En el marco del aniversario de la Expropiación Petrolera de 1938, el presidente AMLO no titubeó en rendir elogios y homenaje al presidente Lázaro Cárdenas. En palabras del jefe del Estado, el general fue un hombre bueno sinceramente preocupado por el devenir de los pobres.

Y no está privado de razón en materia de otorgamiento de tierras y concesiones, pues durante el gobierno de Cárdenas se impulsó el reparto agrario, lo que puso en práctica las disposiciones contenidas en la Constitución de 1917, la cual había quedado, en aquel momento, en letra muerta.

Sin embargo, existe en la vida del general Lázaro Cárdenas un aspecto que trascendió su presidencia. Se trata de su involucramiento en la vida nacional tras haber dejado la jefatura del Estado.

Cárdenas, a pesar de haber concluido su periodo presidencial, buscó, tras bambalinas, hacer uso de su popularidad para influir en el destino del país. Considerado como un socialista de pura cepa que no titubeó en apoyar a algunos simpatizantes del comunismo soviético, como Vicente Lombardo Toledano, tuvo la voluntad de presentarse como un contrapeso a sus sucesores, y muy en particular, a los presidente Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán, a quienes consideraba plegados a los intereses de Estados Unidos y con una ideología que traicionaba, en su opinión, los valores revolucionarios.

En el caso de AMLO, ningún analista serio podría refutar el hecho de que el presidente es un amante del poder. Al igual Cárdenas, el tabasqueño tendrá ante sí la tentación de continuar influyendo en la vida pública nacional en detrimento de quien resulte electo vencedor en las elecciones de 2024.

Esto supondrá un reto para el nuevo presidente. Una vez instalado en Palacio Nacional (o en la residencia oficial de su preferencia) el recientemente inaugurado jefe del Estado mexicano tendrá la doble labor de gobernar un país sacudido por las problemáticas estructurales, y a la vez, ser capaz de contener la influencia ejercida por un expresidente que no vacilará en ejercer su popularidad entre los grupos opuestos al nuevo gobierno.

En otras palabras, quien resulte electo vencedor en las elecciones del próximo año deberá - al igual que lo hicieron en su momento Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán- hacer frente al intervencionismo del expresidente. Esto puede suponer una amenaza a la gobernabilidad y al ejercicio del poder presidencial. En todo caso, AMLO jura emular a Lázaro Cárdenas. Veremos si lo hace después de dejar la presidencia.