Mientras en nuestro país seguimos peleando por ?acotar? a nuestros políticos de consumo y consumistas de la mano por ?develar? los ?misterios de la corrupción?, como ya es una costumbre, una tradición, en los Estados Unidos de América, su gobierno ha abierto totalmente su perspectiva a un innovador e impactante proyecto: La ciencia ciudadana.

La nación más poderosa sobre la tierra, el país que tiene dominado al mundo, cuenta con uno de los sistemas educativos más desarrollados, el éxito de ese sistema se deja ver en sus avances tecnológicos que son producto de su sector científico. La ciencia en los EUA, siempre se desarrollará en el sector militar, se probará, enriquecerá su milicia, y luego de un determinado tiempo se lanzará en ?productos? de consumo a toda la población.

Si bien los EUA no tienen el ?mejor? sistema educativo del mundo, es altamente funcional y siempre buscan la perfección. No obstante que son muy eficaces, a diferencia de nuestro país, la comunidad científica y el gobierno de los gabachos muestran HUMILDAD, para incorporar a los autodidactas, a los ciudadanos para que por medio de proyectos de avanzada, ayuden a resolver los problemas que también se les presentan.

En efecto, el programa de la ?ciencia ciudadana?, allá en gabacholandia, tiene como finalidad sumar proyectos RIGUROSAMENTE CIENTIFICOS que desarrollen los ciudadanos para, por ejemplo, ayudar por medio de proyecciones científicas las nuevas ciudades ?inteligentes? a construir por los estadounidenses.

Los gringos saben que por indistintas cuestiones no están muchas grandes cabecitas formando parte de su sistema educativo ni de su comunidad científica, y con este programa las incorporan para seguir DESARROLLANDOSE.

De esta forma el gobierno gringo da salida a una de las demandas y características de las sociedades de consumo. Toda sociedad de consumo requiere participar de manera activa en las decisiones y la acción de gobierno, esta participación exige para el modelo económico y esta nueva era que vivimos que vaya de la mano de una alto nivel educativo.

Con el proyecto de la ?Ciencia Ciudadana? se promueve la participación activa de los ciudadanos pero a otro nivel, generando salidas estrictamente CIENTIFICAS, para que la participación se eleve de populismo, a verdaderas herramientas viables y funcionales que modifiquen su entorno y sigan desarrollando a su nación, y por ende a su sociedad de consumo.

En México la realidad del sistema educativo es seguir estando secuestrado corporativamente y nadie hace nada, o se simula que se hace. La realidad a la que nadie escapa nos muestra que la calidad educativa está por abajo del lodo. Mientras tanto se nos venden piñas de que la ?reforma? está comenzando a funcionar.

Paralelamente, nuestra comunidad científica anquilosada, que en su mayoría ha sido compuesta por compadrazgos, nepotismo, tráfico de nalgas, e intereses ajenos a la capacidad y alto rendimiento académico, sigue dormida y no genera herramientas de desarrollo que se apliquen a nuestro entorno. La crisis es más grave de lo que aquí menciono.

Es tal la corrupción de nuestro subsistema de educación superior que hoy en las universidades públicas, no están los mejores (con sus contadas excepciones), los que como alumnos y docentes han demostrado con hechos y con y un altísimo rendimiento académico lo que significan como seres humanos, como científicos, como productos.

En el momento en que la crisis de credibilidad se ha agudizado a niveles insoportables en nuestro país, el gobierno federal debería voltear a mirar el proyecto de la ciencia ciudadana como un proyecto y una salida para generar los cambios y el desarrollo que necesita nuestra sociedad de consumo.

Un proyecto de esta envergadura rescataría de los puestos de tacos, taxis y otras ?empresas? a todos aquellos que por no humillarse ante la SOBERBIA y la corrupción de las que también son víctimas las universidades públicas, se encuentran en el abandono y vieron truncados sus sueños y la realidad de explotar al máximo sus capacidades. Desde está perspectiva se salva a todos aquellos que son buenos científicos y que por distintas razones no siguieron con su vida académica y engrosaron la comunidad científica del país. ¿Y qué decir de genios innatos o autodidactas?

Hoy un proyecto como la ciencia ciudadana redimensiona la ?idea funcional? que fueron los intitulados ?proyectos productivos? que distintas secretarías de estado lanzan año con año para fomentar la ?participación? de organizaciones intermedias para que incidan en los problemas de sus comunidades. Proyectos que están disfrazados de científicos, que son condicionados a la corrupción y solo benefician a los socios de los funcionarios públicos que conforman dichas organizaciones intermedias.

Un proyecto como la ciencia ciudadana redimensiona el concepto de la participación popular al elevarlo a un mecanismo, un proceso activo de una REALIDAD Y COMPOSICION ALTAMENTE CIENTIFICA. Además, pone en competencia al añejo sistema que conforma nuestra comunidad científica, una competencia sana que va de la mano con la lógica del consumo. Sin mencionar, que un proyecto como este, es el alimento y gran aliado de proyectos como los ?EMPRENDEDORES?.

No obstante el retraso de nuestra sociedad de consumo, la ciencia ciudadana es un proyecto viable que de implementarse puede regenerar la producción del aparato científico del país.

Es la herramienta fundamental para que por ejemplo, se solucione desde una perspectiva científica el ?nuevo? gran enemigo que significa la ?corrupción?, para que por medio de la ciencia generada y aplicada por sus ciudadanos, contrarresten ÉTICAMENTE los efectos de los valores que componen nuestra sociedad de consumo y que regeneran ese sistema que es la corrupción. Es la herramienta y garantía de una revolución ética. Aquí es donde encontraría su legitimidad.

Es más viable que esas obscenas ?recompensas? que se ofrecen para capturar a narcotraficantes y criminales, que pretenden por medio de un espejismo de participación ciudadana ?solucionar? por medio de esa participación los INJUSTIFICABLES errores del gobierno y nuestras instituciones, se utilicen para RECOMPENSAR a nuestros científicos olvidados y abandonados.

¿Cuántos concursos perfecta y robustamente remunerados se pueden abrir para que participen estos ciudadanos y por medio de una rigurosa propuesta científica, de una solución totalmente ÉTICA, solucionemos y desarrollemos a México?

Para el gobierno federal es más rentable y de mayor impacto que el INEGI mida los ?estados de ánimo? de la población que se manifiestan en TWITTER, que poner al INEGI a medir cuáles son los valores corruptos de nuestra sociedad, para que por medio de proyectos CIENTIFICOS Y CIUDADANOS se eliminen esos valores desde una SOLUCIÓN ÉTICA, desde una revolución ÉTICA. Volvemos a los tiempos del PAN Y CIRCO, volvemos a cometer nuestros mismos errores históricos pero a otro nivel.

México necesita de una revolución ética que se dé por medio de la aplicación de soluciones científicas, pero verdaderamente científicas, con una rigurosidad que las haga viables y funcionales para la regeneración racional de nuestro sistema y nuestra sociedad de consumo.

Al tiempo, pero parecería al calor de los efectos de nuestra crisis de credibilidad, que se está alimentando un malestar donde la cortina de humo es la CORRUPCION, el objetivo que ésta se siga regenerando. Error más que costoso. Sigamos vendiendo y comprando piñas, en esta encrucijada, los más afectados (y es irreversible) son y serán nuestros gobernantes, nuestra ?clase política?.