Adormilado por el vaivén de la hamaca y la brisa refrescante, alcance a oír más que ver, vía televisión, el anuncio de que bajo un lema impecable pero difícil de creer, "el pueblo da, el pueblo quita", el Senado de la República aprobó la Ley de Revocación de Mandato, aplicable al Presidente de la República y a los Gobernadores de los Estados. De inmediato se produjo una oleada en contra de dicha Ley, originada por una parte de la opinión pública, la que se opone a toda acción del gobierno, señalando, primero, su retroactividad Constitucional, ya que será aplicable al gobierno actual que fue elegido por 5 años y 10 meses y, después, porque es un acto propagandístico, un ensayo de poder para reelegir al actual Presidente.
De muy diversas voces y con el respaldo de amplios sectores de la sociedad, se ha venido escuchando desde hace varios sexenios, la conveniencia de revocar el mandato otorgado a los gobernantes que evidencian un mal desempeño, de estimular la participación ciudadana mediante consultas directas y referéndum público, implantar un sistema de transparencia y rendición de cuentas en la administración pública, tribunales que imparten una justicia expedita con independencia del poder político, reformas a la operatividad y transparencia financiera de los Partidos, independencia de los medios y otros propósitos más cuyo fin es perfeccionar la democracia en México, bueno, incluso se ha discutido la conveniencia de instaurar un régimen parlamentario. Obviamente a los gobiernos en turno y a los partidos políticos, dichos temas no son convenientes a sus intereses y por tanto no solo no los promueven sino, como ahora, se oponen a que se avance en ellos y se implementen.
Se ha perdido la confianza en los gobernantes, legisladores y jueces y se dice que ahora será peor porque se vulnera la certeza de que, pase lo que pase y "haiga sido como haiga sido", el gobernante terminaba su mandato sexenal, cosa que, con la nueva Ley, genera la incertidumbre de si a medio camino continuará gobernando o se irá a su casa o a la finca de nombre popular y que, para conservar la chamba, el Presidente o el Gobernador serán cautos al extremo y timoratos en las circunstancias donde deben tomarse las decisiones duras y no precisamente populares a las que el puesto obliga.
No es consuelo ni tampoco el gran ejemplo, pero en los Estados Unidos el mandato presidencial es de cuatro años; el último año el Presidente divide su tiempo entre gobernar y estar en campaña buscando la reelección, hecho que, en la práctica, equivale a una revocación de mandato o a una ratificación de que siga gobernando, situación que no le impide tomar decisiones trascendentes como las intervenciones en Vietnam, Irak o Siria ni al empresariado estadounidense ahogarse en la incertidumbre. En fin, se avanza en lo que se quería y se critica que esta Ley que permite destituir al gobernante, se aplique en este mismo gobierno, acto que debería juzgarse ético y valiente y no denostarse de soberbio y reeleccionista. Habrán otras acciones e iniciativas de gobierno que con razón y oportunidad se critiquen y rechacen pero no ésta, que además, si llegara a darse, será organizada por el INE.
Finalmente, Carlos Slim reconoció en público, que el asunto de las facturas falsas es escandaloso al tiempo que los máximos organismos empresariales se inconforman con la Ley correspondiente y manifiestan que buscarán amparo en contra de su aplicación. Argumentos encontrará el empresariado, no todos los empresarios por supuesto, para justificar su mortificación, sin embargo ninguno de esos podrá atenuar que en el fondo están defendiendo un negocio negro (evasión fiscal) que se estima en ¡350 mil millones de pesos! Imagine usted, apreciado Lector, lo que podría hacerse socialmente con tan descomunal cifra que se escabulle cada año. Quizá podrían construirse unas 700 mil casas de medio millón de pesos cada una que darían un buen techo a casi 3 millones de personas cada año. ¿Podría ser? Cruda realidad que empuja a quienes han hecho de la transa y la evasión fiscal, un modo de vida muy rentable que defenderán con toda la fuerza que sus recursos les permitan. Lex dura, sed lex.
- Si se erradica la evasión fiscal, se suspende la condonación de impuestos, se eficienta el gasto público y se acaba con la corrupción, mordidas y moches, tendremos, sin duda, un mejor país.
- No renuncies a tus sueños, … ¡se pueden volver realidad! Eso dicen.