IRREVERENTE
Les platico: Ver un triunfo donde derrota hay, también es motivo de revisión.
Y no es cuestión de enfoques, es cosa de cambiar de lentes o de graduación. O de YA empezar a usarlos y no nada más cuando te pones a leer.
Si de pronto tu líder llama traidores a los que no comparten sus visiones y nomás por eso tú lo copias, no te ofendas, pero calificas para el puesto de foca y solo te va a faltar la pelotita en la nariz.
O ya la tienes y si ni cuenta te has dado, ya ves, conviene que revises tus lentes o la graduación que usas.
¿De pronto te da por aplaudir cuando ni viene al caso? te felicito, el puesto de foca es tuyo.
Además de todo esto, ¿te cae bien Bartlett? ¡Madre santa! Si hubiera dos vacantes de foca aplaudidora, los dos serían tuyos.
¿A quién sigues con todo esto? ¿A quién tratas de emular? ¿Quién es tu guía? ¿A qué amuleto te encomiendas todas las mañanas? ¿De qué santo son los relicarios que te cuelgas al pescuezo? ¿Qué sahumerios inhalas? ¿A qué deidades les rezas?
¿A poco crees que te vas a ir liso, indemne, si exhibes y publicas los nombres de los supuestos traidores a la Patria?
¿Crees que esos a los que difamas están mancos? ¿Quién te dijo que no se van a defender?
¿Se te hace fácil llamar traidor a alguien, por el solo hecho de que es señalado como tal por tu líder?
A ver, apréndete esto
Alfonso X de Castilla, El Sabio, proclamó en el año 1252: “los que dejan al rey errar a sabiendas, merecen pena como traidores”.
¿Te cae el saco o la chalina? Felicidades otra vez porque te ves muy bien.
Todo lo anterior viene a cuento porque el lunes pasado, un vientecito loco se coló en el Salón Tesorería del Palacio Nacional y se volvió tornado sin control a las pocas horas.
El presidente don Andrés Manuel puede tomar todos los riesgos que quiera. Merece y puede hacerlo porque las urnas de la democracia le dieron el poder -y el fuero- hace casi cuatro años.
Quién nos manda a los que no creíamos en él, confiar en que otro más le ganaría.
Quién les manda a los que ni a votar salieron aquel día.
Don Andrés Manuel está siendo, no arriesgado, sino temerario.
Porque de los riesgos personales que corre, ya pasó a los presidenciales.
De afectarse él en su más íntimo peculio, ya pasó a arriesgar el que de verdad es de todos los mexicanos.
Y no me refiero con ello a la tan manida soberanía, sino al trastocamiento de las prioridades nacionales.
La seguridad, la educación, la salud, la economía, pasan a segundo término ante el avasallamiento que sufrimos de su política electorera.
El poder no mata, pero ataranta
Se le va el poder entre las manos -bien lo sabe- y aquellos en quienes antes él confiaba, hoy le fallan o se quedan cortos en sus descomunales expectativas.
El poder, cuando es manía, pudre todo a su alrededor comenzando por el que lo detenta.
Los políticos alrededor del poderoso HOY en turno, más que otra cosa, son faranduleros.
Y los fanáticos de la pelotita en la nariz que aplauden sus ocurrencias, se arriesgan más de lo que se imaginan al sumarse en este desfile a la picota de la plaza pública, al que llevan a los que osaron votar contra una ley que llegó muerta al Congreso de la Unión.
El presidente don Andrés Manuel cada vez tendrá menos cosas amigables qué decir.
Se le vienen encima en junio 5, las elecciones de Aguascalientes, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo, Tamaulipas y Durango, más las 39 alcaldías de ésta última entidad.
Y en el 2023, ufff, las del electorado más copioso del país, el Estado de México y las de Coahuila, donde NO VAN A GANAR, ni con toda la artillería de la que Morena hizo gala en la pasada consulta popular.
De las del 2024 ni les digo. La oposición revivió en pleno Domingo de Resurrección.
Todos estos motivos -más el natural decaimiento de su poder por los años que le quedan para entregar la banda presidencial- nos mostrarán su virulencia acrecentada.
¿México está listo para esto?
No lo sé.
CAJÓN DE SASTRE
“Bob Dylan, el premio Nobel de Literatura 2016, nos da una pista, cuando a sus 80 años sigue cantando muy ufano: ´The answer my friend, is blowing in the wind…”, dice la irreverente de mi Gaby.