El célebre personaje anaranjado continúa anunciando su vuelta.  A pesar de las múltiples acusaciones formales en su contra, tanto cargos estatales como federales, Donald Trump se presenta aún como el candidato republicano mejor posicionado para liderar el bando republicano frente a los intentos de reelección de Joe Biden.

Y sí que resulta sorprendente, especialmente con el recuerdo de aquel dramático suceso del 6 de enero de 2021, cuando una turba, envalentonada y azuzada por el reciente discurso de Trump, invadió el Capitolio, gritando consignas en contra de la confirmación del triunfo de Biden, y exigiendo la suspensión de la sesión del Senado.

En este contexto cualquier se analista se pregunta: ¿Cómo pueden los estadounidenses, léase, la democracia moderna más antigua del mundo, estar dispuesta a depositar su confianza en el hombre que desafió a las reglas constitucionales, buscó sembrar el caos, cimbrar el edificio democrático y socavar a las instituciones del Estado?

De acuerdo con los últimos sondeos, Trump lidera incontestablemente las primarias del Partido Republicano. A pesar de su ausencia en los debates y de los arteros ataques en su contra por parte de sus rivales, la base republicana (lejos de representar a estas alturas los valores del Grand Old Party de Abraham Lincoln y de Ronald Reagan) apoya fielmente al ex presidente, lo que ha empujado a que los propios postulantes del partido hayan optado en los últimos días por proponer “perdonar” a Trump de todos sus crímenes federales; en un intento, huelga destacar, de atraer a las bases trumpistas.

El Partido Demócrata, por su parte, vive una crisis sin precedente. A pesar de la paulatina regresión inflacionaria y de la sostenida recuperación económica, el presidente Joe Biden sufre de una crisis de credibilidad como consecuencia de su edad. En el recuerdo ha quedado pues la célebre frase “It´s the economy, stupid” acuñada por Bill Clinton; mediante la cual el ex presidente hacía referencia a que nada importaba más al votante que el estado de la economía.

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Ahora, según las encuestas, no es la economía lo que movería a los votantes a dar la espalda de Biden, sino sus 80 años. Sumado a su ocasional estado de senilidad y a su reiterado estado de confusión, los estadounidenses perciben al actual inquilino de la Casa Blanca como un presidente frágil que podría fallecer, o en todo caso, quedar inhabilitado para ejercer el cargo, lo que daría lugar al ascenso de la impopular Kamala Harris.

En todo caso, a la luz de los más recientes resultados de los sondeos de opinión, Joe Biden perdería los estados claves de Michigan, Pennsylvania y Georgia, lo que pondría contra las cuerdas a un Partido Demócrata; si bien ganarían –como lo han hecho ininterrumpidamente desde 2008– el voto popular.

En suma, los resultados de las elecciones de 2024 dependerán de dos factores: el alcance de las penas que serán eventualmente impuestas a Trump por los delitos cometidos en el marco de la elección de 2020, y de la decisión del Partido Demócrata de alzar las banderillas de alerta ante la derrota inminente de Joe Biden.