En México, es a partir de la irrupción del panismo en el poder que todo empezó a borrarse, en lo concerniente a la memoria histórica de nuestros hallazgos, nuestros logros, nuestros bagajes culturales y nuestros grandes protagonistas en terrenos de la lucha por la diversidad y los derechos de las llamadas minorías sexuales. Terminaba un siglo y en el porvenir no parecían escribirse del todo los legados y testimonios de nuestra historia grupal, aun cuando la paradoja nos haya hecho eco y nos haya alcanzado como el tiro directo de la flecha. ¿A qué me refiero? En el contexto de las comunidades gay-lésbicas, las nuevas generaciones, después de finalizado el Siglo XX, llegaban, como homosexuales y lesbianas, a un mundo donde prácticamente ya todo estaba hecho y cimentado para ellos. Faltaba mucho por hacer, muchos caminos por recorrer, pero la homosexualidad ya, en gran medida, estaba aceptada o iba yendo hacia la aceptación, junto con el matrimonio igualitario, la adopción homoparental, la legalización de las identidades sexuales, etcétera. Pero, ¿había documentos que nos hablaran de quienes habían hecho estas luchas en sus inicios, y de cómo las habían forjado, cómo habían sido sus guerras, cómo sus logros mismos? Había, pero permanecían desperdigados. Las nuevas generaciones LGBT+ -y aún hoy que escribo esta nota- estaban –y están- totalmente desconectadas de su historia, salvo muy contadas excepciones que confirman la berchtiana regla. Por ello, aunque siempre se me critique de que yo “vivo en el pasado”, insistentemente se me ha hecho imprescindible hurgar en lo que fue, lo que se vivió y recordar a quienes lo hicieron. Y ese es el mérito mayúsculo que veo en este libro, Voces del Otro Lado. Antología de entrevistas con protagonistas de la diversidad sexual (Ed. Colectivo Sol en colaboración con la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidades Xochimilco e Iztapalapa, México, 2019, 174, pp.) que recoge parte fundamental de esa historia, a través de algunos de los protagonistas de la misma, entrevistados por y para la revista Del Otro Lado, entre 1992 y 1994, órgano de concienciación, esparcimiento, debate, análisis, confrontación y culturización de la cultura y la política gay, gracias a su artífice, Juan Jacobo Hernández, quien creó y dirigió la revista, siendo uno de los activistas homosexuales sobrevivientes de aquellos tiempos, y a la fecha considerado el Padre/Madre del Movimiento de Liberación Homosexual Mexicano, creador del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FAHR), corporación pionera en la defensa de los derechos civiles y libertarios de los homosexuales y lesbianas de los años 70-80-90… y hasta nuestros días.

En 1982 apareció en versión castellana, la primera edición en dos volúmenes de Cónsules de Sodoma, antología de varias entrevistas publicadas por la revista cultural Gay Sunshine de San Francisco, California, cuyo cometido principal era la divulgación de la cultura gay, y que el periodista Winston Leyland (Lancashire, Reino Unido, 1940) realizó con varios de los más notables exponentes de la homosexualidad en la cultura mundial, entre 1973 y 1978, un lustro que conjugó las posturas ideológicas y estéticas, sociológicas, filosóficas, morales y sexuales de Allen Ginsberg, John Giorno, Christopher Isherwood, Roger Peyreffitte, Need Rorem y Tennessee Williams (en el primer volumen), así como de William Burroughs, Jean Genet, Lou Harrison, John Rechy y Gore Vidal (en el segundo), nómina de autores que por sí solos, al estar reunidos en una empresa editorial como la que Tusquets presentaba traducida al español, generaba un impacto: ¿había o no había una literatura gay?, ¿había o no una cultura gay?, ¿había una necesidad de que se visibilizaran en bloque estos grandes autores del arte del siglo XX? Sí, había todas esas necesidades y ahí estaba Cónsules de Sodoma para comprobarlo, con un título además, retador, intransigente, descarado para su tiempo, provocativo, y en suma tremendamente subversivo y demoledor; un título que fue creado por el gran poeta español Jaime Gil de Biedma (1929-1990), cuya biografía cinematográfica se titularía justamente El cónsul del Sodoma (Sigfrid Monleón, España, 2009) como un necesario homenaje post mortem, y una inclusión obligada entre los grandes Cónsules de Sodoma a la lista de los entrevistados por Leyland para Gay Sunshine.

Recuerdo que en su pequeña pero rica biblioteca, José Antonio Alcaraz (1938-2001) tenía en “un lugar de honor rosa”, decía, los dos volúmenes de Cónsules de Sodoma, en la versión española y que me permitió leer por allá de mediados de los años 80, aquellas tardes en que lo visitaba y él se ponía a dictar sus artículos a su secretario Óscar Flores, mientras yo leía y leía… Un día le dije: “José Antonio… regálame tus Cónsules de Sodoma”. “Estás loc@ –me contestó- cuando me muera te los heredo”. Por desgracia esa herencia nunca llegó a mis manos. Sin embargo, la lección de Cónsules de Sodoma quedó muy enclavada en mi formación intelectual y, también, en mis obsesiones y gustos literarios, así como en mi proceder periodístico.

Y ahora, al revisar el material de Voces del Otro Lado, estas entrevistas espléndidas, no he podido sino recordar, y equiparar, quepa anotarlo, la importancia del libro con Cónsules de Sodoma.

Desde luego, no están todos los que pudieron estar; la revista Del Otro Lado vivió poco, pero alcanzó a entrevistar a no pocos y destacados personajes de la cultura homosexual mexicana en los años 80 y 90, y a otros más del ámbito internacional. Además, rescata entrevistas inéditas que aportan un marco histórico importante para los muchos discursos y posturas que se entreveran, ya desde el radicalismo, ya desde el repliegue o la negación de los intríngulis de la misma condición de diversidad sexual (caso del maestro Emilio Carballido).

Se integran entre los inéditos, tres entrevistas fundamentales: a Nancy Cárdenas (publicada en Del Otro Lado, post mortem), a Xóchitl y al ya mencionado Carballido, que nos dan tres posturas tan contrastadas como ricas a la postre del tiempo, que en mucho parecen contradecirse entre sí, pero que nos hablan de lo que fue esa lucha no sólo grupal, que parecería lo más importante, sino particular, personal e íntima , de cada cual.

Nancy Cárdenas revive de manera admirable, y el adjetivo no es sólo adorno. Desde la condición de la diversidad no queda más que admirar la lucha de esta gran mujer mexicana, dramaturga, directora escénica, actriz, productora, poeta, periodista, cineasta, y sus afrentas ante una sociedad intolerante que parecía estar muy lejos de aceptar la condición homosexual; lucha en ella doblemente meritoria, como mujer y como lesbiana que, resulta muy sintomático, no se atrevía a decirse tal, sino simplemente ‘homosexual’. Nunca se asume ella misma como lesbiana sino como homosexual y como parte del Movimiento Homosexual.

Como en esa cámara que va filmando todo y registrándolo, y que nos remite al Isherwood de Adiós a Berlín (1939) el lector reconstruirá a través de la entrevista lo que fue la vida como activista de Nancy Cárdenas, sobre todo cuando narra su valiente irrupción en el programa 24 Horas de Jacobo Zabludowsky, como una defensa pionera de la condición homosexual pública y notoria.

Para la cultura gay, entonces denominada así (el LGBT+, es resulta del Siglo XXI), Nancy Cárdenas fue un parteaguas trascendente en muchos orbes: el teatro, la lucha por los derechos civiles de los homosexuales y la visibilidad pública de los mismos, así como la presencia de la mujer con un rol asumidamente contestatario, deliberadamente feminista.

En teatro, Nancy fue pionera en los años 70 con Los chicos de la banda de Matt Crowley y El día que pisamos la luna (de su autoría). Sin embargo, el terreno que pisó siempre fue el del teatro comercial. No se puede hablar de ella como creadora escénica que se manifestase desde el teatro independiente o universitario. Siempre lo hizo desde el teatro comercial (con figuras como Carmen Montejo, Ana Martin, Sergio de Bustamante…) y en ello dejó su impronta: un teatro comercial que atisbaba la ruptura con él mismo, pero nunca se atrevía del todo.

En este tenor, lo más importante que hizo Nancy Cárdenas fue, a principios de los años 80, la puesta en escena de Las amargas lágrimas de Petra von Kant de Rainer Werner Fassbinder, apoyada por la eminente Beatriz Sheridan (grandiosa actriz, también lesbiana), y donde Nancy actuaba como la silente ama de llaves que todo lo observa, todo lo sabe, todo lo siente y todo lo vive, pero nunca habla, sólo respira acompasada y persuasivamente. Tuve la fortuna de que me tocara ver, varias veces, esta magistral puesta en escena en el Teatro el Granero del Centro Cultural del Bosque (en aquella época era el teatro que el INBA destinaba a propuestas de índole comercial), y de ver, con gran cercanía, las actuaciones de Sheridan y Cárdenas, y de que me autografiaran uno de los pósters de aquella puesta, justo cuando entró al elenco la gran Sara Guasch (actriz de la Época de Oro del Cine Mexicano) que interpretaría a la madre de Petra von Kant; y recuerdo que cuando me acerqué a Sara Guasch ella se quedó un poco sorprendida de mi petición de autógrafo, porque aún no se integraba a la obra, estrenaría en una semana, y sin embargo ya estaba ahí viendo la puesta. Yo me adelanté a pedirle el primer autógrafo, porque la reconocí. Nancy, que ya me había dedicado el póster, le dijo, nunca lo he podido olvidar: “Ándale, Sara, vete acostumbrando, porque vas a dar muchos autógrafos…”. Por supuesto, regresé a ver a Sara Guasch y la obra, muchas veces más, pero sobre todo me encantaba estremecerme con el histrionismo de Beatriz Sheridan (¿cómo se podía llegar a ser tan grandísima primera actriz?, me preguntaba yo, y sigo preguntándomelo), tanto como la presencia perturbadora de Nancy que todo lo hacía y decía con su sola presencia hierática, contenida, conmovedora.

Si podemos hablar de la obra maestra de Nancy Cárdenas en teatro, esa fue su puesta y actuación de Las amargas lágrimas de Petra von Kant, siendo además, una obra valientemente lésbica, provocadora, incisiva y demoledora para la moralina de aquellos tiempos; una obra de avance para el mismo movimiento de liberación homosexual, eso ni dudarlo.

Como en muchos otros aspectos, la valentía de Nancy ahí, no tuvo parangón en esos tiempos, quizá sólo la puesta de José Antonio Alcaraz a …Y sin embargo se mueven(n), de 1979, en el Teatro Arcos Caracol de la UNAM. Al respecto, alguna vez Alcaraz me refirió que Nancy le había reclamado –en buena lid- que no se hablara de las lesbianas en …Y sin embargo se mueve(n). La respuesta de Alcaraz fue: “Es que del lesbianismo son las lesbianas las que tienen que hablar”. Nancy lo hizo: montó la soberbia obra de Fassbinder. Y quedó para la historia de nuestro teatro de temática homosexual como una obra de enorme valor artístico y social.

Cuento estas anécdotas porque la entrevista de Del otro Lado a Nancy, me la ha traído al corazón como una mujer de carne y hueso, como una mujer de su tiempo, como una lesbiana honesta y vehemente, combativa, inteligente y sensible, que siempre luchó por ser quien fue, pero sobre todo, porque siempre propugnó por el futuro de la comunidad lésbico-gay y por la obtención de las garantías civiles que en mucho hoy gozamos gracias a sus fervorosas y generosas encomiendas en el activismo político.

El espacio es corto y salvo prometer (y prometerme a mí mismo) un texto más ampliado sobre los personajes aquí expuestos, debo hacer mención rápidamente a los otros entrevistados: Xóchitl, la reina de reinas, figura a la que se debe en mucho la visibilización social del travesti en una época de terrible oscurantismo (la llamada Guerra sucia de los años 70 y 80), y que sin embargo dio la cara públicamente en no sólo una ocasión y además se asumió como actriz de cine (A fuego lento, María de mi corazón…, por sólo mencionar un par de títulos) y que se abre de capa humanamente con Del otro Lado hablando de su vida –ajetreada vida- social y personal y, a su modo, denuncia que Hank González estuvo a punto de “acabar” con el Movimiento de Liberación Homosexual de entonces.

La productora, empresaria teatral, actriz y columnista del periódico La Jornada, mi siempre inolvidable amiga Margo Su (1930-1993) tomó a Xóchitl como personaje de su única novela, Posesión (Cal y Arena, 1991) una excelente narración, donde, de manera subyugante, si cabe el término, se nos expone la doble vida de Xóchitl con todos sus claroscuros. Pero hay algo que no se recuerda comunmente en Xóchitl, y es su contundente aparición en la televisión estatal, en el programa Tribuna Pública producido y conducido nada menos que por el dramaturgo homosexual Luis G. Basurto, que a principios de los años 80 dedica un programa en vivo a hablar de la homosexualidad. Xóchitl y José Antonio Alcaraz (no recuerdo quienes más) eran entrevistados por Basurto, y Xóchitl iba en reina, dotada de todos sus atuendos, vestido de luces, peluca y maquillajes. El programa fue retirado, censurado en el mismo momento de su inicio; en el segundo corte, la emisión ya no volvió, al menos esa dedicada a la homosexualidad (el programa permaneció algún tiempo más en la programación de la televisora), pues lo que conmocionó a las buenas conciencias fueron las sorpresivas presencias del travesti Xóchitl y de Alcaraz, uno de los pocos artistas, pensadores y adalides homosexuales asumidos públicamente hasta entonces. El canal estatal, Imevisión, no podía avalar, ni así fuera Basurto (uno de los intelectuales y creadores más respetados de ese momento por el sistema político mexicano) el artífice del programa, una emisión dedicada a la homosexualidad pues, aunque se transmitía en horario nocturno, más allá de las diez de la noche, era un “atentado al pudor” y una incentivación a la “corrupción de menores”. Tendría que pasar una década entera (o más) para que la televisión mexicana aceptara hacer tribunas públicas sobre la homosexualidad, con el advenimiento de los famosos talk shows con Nino Canún y Cristina Saralegui (en Televisa); y la incisiva sexóloga Silvia Covián (en Diálogos en Confianza de Canal Once).

Y esto es lo que, no sólo en las entrevistas mencionadas, sino en cada una de las aquí reunidas se observa: una afrenta de posturas y aguerridas (o no) manifestaciones en torno a la homosexualidad en los inicios y las postrimerías de la lucha: Alcaraz, inconfundible en la estructuración de su pensamiento y ya frente al horror de pandemia del sida, nos habla de la solidaridad con el enfermo, de una íntima piedad cristiana, algo que sin duda provenía de su formación católica que nunca abandonó, pues cada domingo asistía a oír misa, pero que en paralelo habla de la necesidad apremiante del humanismo que en aquellos tiempos se perdía mayoritariamente frente a los enfermos de sida. Carballido, negando la intolerancia, la discriminación y la relegación hacia los homosexuales, es su fiel retrato en sus propias palabras y conformación de pensamiento, y aplica muy bien el conocido dicho popular para él: “no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oir”; sí, sin duda la entrevista de Carballido lo refleja como un espíritu reaccionario y retardatario en cuestiones homosexuales, pero en ese sentido, así era él, lo que no le quitó nunca su gran talento como dramaturgo y narrador. Carballlido fue mi maestro, lo conocí bien y siempre tuvo una molesta reticencia a enfrentar el tema de la homosexualidad no sólo en la vida, sino en la literatura, aun cuando haya sido pionero del matrimonio homosexual en México (formalizó su unión con su compañero de vida, Héctor Herrera, en 2007 bajo la Ley de Sociedades de Convivencia), si de paradojas existenciales hablamos. Óscar Liera, dramaturgo prematuramente fallecido discurre sobre la existencia o no del teatro gay, nos habla de una homosexualidad que aún no alcanza a encontrarse a sí misma en el orbe de la dramaturgia mexicana y su espectro social. Alfredo Gudini, periodista y comentarista televisivo, aparece hablando de su postura como homosexual en un programa (ya de los años 90) muy famoso en radio y en donde él tuvo todo el respeto y apoyo de los productores (mismos que no tendría recientemente, otra paradoja, en una televisora ya de la era del internet y el cable). El artista plástico Reynaldo Velázquez se muestra sin ambages defendiendo la desnudez de su obra, en un testimonio intelectivo y sucinto –desnudo- de la libertad creadora. El también prematuramente fallecido dramaturgo Adrián Sotomayor hablando sobre La vela de la luna loca, una obra en sí misma punzante, puesta desde una peculiar visión surrealista por José Ramón Enríquez, nos revela la visión de un autor teatral que tenía muy clara la condición de su homosexualidad y su manifestación en la dramaturgia. Como en el caso de Liera, Sotomayor es ejemplo triste de una vida y un proyecto artístico que la muerte por una maligna pandemia, la del VIH, concluyó antes de tiempo. Liera y Sotomayor aún tenían mucho por dar a nuestro teatro.

Y en el ámbito internacional: el escritor cubano Senel Paz entrevistado por Braulio Peralta en torno a su visión de la homosexualidad en la Cuba de entonces y en el contexto de su cuento “El lobo, el bosque y el hombre nuevo” que valiera al joven narrador el Premio Juan Rulfo de Radio Francia Internacional 1990, y fuera llevado al cine como la ya clásica Fresa y chocolate (Tomás Gutiérrez Alea, Juan Carlos Tabío, Cuba, España, México, 1993) acompañado por la nota lúcida y puntual de Carlos Monsiváis; el coreógrafo Lyndsay Kemp, uno de los más grandes artistas del teatro-danza, hablando sobre su versión de su Nuestra señora de la flores de Jean Genet (en Flowers), sus posturas estéticas y su transversal manejo del travestismo psicológico en la danza, y de quien rescato una frase nodal: “Hay una enfermedad peor que el sida: la ignorancia”; Michel Foucault entrevistado por René Cecatty presenta un notable acercamiento a la figura del gran pensador y filósofo que tanto sigue incidiendo en el estudio de las homosexualidades, aún en la actualidad; el activista y poeta catalán Jordi Petit, hablando de su labor en los dos rubros y aseverando: “…creo que el movimiento gay, quizá antes de los años 80, estuvo demasiado inmerso en luchas pro derechos y dejando que toda la reflexión sobre la vida afectiva y sexual no se sintetizara lo suficiente”, esto porque es algo que sin duda hoy mismo sigue sin ser atendido al interior de nuestras comunidades diversas.

Y la entrevista de Pamo a “Tres homosexuales tres”: Juan Jacobo Hernández, Juan Carlos Bautista y Luis González de Alba, que más que una entrevista es un conversatorio sobre las diversas posturas de la homosexualidad, entre el “yo apoyo, yo no, yo estoy de acuerdo, yo tampoco…”, y que hacen un intenso y variado mural de lo que ha sido la ideología del movimiento homosexual mexicano, a través de tres vertientes de pensamiento y acción, contrastadas en apariencia, pero religadas por los mismos rumbos e intereses.

Marta de la Lama aparece también en su faceta como política por parte del PRI, como candidata a la Asamblea de Representantes del Distrito Federal. Llama la atención esta entrevista por la postura tan abierta de De la Lama (hermana de otro entrañable amigo mío, Felipe de la Lama, actor, escritor, memorialista y crítico teatral), hacia los derechos de la comunidad LGBT+. Y llama la atención por su postura tan combativa hacia el panismo y en especial hacia Diego Fernández de Cevallos, su principal contrincante, así como su lenguaje discriminatorio hacia las mujeres y los homosexuales, llamándolos respectiva y despectivamente “el viejerío” y el “joterío”. Advertía Marta: “Creo que [los homosexuales y las mujeres] se oponen a sí mismos dándole su voto al PAN” [qué triste que pocos oyeron su advertencia y el PAN llegó al poder presidencial con Vicente Fox, aquel triste 1 de diciembre del 2000].

Hija de emigrantes españoles (al igual que su hermano Felipe, quien era gay, a la usanza de aquellos tiempos, entre el clóset y no, como lo vivieron muchos homosexuales de su generación), Marta de la Lama fue una gran periodista, una comunicadora de primer orden y una mujer siempre solidaria con los homosexuales y las lesbianas, feminista confesa y combativa, amiga íntima de Luis G. Basurto, Enrique Alonso Cachirulo, José Antonio Alcaraz, Hugo Argüelles… los homosexuales que partían el queso –para decirlo en lenguaje popular- del arte, la cultura y la opinión pública en aquella época.

Marta de la Lama y Felipe de la Lama murieron casi juntos, en 2013, él en enero, ella en mayo. Ella no alcanzó a superar la partida de Felipe; al poco tiempo también se fue. Actualmente, muchas de las entrevistas que Marta hizo a grandes artistas e intelectuales mexicanos siguen transmitiéndose, para fortuna nuestra, por Canal Once.

Voces del Otro Lado es un libro valioso, un libro necesario. Nos abre la pauta para la reconquista de nuestra historia como homosexuales y nos recobra en nuestra identidad a través de estos Cónsules de Sodoma mexicanos –y algunos extranjeros- que siempre han hecho eco en el inconsciente colectivo de la lucha LGBT+.

Agradezco mucho la inclusión de mi entrevista inédita con Juan Jacobo Hernández en razón de su emblemática obra El Edén, que sin duda abrió brecha y fincó el camino del teatro de temática homosexual, a principios de los años 80, desde la visión del creador independiente, crítico, iconoclasta y subversivo, en el contexto del fin del Siglo XX, que fue y sigue siendo Juan Jacobo Hernández, así como mis notas introductorias.

Finalmente, espero que el tiro y la flecha de este libro den directo en la conciencia y el corazón de muchos lectores. Que reaviven la necesidad de conocimiento y vivo debate de nuestras raigambres históricas LGBT+. Y que así sea.

Vicycktorya Letal y Gerardo Olivier serán los encargados de presentar Voces del Otro Lado, que empezó a cocinarse durante la pandemia de covid-19 en nuestro país, y que cuenta con Prólogo de Ernesto Reséndiz Oikión y Presentación del propio Juan Jacobo Hernández. La cita es en la Galería José María Velasco (Peralvillo 55, Colonia Morelos), el sábado 28 de mayo a las 12 del día. Entrada Libre.

La presentación del libro Voces del Otro Lado es este sábado 28 de mayo a las 12:00 horas.

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Gonzalo Valdés Medellín. Escritor, dramaturgo, crítico y periodista cultural. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales de la Secretaría de Cultura del gobierno federal.

Gonzalo Valdés Medellín en Twitter: @gvaldesmedellin