¿Qué fue eso? [i]Nos preguntamos usted y yo al ver el lamentable espectáculo que las dirigencias del PRI y el PAN protagonizaron en Tlalnepantla, sobre un puente que representa una obra inconclusa del hoy candidato presidencial Enrique Peña Nieto.
¿Fue un debate? ¿un show? ¿una cortina de humo? ¿una muestra de “músculo político” de unos y otros? Espere…¿era un puente o un distribuidor vial?
Nosotros, estimado lector, fuimos testigos de un evento que algunas personas acreditan a las guerras de lodo disfrazadas de “campañas electorales”. Eso justifica todo, afirman sesudos analistas políticos. Sin embargo, en lo que sea que pasó el día de ayer sobre un puente vehicular en Tlalnepantla, lo único claro es que perdimos todos.
En un ejercicio que pudo haber sido un valioso instrumento de toma de decisiones para aquellos que aún no saben por quién votar, Tirios y Troyanos demostraron que son exactamente lo mismo que aquello que critican, para acentuar el descontento ciudadano con la de por sí impopular clase política mexicana.
¿Cuál mesa? ¿cuál “verdad”? ¿cuáles representantes del pueblo? Ni usted ni yo les importamos un bledo. Ayer, vimos entes rabiosos defendiendo cotos de poder desde la congruencia de señalar al contrario mientras el señor Molinar Horcasitas se paseaba tranquilamente en actitud reprobatoria ante la ignominia de la corrupción e impunidad presente en este país. Surrealista, sin duda.
Mientras tanto, el pan y el circo cumplen cabalmente su función: entretener a los incautos en tanto algunas preguntas siguen en el aire ¿y los grandes temas nacionales? ¿y la agenda pendiente? ¿y las propuestas de gobierno? ¿y el petróleo? ¿y el gas de Esquilo? ¿Y el qué, cómo, cuándo, dónde, por qué y para qué? Es decir, lo realmente importante brilló por su ausencia.
Los grandes temas nacionales, convertidos en algo que puede esperar mientras exista la oportunidad de golpear (literalmente) al enemigo, aunque Peña Nieto declare en medio de este lamentable espectáculo “los presidenciables no somos enemigos”[ii], mientras sus jefes de campaña brindaban un show que daba legitimidad y congruencia a la oportuna declaración del candidato del PRI.
Hay que agradecer al Partido Acción Nacional por haber demostrado ayer las razones por las cuales su candidata es incapaz de remontar esta elección: impericia, improvisación, vulgaridad e incongruencia.
Del PRI, ya lo sabíamos, pero nos siguen tratando como menores de edad incapaces de construir, articular y defender nuestro propio entendimiento ¿Creía el PAN, en serio, que nos iba a decir algo que no sabemos? El problema no es ese, sino que existen personas formadas en el sistema educativo mexicano, que saben que el PRI miente, utiliza recursos públicos para financiar sus campañas, no tiene empacho en transar y negociar en las cloacas (agregue lo que guste) y aún así, votará por este partido político a cambio de una despensa o un billete de 500 pesos.
Lo único rescatable fue la actuación del señor Javier Solórzano y su ánimo por elevar el nivel de lo que sea que protagonizaron los partidos que han tenido la oportunidad de gobernar a nuestro país y la han desperdiciado en aras de privilegiar sus propios intereses antes que los del pueblo. Felicidades al periodista.
A final de cuentas, el puente, la verdad y la ignominia tienen más en común de lo que podríamos suponer en un primer momento.
¿Usted qué opina, estimado lector?