Si usted tuvo la oportunidad de ver el juego América-Guadalajara el sábado por la noche, seguramente vio la falta que le hizo el jugador de Chivas, Antonio Briseño al del América, Gio dos Santos. Me tocó ver comentarios de la prensa deportiva especializada diciendo que lo que hizo Briseño fue sin intención. No podemos suavizar algo que es evidente a todos los que vimos el juego. Es claro, muy claro, que la pierna de Briseño no va a ningún lugar cerca del balón. Se ve de manera muy clara que la intención del jugador era golpear al rival, tal vez no hacer lo que hizo, pero sí lesionarlo.

 

Con gritos de consigna para que se despenalice el aborto en todo el país, el sábado 28 de septiembre hubo una manifestación que empezó en el Monumento de la Madre hasta el Zócalo de la Ciudad de México.

Marea verde inunda Paseo de la Reforma

Sin meternos en los motivos de la marcha, el hacer pintas y quemas mancha el motivo de la marcha desvirtúa el sentido real de la marcha. ¿Qué relevancia tiene para el motivo de cualquier marcha destruir anuncios, quemar cosas y pintar monumentos?

Otra cosa, bajo el escudo del feminismo, ¿Por qué las personas que estaban en la marcha agredieron a las mujeres policía que las escoltaban?

El periódico Excélsior reportó que un grupo de al menos 70 encapuchadas prendió fuego a la puerta de la Cámara de Comercio. En el Zócalo frente a la Catedral, las encapuchadas intentaron quemar la reja y prender una fogata. ¿Qué hace que eso no sea un delito? El derecho a manifestarse no hace que los actos vandálicos no sean un delito.

En un artículo del Sol de Puebla, publican que la titular de la Gerencia del Centro Histórico y Patrimonio Cultural, María Graciela León Matamoros, descartó alguna denuncia penal contra los grupos feministas que realizaron pintas a inmuebles históricos de la ciudad durante la marcha a favor de la despenalización del aborto. Los regidores de Morena en Puebla, Marta Ornelas y Eduardo Covián, pidieron que no se criminalicen estas actividades porque el fondo es analizar la petición de que las mujeres ejerzan el derecho sobre su cuerpo.

La pregunta es, ¿se vale destruir lo que está a su paso a manera de manifestación? ¿Si yo me manifiesto en contra de algo puedo llegar a quemar algo sin que me metan a la cárcel pues es mi manera de manifestarme? No es válido justificar algo que claramente es vandalismo cuando se lleva en conjunto con una manifestación legítima.

El mismo caso de los que se manifestaron en el aniversario de los 43 de Ayotzinapa, la validez de la manifestación se opaca con los actos de vandalismo. Se pierde el mensaje y nos concentramos en los 10 que querían quemar una puerta de Palacio Nacional, en lugar de los que hacían una manifestación honesta.

 

Las personas que defienden los hechos vandálicos de las manifestaciones de la última semana son parecidos a los que justifican la patada que le pegó Briseño a Dos Santos. Muchos de los vándalos pueden decir que no pensaban que se les iba a pasar la mano destruyendo propiedad privada o monumentos históricos. Cualquiera de las personas que justifiquen la violencia para manifestar su mensaje están convirtiéndose en lo mismo que el agresor.

A Briseño, seguramente lo van a suspender hasta que Dos Santos pueda volver a jugar.Si yo fuera el patrocinador de tachones, seguramente pensaría en quitarle el patrocinio, quien quiere que su producto sea promocionado como lo que lesionó con un corte a un jugador.

Recuerdo una declaración del auxiliar de Tigres, Miguel Mejía Barón, diciendo: “Yo de repente estoy viendo futbol con mi sobrino, le cambio y está la UFC, las artes marciales mixtas que deberían de ser llamadas criminales. Es terrible que pase en ese deporte que es para educar criminales”. Esto en una conferencia de prensa allá por el 2016. ¿Qué pensará Mejía Barón de la entrada de Briseño? Al menos lo de la UFC está dentro de las reglas de ese deporte, lo de Briseño, no. Lo mismo en las manifestaciones, el motivo podrá ser válido solo para un sector de la población, pero la violencia no debe de ser parte de la manifestación porque se pierde el sentido de manifestarse a favor o en contra de algo.