante de la estrategia. Tormenta de memes, en los medios digitales, criticaron de inmediato la medida. En unas horas, el mismo secretario sacó un video, dirigido a los Consejos Técnicos Escolares extraordinarios, para salir del paso y decir que las maestras y los maestros serían acompañados y que son los héroes de la nación, pues no se han doblado ante la crisis. Patriótico y merecido reconocimiento.

Tristemente los hechos demuestran que las y los docentes, y demás figuras educativas, no son (y no fueron) para este gobierno de la “4T” los protagonistas tanto en las negociaciones cupulares recientes como en los procesos de planificación educativa y didáctica de los gobiernos federal y estatales, puesto que los contenidos educativos emergentes serán abordados y producidos por equipos armados por la SEP de manera centralizada.

Percibo que los altos funcionarios del sector educativo mexicano desconocen, o se les olvida, que la educación a distancia (sana) no se reduce al acto de colocar a los y las estudiantes frente al televisor... Ni a convertir a los y las docentes en sujetos (objetos) pasivos de los procesos educativos y de aprendizaje en estas condiciones extraordinarias (no presenciales). Todo lo contrario: lo que se requiere es la más amplia participación de las maestras y los maestros en los procesos de planificación, intervención, acompañamiento y evaluación de los procesos educativos, de manera indirecta, mediada o a distancia. Nada más ni nada menos.

Las estrategias educativas probadas en otras partes del mundo, en la actual coyuntura sanitaria, demuestran que no todo se puede solucionar a través de los medios de comunicación convencionales (TV, Prensa y Radio), sino que se requiere la participación de las maestras y los maestros y demás personal educativo, para desarrollar formas creativas y alternativas de actuación pedagógica (y sanitaria) sin poner en riesgo a la población infantil, juvenil y al mismo gremio educativo. Me parece que se ha menospreciado el poder de los colectivos docentes y se ha descartado, a priori, el potencial de las nuevas TIC como aliadas de la educación (lo que hay que discutir es, en todo caso, qué tan conveniente es “ponerse los pies” de las trasnacionales que dominan las supercarreteras digitales).

Habría que voltear a ver qué sucede en otras latitudes y cómo sí se puede avanzar mediante una diversidad de estrategias innovadoras: “Dinamarca abrió las escuelas cuando los contagios eran muy bajos, con grupos de 10-12 y un único docente, con formación online para los mayores e impartiendo clase en museos, hoteles, bibliotecas municipales, aulas de conferencia y parques. Dinamarca sí preparó una vuelta segura”. (Mensaje en Twitter del psicólogo social educativo Javier @PsicEduM, desde España).

Reitero lo que he expresado en redes social digitales hace unos días: no se trata de tirar al bote de la basura a las pantallas y las bocinas. Es cierto, no, no es fácil la solución a este complejo problema educativo. Hay múltiples variables. Lo que puedo afirmar, sin embargo, es que unas políticas educativas sin docentes en los procesos de diseño y realización de las estrategias educativas y didácticas, tienden a fracasar.

Termino este breve comentario con una frase reflexiva y de pensamiento crítico del colega Javier: “Siempre han menosprecian la función de la escuela y el papel de los docentes. Por eso tenemos una vuelta sin cambios y nos delegan el rol de rastreadores, sanitarios y cuidadores, ignorando la exigencia intelectual y física de nuestra profesión. La crisis solo lo ha evidenciado”.

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