3 de mayo de 2024 | 02:42 a.m.
Histórico

    Calderón no es alcohólico; es autoritario, espurio y pésimo gobernante

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    Acepto que fui el que inició el rumor del alcoholismo de

    Felipe Calderón. Lo hice en 2006, en el programad radiofónico de Joaquín

    López-Dóriga, después de que Calderón me calumnió miserablemente. A una mentira

    respondí con otra. Hice mal, lo reconozco. No hay más que decir.

    Como no hay ninguna evidencia que Calderón sea alcohólico,

    al menos yo no la conozco, afirmo que no lo es.

    Pero Calderón sí es un presidente espurio. Lo es porque no

    ganó las elecciones de 2006. Porque él y su partido, el PAN, apoyados por los

    poderes fácticos (esto es, los oligopolios industriales, financieros y

    mediáticos) recurrieron al más burdo fraude electoral de la historia para

    detener a Andrés Manuel López Obrador.

    Calderón, además de espurio, es autoritario. No hay la menor

    duda. Una prueba está en las presiones de su gobierno a la empresa MVS, de

    Joaquín Vargas, para sacar del aire a la mejor periodista de México, Carmen

    Aristegui.

    Calderón, hay consenso, es un pésimo gobernante. Durante su

    periodo no se han generado empleos, no se han construido grandes obras de

    infraestructura y, en el colmo de la incompetencia, lanzó, a tontas y a locas,

    a las fuerzas armadas mexicanas a una guerra, perdida desde antes de iniciarse,

    en contra de las mafias del narcotráfico que ha costado ya decenas de miles de

    vidas de mexicanos culpables e inocentes y que ha sembrado el terror en

    prácticamente todo el territorio nacional.

    Así que, dado lo anterior, lo único que puedo decir es que,

    naturalmente, a partir de 2012 estaremos mejor con López Obrador.