En días recientes se publicó el Informe de Riesgos Globales 2020, por parte del Foro Económico Mundial, espacio de debate de los temas más importantes sobre economía y prospectiva a nivel mundial. Es preciso decir que ese evento, llamado también Foro Davos, ha sufrido de cada vez mayores embates los años recientes, puesto que representa sobre todo las preocupaciones y posicionamiento de las élites económicas del mundo, que a decir de los detractores constituyen el 1% de la población mundial, y por esa razón constituyen más una agenda de reproducción de la desigualdad que de verdadero cambio. No compartimos ese juicio drástico, pues dentro del mismo foro, como veremos a continuación, se vierten críticas profundas al modelo económico y los pilares que lo sostienen, y se presentan diagnósticos que ponen en la silla de los acusados muchas de las premisas que han permitido la multiplicación acelerada de los grandes capitales, y el predominio de las grandes economías sobre los países emergentes y pobres. Si hay un sesgo ideológico en Davos, ya no es absoluto ni hegemónico, como hace 20 años.

Recomiendo a los lectores consultar el informe completo, disponible de manera gratuita en línea. Para efectos de este texto, me concentraré en dos apartados que me parecen relevantes y no han recibido tanta atención como el cambio climático y la sustentabilidad energética (temas cruciales, que ya están en la primera plana de todos los espacios mediáticos del mundo). Me refiero a lo que el informe ha denominado “desacoplamiento” y “geopolítica adaptativa”, dos tópicos íntimamente relacionados.

El primero de ellos se refiere, en sus propios términos, a la turbulencia geopolítica relacionada con las tensiones comerciales y las rivalidades tecnológicas entre Estados Unidos y China, principalmente. Juntos, estos dos países representan más del 40% del PIB mundial, y han sido, hasta hoy, los principales innovadores del mundo. Pero en el reverso de la moneda, también son los dos principales emisores de gases de efecto invernadero del mundo. El éxito en la expansión de la economía global, la mitigación del cambio climático y la democratización de todos los beneficios de la tecnología, por lo tanto, depende de su capacidad para coordinarse como parte de un sistema global común. En pocas palabras, es esencial que los dos países, pero especialmente Estados Unidos, se convenzan de que la confrontación comercial y la política frontal de juego de suma cero que ha habido los últimos 3 años, no sólo es perjudicial para el mundo, sino también para los intereses domésticos de ambas potencias que protagonizan el pleito.

En segundo lugar, pero indisociable del punto anterior, se habla en el reporte de la necesidad de una estrategia geopolítica adaptativa. Se refiere a que, a medida que comienzan a surgir los contornos de la próxima era geopolítica, aún existe incertidumbre acerca de dónde se establecerá la distribución del poder y de dónde surgirá la influencia. Esto ha derivado en algunas voces que, bajo una lógica pendular histórica, vislumbran el retorno al antiguo orden de fronteras cerradas y nacionalismo aislacionista. Pero esto parece poco probable. Los políticos podrán traer viejas ideas de regreso, pero su aplicación a un mundo nuevo trae siempre resultados diferentes. Los países no pueden construir muros esperando que la información, el conocimiento y los capitales respeten esas fronteras físicas o jurídicas; simplemente no pueden contenerlos. Si las partes interesadas intentan esperar en el tiempo, esperando que regrese el viejo sistema, se encontraran mal preparados para lo que les espera ya que pueden perder el punto en el que se aborden los desafíos económicos, sociales, tecnológicos o ambientales. En cambio, las instituciones de larga data deben adaptarse al presente y actualizarse o reinventarse para el futuro. Hay signos de adaptación en la creación de nuevas instituciones diseñadas para funcionar en este clima político turbulento, y parecen ser un heraldo, no de aislacionismo, sino de un nuevo multilateralismo complejo, y casuístico. Ejemplos dignos de estudio son la "Alianza para el multilateralismo" franco-alemana, un grupo de naciones que trabaja para impulsar la cooperación internacional en áreas como el desarme, la digitalización y el cambio climático. Otro es el Acuerdo de Libre Comercio Continental de África, que reunirá a los 55 estados miembros de la Unión Africana para formar la mayor área de libre comercio desde la formación de la OMC,. el "Quad" (consulta entre Australia, India, Japón y Estados Unidos), y la Coalición Global contra Daesh. El propio documento es consciente de que estas iniciativas tienen enfrentan una dificultad estructural, pues carecen de la legitimidad de las instituciones multilaterales de base amplia.

Aún así, señalan la necesidad de una coordinación y asociación continuas durante un tiempo inestable. Esto, en nuestra opinión, no solamente una convicción política con una dimensión ética loable, sino el reconocimiento de una realidad que ningún programa reaccionario puede negar: el progreso científico y tecnológico han hecho las fronteras arbitrarias y el discurso xenófobo, más insostenible que nunca. La seguridad no puede lograrse a costa del discurso del odio. Ni comercial, ni étnico, ni de ningún otro tipo. Todos los países debemos buscar maneras de integrarnos al mundo sin descuidar nuestros intereses nacionales legítimos. Ese es el reto.