Como nunca antes, hay que decirlo así, estamos en vísperas de vivir un momento histórico en la democracia participativa de México. Todos, de hecho, han puesto principal acento en la elección de jueces, ministros y magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. De hecho, cuando señalamos su importancia, hay que realizar una pequeña sinopsis del viacrucis que vivió, sin temor a equivocarme, uno de los asuntos que, por instantes, paralizó la política de nuestro país, pero desde un sentido de respaldo de la inmensa población. La única resistencia, que fue mínima, se orquestó de la propia oposición, y algunos ministros de la Corte que, subyugados por las órdenes de Norma Piña, fueron muy severos en algunos posicionamientos, especialmente en decisiones que tuvieron que tomar. Aun así, ganó la pluralidad y predominó el deseo del pueblo.

Es verdad, hay una campaña de la derecha que han puesto en marcha para desinformar a la población y, con ello, pretender desactivar el ejercicio que se llevará a cabo el próximo domingo. La oposición, que no constituye un contrapeso real, tomó partida y decidió fijar su posición para no salir a ejercer ese derecho constitucional. Era de esperarse esa postura, inclusive, le han apostado a la descalificación y, en algunos casos, han echado andar a todos aquellos columnistas que, por décadas, fueron aliados del conservadurismo. De todos modos, ya lo dijimos, nada ha podido impedir que esto avance a pasos agigantados. Lo más importante de todo, más allá de los círculos de opinión que se han generado, es que salgan el domingo a decidir y proyectar esta nueva cultura. Eso significa, por su declaratoria constitucional, que nada, ni nadie podrá disolver la Carta magna, ni la propia Suprema Corte de Justicia que, en algún momento, intentó pasar por encima del poder reformador.

Otro de los aspectos importantes, que debemos tomar en consideración, fue la unificación que tuvieron los diputados y senadores de la república, específicamente los aliados de Morena, que hicieron la diferencia para construir la mayoría calificada. Todo ello, como ya hemos puntualizado, fue también posible con la operación política que realizó el coordinador de la fracción parlamentaria del PT, en San Lázaro. Él, tras bambalinas, fue una pieza crucial no solamente aportando los votos necesarios, sino defendiendo el proyecto que, sabemos, nació en el último tramo de la gestión de Andrés Manuel López Obrador. En esos últimos momentos, debido a la proporción numérica de ambas cámaras legislativas, hizo postergar el tema. Entonces, uno de los pilares fundamentales de este proyecto, sin duda, es la coalición Seguimos Haciendo Historia que integran Morena, PT y PVEM.

Por eso es importante que se valore la fuerza que representan los partidos que, en décadas, han acompañado las causas que abanderó Andrés Manuel López Obrador. El mismo PT, sabemos, siempre prioriza ir de la mano del máximo exponente de la izquierda en ese momento. El propio AMLO, en particular, reconoció esa lucha paralela por la democratización del país. Aludo a ese tema, concretamente por las tensiones legislativas que provocan uno que otro legislador de Morena que, como hemos visto, han tomado un papel de indiferencia. Todo ello, en el marco de una jornada que costó mucho trabajo edificar, debe ser el telón de fondo para volver a unificar a las fuerzas progresistas. Puede existir, ya lo mencionamos, algunos puntos de vista distintos; se vale. En una correlación de fuerzas como la que ha brotado, suele ser normal el derecho a disentir, pues no se trata, sabemos en una democracia participativa, de imponer directrices a sabiendas del poder que tienen.

Lo que se llevará a cabo el próximo domingo, desde su génesis, provocó una enorme movilización. Recordemos que, como tal, se construyeron foros de análisis y parlamentos abiertos para quienes tenían alguna relación directa con el poder judicial. Se habló, incluso, de salvaguardar siempre los derechos de los trabajadores administrativos que están adscritos a todas las instituciones. Por eso es, desde cualquier ángulo, un momento histórico que quedará grabado para la posteridad, máxime porque es un ejercicio que promueve la democracia participativa. Por eso se le ha dado toda la prioridad para su promoción e impuso ante la población civil, pues uno de los objetivos, además de equilibrar la impartición de justicia, es acabar con la corrupción, sobre todo cuando todavía existen vestigios de que se llevan a cabo mala praxis de ministros y magistrados.

Por eso y por muchas razones, salgamos a votar el próximo domingo. Hagámoslo, de hecho, con la satisfacción de que México ha revolucionado su democracia para avanzar en prácticamente todas las materias, en especial la justicia. Lo motivante de todo ello, sobra decirlo, es que habrá justicia social para los sectores más vulnerables del territorio nacional. Primero los pobres.