Me refiero en este texto al titular de la última edición de la revista Nexos: Réquiem por la transición democrática. Como se sabe, esta editorial es dirigida por Héctor Aguilar Camín y compila mensualmente una serie de artículos de intelectuales destacados de la vida pública mexicana. En su más reciente número se aborda el penoso asunto del fin del periodo de la transición democrática y el tránsito hacia lo que algunos han llamado dictadura, autocracia o autoritarismo competitivo, este último término acuñado por el politólogo Adam Przeworski.

Mientras un buen número de analistas nacionales e internacionales han apuntado invariablemente hacia la constitución de un régimen de carácter autoritario, derivado principalmente de la serie de reformas a la carta magna, los correligionarios de la autoproclamada transformación han asegurado que esos señalamientos no tienen lugar y que no son más que despropósitos surgidos de una pléyade de privilegiados que ansían recuperar sus prebendas.

Personajes como Héctor Aguilar Camín y Enrique Krauze, otrora historiadores que gozaban de un reconocimiento unánime, se han convertido en el blanco de embates desproporcionados y mofas. En el caso del primero, los propagandistas del régimen han explotado hasta el cansancio su desafortunado comentario en torno al “apapacho” recibido de los gobiernos anteriores, mientras que al fundador de Clío le han recriminado su participación en medios de comunicación de “oposición” y su supuesta “derechización”.

Sin embargo, si uno revisa con atención los artículos contenidos en la presente edición de Nexos, se encontrará con argumentos sólidos basados en evidencia histórica. A manera de resumen, y sin el ánimo de profundizar en cada uno de los textos, el argumento central se basa en dos actos fundamentales que han tenido lugar en México: el desmantelamiento de los órganos autónomos y la captura del poder judicial.

Si bien resulta hoy temprano hablar sobre una dictadura, pues este término encierra distintas connotaciones concatenadas entre sí que deben cumplirse una por una, lo que sí que es una realidad es que el régimen obradorista ha operado una larga serie de reformas constitucionales que pueden conducir a un “autoritarismo constitucional”, es decir, a una serie de prácticas y acciones lejanas del ideal democrático que serían legales bajo el paraguas de la carta magna.

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Conviene recordar -y así ha sido documentado por grandes especialistas de las ciencias políticas – que a diferencia del pasado, los golpes a la democracia no han llegado recientemente en el mundo desde agentes externos o levantamientos militares, sino que han sido operados por el régimen gobernante y a través de procesos jurídicos que en apariencia se ciñen a la letra constitucional. No obstante esta simulación conllevan una espina ponzoñosa dirigida a destruir los contrapesos y el propio espíritu de la ley.

En suma, el número “El Réquiem por la transición democrática” resume el estado de la democracia actual mexicana, así como el camino seguido por el régimen gobernante hacia lo que parece convertirse, lento pero seguro, en un espécimen sobremanera distinto de una democracia liberal.