Una vez Beatriz Paredes, senadora del PRI dijo: “Lo que es muy importante es desterrar la tentación de la restauración del modo priista de conducir el país, es una enorme tentación porque muchos han sido priistas, esa es su cultura política”. Sin duda la senadora tiene razón, pero se equivoca solo en algo: no se trata de una restauración, dicho modelo continúa vigente por lo menos en Baja California Sur con el PAN.

Es por eso que en las próximas elecciones no será Morena ni el PAN: el ganador será el PRI. No es que crea que arrasarán en las votaciones. No, más bien los grupos al interior del putrefacto tricolor saltaron de un organismo político a otro, porque en el sistema político sudcaliforniano, como pasa en otras entidades, los partidos políticos de izquierda, centro o derecha reciclaron las mismas prácticas de ese dinosaurio moribundo que continúa vigente en siglo XXI.

La evidencia más clara es la alianza PRI-PAN-PRD. 

El PAN desesperado por agradar su estructura política por el territorio mexicano tuvo que doblegarse ante PRI, aunque ya sabemos de hace tiempo del vínculo que tenían, el cual, permaneció oculto por mucho tiempo y que negaron los albiazules. Claro, “eran oposición”.

A los priistas les brillaron los ojitos, como Ricardo Barroso Agramont que hizo de las campañas un forma de agarrar dinero, es el mismo que el panismo criticó, en aquella elección de 2011 cuando Marcos Covarrubias Villaseñor (2011-2015) brincó al PAN tras no recibir el apoyo del PRD-PT para ser gobernador. Felipe Calderón Hinojosa rápidamente lo absorbió a sus filas y fueron años de algarabía y bonanza para algunos panistas, sobre todo los que venían del sol azteca y del PRI, como el mismísimo mandatario estatal Carlos Mendoza Davis que negoció con el Grupo de Comondú de los Covarrubias para ser el próximo en la lista. Ahora el PAN brinda su apoyo incondicional al PRI y quizá veamos de nuevo a Barroso Agramont compitiendo por una candidatura por la presidencia municipal de La Paz.

En el trato Covarrubias-Mendoza, Pancho Pelayo sería elegido para 2021. Aunque al principio hubo jaloneó con la gente del gobernador Mendoza Davis, entre ellos su mano derecha, el titular de la Secretaría de Finanzas de BCS, Isidro Jordán Moyrón, extrañamente, los alfiles del mandatario fueron retirados del tablero y dieron paso al sobrino de Marcos Covarrubias; ¿acaso el gober sabe algo que los demás panistas no? Para no verse tan mal, simularon una elección en la que único competidor era Panchito, porque para ellos la selección por encuesta de Morena era un ‘dedazo’ disfrazado al más puro priismo; ¿acaso ellos no hicieron lo mismo?

En la coalición Morena-PT, tras ser seleccionado como coordinador estatal de la defensa de la 4T, al vencer al otrora expriísta y supuesto ‘soldado de AMLO’, Rubén Muñoz Álvarez, Víctor Castro Cosío siguió la estrategia de su jefazo Andrés Manuel López Obrador de puertas abiertas y redención, dejando entrar a varios que ahora se dicen expriista. 

La mayoría son de La Paz y del norte de BCS. La que más llamó la atención recientemente fue Esthela Ponce Beltrán, ex alcaldesa de La Paz que fue criticada durante su administración. Es la misma que Barroso Agramont e Isaías González de la CROC bloquearon para que no fuera candidata a gobernadora.

Si bien Castro Cosío nunca se adhirió al PRI y tiene una historia de lucha magisterial, además de sumarse otros movimientos sindicales y ambientales, el político se vio rodeado de joven-vieja guardia de expriistas que se sumaron a la causa del profe, una estrategia para terminar de construir la estructura política territorial para asegurar la victoria. 

Aunque el panismo paga miles de pesos en encuestas y en redes sociales para simular que el favorito es Pancho Pelayo, lo cierto es que el rival a vencer será Víctor Castro, pero ya veremos qué pesa más: permanecer en el ‘mejor futuro’ o migrar a la ‘república amorosa’.

Mientras tanto, la guerra electoral hace mucho empezó y el PRI está listo para sobrevivir a los gobierno priistas y morenistas que vengan.