El término antropogénico lo empecé a escuchar entre los abogados ambientalistas y siempre me causó mucho escozor, ahora diré por qué. Me parece que el término, como dicen los abogados, está viciado de origen, hay errores en el razonamiento, legalmente hace creer que existe lo contrario: zonas o ecosistemas sin “actividades antropogénicas”. No es sarcasmo, pero el uso del término supone que en el planeta Tierra todavía existen lugares o regiones que no han sido tocados por la mano del hombre, y eso es falso de toda falsedad, para seguir hablando como abogado.

Y no me refiero al cambio climático o calentamiento global, cuyos cambios hacen evidente la presencia del hombre en todo el sistema planetario, sin saber todavía con certidumbre cuáles serán los efectos secundarios. En la hipótesis de Gaiaque ve al planeta como un organismo -y vaya que lo es- una simple enfermedad puede colapsar todo el organismo y matarlo. Ecología básica. Claro que sigue habiendo gente que confía mucho en las bondades de la tecnología (y en las decisiones legales) a pesar del capitalismo, y cree que eso tiene solución. Hay muchos y fáciles remedios para esa enfermedad, pero ésta sigue sin ser combatida.

No me refiero entonces al ámbito global o planetario que, como parece, es muy importante,  sino al de la región, al ámbito local. Por ejemplo, la forma en que se omite a los pueblos indígenas y rurales, habitantes de  bosques y selvas, para calificar a la naturaleza como virgen o sin presencia significativa de “actividades antropogénicas”. Se habla de selva virgen o natural (como las ANP -áreas naturales protegidas) libre de la huella del hombre, pero se olvidan que esas selvas han sido “manejadas” por cientos, quizá miles de años, por los pueblos originales de la región.

No es sólo conocimiento empírico de la naturaleza el que poseen los pueblos originarios, esas selvas evidentemente han sentido el efecto de la mano del hombre desde épocas muy remotas. La función que juegan los bosques, selvas y más ecosistemas, como el desierto, los ríos y el mar, entre los pueblos que los viven y habitan desde épocas ancestrales, es muy diferente a la función o funciones que juegan en el hombre blanco, el de la cultura occidental, el del capitalismo, que dicho sea de paso, es de donde provienen las leyes que tienen que acatar los pueblos indios.

Al respecto, hay que destacar que los pocos bosques, selvas y otros ecosistemas que nos quedan en el mundo, son habitados en su mayor parte por pueblos indígenas y etnias originales. La preservación de la mayoría de esos ecosistemas se debe a la persistencia de las culturas indígenas. En el tenor de la crítica que hacemos, el “medio natural” tiene que ser entendido como parte de ese “organismo vivo” que son las culturas indígenas y cuya reproducción como tal exige de que dicho medio natural siga existiendo, sin que ello signifique dejar de echar mano de la tecnología, de cierta tecnología que se adapte a la cultura, a esas culturas que en mucho significa la relación que los pueblos indios han mantenido con la naturaleza por cientos y miles de años.

En esta visión de los hechos, el término antropogénico no es tan pernicioso para la naturaleza como se infiere del uso legal que han adoptado las ideologías y culturas dominantes y occidentales. Para cambiar esa visión tendríamos que profundizar en las antiguas y profundas civilizaciones que persisten en el mundo. No es el hombre en sí mismo una plaga o un cáncer que afecta y está matando al planeta, es un tipo de civilización, es un modo de producción, es un modelo tecnológico.

En virtud de la importancia que juegan las etnias del mundo en la conservación del medio ambiente y de los principales ecosistemas del mundo, que no es tan natural como se supone, sino que es producto de una relación cultural con la naturaleza, resultaría lógico y casi obligatorio que dichas etnias fueran tomadas en cuenta en la importante reunión sobre cambio climático (COP21) que mañana inicia en la ciudad de París, convocada por la Organización de las Naciones Unidas. Reunión que ha sido considerada por algunos como la “última oportunidad” que tiene el hombre para revertir dicho fenómeno y asegurar la permanencia de la civilización humana.

Sin embargo, mucho me temo que no será así, las etnias seguirán siendo ocultadas y minimizadas, es una reunión en la que participan los gobiernos y las instituciones del mundo occidental, en particular los de la OCDE. Todo indica que el interés radica en las tecnologías alternativas para evitar el consumo indiscriminado de gases efecto invernadero o GEI. En ese sentido son las empresas de tecnología “limpia” las más interesadas. Esas empresas que ahora participan abiertamente en México en las licitaciones que ahora se presentan con la reforma energética. Lo que predomina aquí son intereses mercantiles, el medio ambiente seguirá esperando, quizá ya no haya tiempo para esa última oportunidad.