La embajada y los consulados de Washington son
confesionario, diván, ventanilla de gestiones y paño de lágrimas, para
gobernantes y opositores, funcionarios y empresarios, jefes de policía y
cabezas de ONG, periodistas y encuestadores, describe uno de los de 3 mil
cables fueron entregados al diario La Jornada por Sunshine Press Productions
que preside Julian Assange protavoz y fundador de Wikileaks.
Los boletines informativos están fechados desde 1989 hasta
2010. 24 de ellos están clasificados como "secretos"; 461 se
consideran "confidenciales"; 870 son "clasificados" y mil
588 han sido "desclasificados".
El material recibido consiste, en su gran mayoría, de
reportes sobre pláticas con personalidades políticas, administrativas,
mediáticas, policiales y militares, informes de reuniones, análisis regionales
o temáticos de distinto calado y extensión, apuntes sobre pequeñas gestiones o
bien simples reseñas insípidas de los medios nacionales. Lo que los documentos
revelan, en forma aislada o leídos en conjunto, es lo siguiente:
Existe una casi absoluta disposición de políticos,
legisladores y funcionarios mexicanos para informar extensamente a los
diplomáticos del gobierno estadunidense, así como una generalizada obsecuencia
para con sus interlocutores de esa nacionalidad; resulta un tanto sorprendente
que ninguno de los cables consigne, por parte de los informantes mexicanos, una
sola crítica hacia Estados Unidos, prácticamente ningún reclamo y ni una sola
expresión de hostilidad.
En varios casos, los connacionales citados en los boletines comparten
con sus interlocutores extranjeros la preocupación por eventuales reacciones
adversas de la opinión pública local hacia el gobierno del país vecino, y se
esfuerzan por presentarse como socios confiables.
En ocasiones, y con tono de disculpa, advierten de antemano
a sus entrevistadores que tendrán que formular, en público, alguna divergencia
con respecto a Washington, a fin de no parecer demasiado proestadunidenses ante
la sociedad.
Con información de La Jornada on line.